De una vida que giraba en torno a la música y el deporte a estar rodeado de médicos y con todos sus esfuerzos focalizados en una misma causa: vencer la batalla a un complejo cáncer a través de la medicina tradicional y la alternativa. Juan Antonio Fernández tenía 35 años cuando le diagnosticaron un astrocitoma. Un tumor cerebral crónico de alto nivel en el lado izquierdo del cerebro que apareció sin más hace 13 meses y al que le planta cara cada día.

Un fuerte dolor de cabeza y un leve mareo al levantarse hicieron saltar las alarmas. «Fue un dolor indescriptible sobre todo en el lado izquierdo de la cabeza», detalla. No lo dudó ni un momento y fue directamente a Urgencias.

Allí mismo le hicieron una resonancia y al ver algo «extraño» lo derivaron al Clínico donde pasó una semana de pruebas y en observación. Mientras estaba ingresado y a la espera de saber qué sucedía le dio un fuerte episodio de fiebre. «Noté que me estaba dando fiebre y tenía 37,5 grados. Para mí era demasiado ya que tengo la temperatura baja», añade. Tras unos días para estabilizar la fiebre llegaron las primeras noticias sobre qué sucedía. «Me dijeron que tenía una mancha en el cerebro». Lo trasladaron al hospital Carlos Haya. Tres semanas de pruebas y esperas interminables junto al equipo de neurocirugía hasta que llegó el duro diagnóstico de que padecía un tumor cerebral ubicado en el lado frontal izquierdo. Un tumor pequeño, por suerte, y con forma de lágrima que había que operar lo más rápido posible. En cuestión de días entró en quirófano y a pesar de la complejidad y el alto riesgo que conllevaba la operación todo salió bien. La cicatriz de oreja a oreja que se dibuja en su cabeza es la prueba de ello.

«Mi estancia en los hospitales fue buena, me sentía bien. Pasé a planta donde estuve más de una semana hasta que me quitaron los puntos, unos 80 ó 90. Me dieron el alta y empezamos con otra historia», sentencia.

La realidad golpeó de lleno a Juan Antonio y por sus palabras al relatar lo sucedido el verdadero calvario llegó al salir del hospital. El tumor estaba en una zona demasiado compleja y no pudieron estirparlo del todo. «Era una operación de mucho riesgo y el brazo derecho no me responde como antes. Apenas puedo escribir, hacer de comer...», incide.

El verano vino marcado por las noches de radioterapia. Sobre las 23 horas, cada noche acudía al hospital para darse radio, un tratamiento que su cuerpo no toleró bien. «Se me hinchó muchísimo la frente, la cabeza e incluso cogí 20 kilos. Y lo peor de todo es que el tumor creció», lamenta. El rechazo que su cuerpo mostraba a ese tratamiento se sumó a las interminables mañanas de papeleo y visitas a asociaciones e instituciones públicas para saber qué tenía que hacer para optar a alguna ayuda. Vive solo y ya no puede trabajar. Hasta hace nada era productor de música, una pasión convertida en una profesión que alternaba con otros trabajos como camarero o dependiente. Ha logrado que un tribunal médico reconozca su minusvalía pero de poco ha servido hasta el momento. Le han concedido el 33%, un porcentaje por el que no obtiene ninguna ayuda económica. Su familia y amigos se han convertido en un pilar indispensable.

En la actualidad lleva cinco ciclos de quimioterapia y aún quedan dos, al menos. Los últimos informes apuntan a que parece que está parado el tumor y en verano tocan pruebas de nuevo para ver en qué punto está y qué hacer. El objetivo es que no crezca, mantenerlo adormilado y ganarle años a la vida.

Desde que apareció la palabra tumor en su vida se ha vuelto un experto en la materia. Ha leído libros, visto conferencias y escuchado a aquellos que dan pautas sobre cómo paliar la enfermedad. Lleva una dieta medio vegana y ha recurrido a la homeopatía a través de médicos privados. El doctor Collado, médico biológico, es al único especialista al que acude cuatro veces al mes para que le prepare unos compuestos con los que proteger su cuerpo de la quimioterapia.

También acudió a un oncólogo especializado en medicina china en Granada pero lo ha dejado por cuestiones económicas. Y es que el seguimiento y la compra de productos que le ayudan a sobrellevar su enfermedad tienen un coste mensual que ronda los 700 euros. No puede más.

La desesperación ante la falta de ingresos le llevó hace un par de meses a escribir una publicación en Facebook para contar su caso y poner un número de cuenta al que poder ingresar cualquier cuantía para ayudar a sufragar los gastos de su tratamiento alternativo. Solo en gotas de cáñamo invierte 140 euros al mes y la consulta le cuesta cien euros, sin contar las innumerables pastillas que le derivan.

Afronta su enfermedad con optimismo pero reconoce que está cansado de tantos médicos y el ánimo a veces decae. «A seguir luchando, no queda otra».

Los interesados pueden hacer su ingreso en la cuenta de Juan Antonio Fernández. El número es: ES84 2100 2107 5401 0078 8432.