Pitos, el paso de una moto de gran cilindrada y con escape libre, un camión de reparto de mercancías, motores en plena acción... La sinfonía diaria de muchos malagueños es una sucesión ruidos ocasionados por el tráfico que llega a niveles molestos durante el día y la noche, afectando a su calidad de vida y salud. De hecho, reducir a la mitad las zonas conflictivas por la contaminación acústica es uno de los objetivos del II Plan de Acción contra el Ruido, que ha superado una larga tramitación y entrará en vigor en junio. Los cuatro millones de euros que prevé de inversión deberían poner coto a este problema.

La aprobación definitiva del II Plan de Acción contra el Ruido supone la puesta en marcha de una serie de medidas que deben reducir el impacto del ruido. Las previsiones establecen un plazo de cinco años para acometer estas actuaciones, que se centran fundamentalmente en reducir el impacto del tráfico de coches privados, identificado como uno de los principales causantes de la contaminación acústica.

Las grandes vías de comunicación de la ciudad se han convertido en zonas de conflicto acústico. La avenida de Andalucía, Martínez Maldonado, Héroe de Sostoa, Paseo Marítimo Ruiz Picasso, la Alameda Principal, Valle Inclán, la MA-20 y así podría seguir la relación de 37 vías de gran capacidad que generan más de 65 decibelios de ruido en horario diurno, límite a partir del cual el ruido pasa a ser contaminación acústica.

Medidas. Los esfuerzos de este plan se destinan precisamente a reducir el impacto del tráfico, que es considerada como la primera causa de contaminación acústica en la ciudad, según el segundo Mapa de Ruido de Málaga.

El avance de las medidas deja claro que hay que desincentivar el uso de transporte privado. Así, se apuesta por ampliar la red de carriles bici, de plataformas reservadas para transporte público, que éste sea con vehículos sostenibles, crear intercambiadores de transportes para incentivar que se deje el coche en favor de otro medio y priorizar el uso de asfaltos fonoabsorbentes.

Precisamente esta última actuación es la que quizás tendría un impacto más rápido, en la medida que avancen las obras de reasfaltado y arreglos de carreteras que aborda anualmente el Ayuntamiento. Este asfaltado viene a rebajar entre un 50% y un 75% la generación de ruidos por el paso de vehículos, siendo una alternativa viables para las calles con alta densidad de tráfico.

Respecto a la MA-20 y la A-357, cuya competencia es de otras administraciones, plantea poner en marcha un plan consensuado con esa administración (Ministerio de Fomento y Junta de Andalucía, respectivamente) para aplicar medidas que reduzcan el ruido.

Además del fomento del transporte público y medios alternativos (como la bicicleta), este plan apuesta por incrementar las zonas 30, donde la velocidad se limita a un máximo de 30 kilómetros por hora, calmando el tráfico y su impacto. Esta medida ya se ha extendido por varias zonas, como el Soho, El Torcal o Haza Cuevas, aunque se quiere seguir extendiendo. Eso sí, será a espacios muy poblados, con calles estrechas y donde la convivencia con el peatón sea complicada por la falta de espacio.

El plan contra el ruido también apuesta por el aislamiento acústico de las viviendas, en especial cambiando las ventanas. Por ello, propone un plan de subvenciones municipales para los vecinos que vivan dentro de las zonas de conflicto.

Impacto del plan. El plan estará aprobado en junio, pero eso no implica que se vaya a actuar de forma inmediata. En principio durante los próximos meses se establecerá un plan de acción a 2 y 5 años que detalle con más exactitud las actuaciones. Éstas podrían empezar a aplicarse en 2017.

La gran pregunta es qué se quiere conseguir con estas medidas. El plan, que ha sido redactado por la consultora Sincosur y no ha recibido alegaciones en el periodo de información pública, identifica 23 zonas residenciales con problemas, 16 centros docentes y 2 hospitalarios (Civil y Clínico).

El objetivo es que al final de este plan se halla eliminado el 81% de las afecciones a centros sanitarios tras invertir unos 107.000 euros. En el caso de los colegios la inversión es de 1,24 millones, lo que permitirá rebajar la contaminación acústica en el 72% de las zonas afectadas.

La mayor inversión, sin embargo, corresponde a las zonas residenciales, donde se quiere destinar unos 2,6 millones de euros para que al menos 11 de las zonas conflictivas dejen de estar consideradas así.

Aunque el tráfico se señale como el principal responsable de la contaminación acústica en la ciudad, eso perspectiva del estudio no se corresponda con la percepción ciudadana analizada a través de las quejas, que se centran sobre todo en actividades hosteleras y de ocio. No obstante, es cierto que estas denuncian se concentran en zonas muy concretas de la ciudad, que requieren de una intervención específica, como son el Centro Histórico y La Merced, donde se registran entre 50 y 700 quejas anuales por ruido por cada 100 vecinos.

No obstante, no todo es conflicto. El estudio del II Plan de Acción contra el Ruido identifica además 19 espacios candidatos a ser zonas tranquilas, al disponer de más de 50.000 metros cuadrados y un ruido inferior a 60 decibelios. Los grandes parques y jardines de la ciudad tienen esta consideración, que exige de una mayor protección por parte del Ayuntamiento para mantener esta condición. Como curiosidad, en todos los distritos hay al menos un espacio así, salvo en uno, en la Cruz del Humilladero, que no cuenta con zonas verdes.