Me sorprende la furia con la que la concejala Teresa Porras ha reclamado hoy en la comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga poco más que cuatro cazas de las Fuerzas Armadas arrasen con el antiguo Balneario de los Baños del Carmen. Porras ha pedido con vehemencia a los grupos de la oposición que apoyen una moción para exigir a la Junta de Andalucía que rescate la concesión del Balneario, amén de pedir a los inspectores de Urbanismo y de Vía Pública que acudan más a menudo, libreta en mano, para vigilar si se cumple con la normativa y con la ocupación de los espacios públicos al igual que, según la concejala, estos inspectores realizan en otros chiringuitos de la ciudad. Nada que objetar, la ley es igual para todos, pero se sorprenderían si los actuales empresarios que gestionan este espacio desvelaran todas las visitas de inspectores que acuden al Balneario y no para tomar unas cañas.

Veamos el por qué de este furor desmedido ahora con los Baños del Carmen por parte del equipo de gobierno del PP, la Junta de Andalucía y el Gobierno central después de estar años y años mareando la perdiz. Por lo menos, hemos descubierto en este asunto que existe una lealtad institucional entre las administraciones y que su único objetivo parece ser acabar con la aventura de cuatro empresarios malagueños.

Durante años, este espacio único del litoral de la capital ha estado abandonado, ha sido escenario de incidentes graves, de acampadas ilegales... La suciedad era el cobijo perfecto para las ratas y su degradación era proporcional al abandono de los dueños de la concesión que nunca hicieron una apuesta firme por rehabilitar y gestionar este enclave de ensueño. Durante este tiempo hemos vistos proyectos de todos los colores y tamaños y algunos con una carga urbanística muy poco aconsejables para la zona. Nada cuajó y la zona cada vez estaba más degradada y con cierto peligro de que se derrumbaran muros o el propio restaurante.

El PP municipal cada cierto tiempo presentaba una moción instando a la Demarcación de Costas de Andalucía Oriental y al Ministerio de Medio Ambiente a detener el "estado de degradación, suciedad, falta de seguridad y abandono" en que se encuentra el dominio publico en los Baños del Carmen. También se incidía para Costas desarrollara el Plan Especial de los Baños del Carmen, que fue aprobado definitivamente por el Ayuntamiento de Málaga, con informe favorable de la Demarcación de Costas, en noviembre del año 1993. Sí, en 1993. El resultado, nada de nada.

En el año 2000, siete años más tarde, tiene entrada en el Ayuntamiento procedente de la Demarcación de Costas un documento llamado 'Regeneración Ambiental del Parque Balneario del Carmen' y desde esa fecha todo ha sido un embrollo institucional con una modificación incluso del plan en 2006..., así hasta llegar al plan de 2010, pactado entre el Ayuntamiento de Málaga el Gobierno central. Pero seis años después sigue sin ejecutarse nada.

Pues resulta que un buen día se conoce que un grupo de empresarios, y cuyo delito, parece ser, es que fueron concejales del PP del Ayuntamiento de Málaga, deciden comprar en 2014 las acciones de la sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen de Málaga a Vera y Acha, con la idea de explotar el restaurante y dignificar una zona como pedían moción tras moción todos los grupos en el Consistorio. Pero cometieron el error, según el gobierno andaluz, de no comunicar previamente la operación a la Junta de Andalucía, que consideró que no era válida esta transmisión de acciones, por lo que no podía inscribirse en el registro mercantil.

A esta oposición se le suma la del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que tras enterarse por la prensa que los empresarios que estaban en la operación eran Damián Caneda, José Luis Ramos, Gerardo Lumbreras Van Dulken y Alberto Yarte, lanza la idea de sacar a concurso la concesión con la excusa de "defender el interés general" y ante el supuesto interés de más empresarios por hacerse con la concesión. Nadie presentó ninguna oferta en firme en los meses posteriores y el alcalde calificó de "anecdótico" que no se hubiera presentado nadie.

Pero daba igual. La maquinaria de las tres administraciones, Ayuntamiento, Demarcación de Costas y Junta de Andalucía, se habían despiertan del letargo en el que tenían sumido a los Baños del Carmen y el engranaje empezó a funcionar para solventar como sea el rescate de una concesión que durante años han sido incapaces de solucionar.

De nada sirve que las intenciones de los nuevos empresarios sean de lo más simples posibles: invertir y dignificar una de las zonas mejor olvidada de Málaga; pagar el canon que exija Costas (2,5 ó 3 millones de euros) para ampliar la concesión que expira en 2018 con la única idea de explotar el viejo Balneario como establecimiento de restauración y dejar en manos del Ministerio de Medio Ambiente que desarrolle el proyecto que crea más conveniente para el resto de la zona. Una operación simple.

Pero no. Están dispuestos a acabar con esta aventura empresarial. La Demarcación de Costas trabajaba -mira que lleva años anunciándolo- para iniciar el rescate de la concesión que le obliga una sentencia de la Audiencia Nacional; y por otra parte, la Junta de Andalucía recurre al Consejo Consultivo sobre si la compra de las acciones se habían producido de forma legal. En abril de este año, el Consejo Consultivo emite un dictamen -no vinculante- en el que le da razón a la Junta, pero a efectos prácticos sólo añade más incertidumbre pues el restaurante y todas sus instalaciones seguirán plenamente operativas al menos durante varios años, ya que, por encima del Gobierno andaluz, será el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía -donde hay un Contencioso-Administrativo en curso- el que tenga la última palabra sobre si los actuales concesionarios tienen derecho a seguir con la explotación del balneario.

A la espera del fallo del TSJA, los empresarios que gestionan los Baños del Carmen ya saben lo que les espera. Un equipo de gobierno municipal del PP pidiendo que se rescate la concesión; una Junta de Andalucía que declara nula la transmisión de las acciones y una Demarcación de Costas que trata ver como cumple con una sentencia de la Audiencia Nacional para rescatar la concesión.

Quizás lo mejor para mantener la "dignidad" del Balneario sea que estos empresarios renuncien, se vayan, y dejen que las ratas, el abandono y la suciedad devuelva a los Baños del Carmen todo su esplendor de los últimos 16 años. No es mala opción.