María Kukucova, la modelo eslovaca que se juega 20 años de prisión acusada de asesinar de tres tiros a su exnovio, el millonario británico Andrew David Bush en Estepona el 4 de abril de 2014, explicó que hubo un forcejeo previo, que él le pegó y que el arma se disparó, pero ella no tenía conciencia de haberle quitado la vida. Ayer, los forenses encargados de analizar el cadáver de Bush en busca de evidencias incriminatorias contra la bella modelo eslovaca de sólo 26 años concluyeron no haber detectado heridas ni de defensa ni de ataque y, por tanto, «si hubo altercado no fue de entidad para provocar lesiones».

La sesión de ayer fue especialmente dura, pues los miembros del jurado pudieron ver las fotos del cadáver, que fue hallado bocabajo con una pistola en la mano izquierda en su mansión de Estepona. La modelo eslovaca acusada del crimen no pudo parar de llorar y la pareja de la Policía Nacional que la custodiaba la sacó de la sala para que se calmase, pero al poco de volver volvió a ponerse muy nerviosa.

El fallecido recibió tres disparos, uno en el hombro y dos en la cabeza. En alguna de las detonaciones, los forenses explicaron que la trayectoria del proyectil era compatible con que la supuesta agresora apuntase desde arriba -por ejemplo, desde la escalera que separaba la primera y la segunda planta de la vivienda-. El magistrado preguntó: «Ustedes dicen que hay tres disparos, el tercero es decisivo y las heridas en la cara son compatibles con una caída...», a lo que los dos médicos contestaron: «Las heridas en la cara son de una caída a plomo. No se ha detectado señal de agresión, es decir, de recibir una agresión directa o un forcejeo, heridas de defensa o de lucha. Si hubo un altercado no fue de entidad como para provocar lesiones».

La modelo eslovaca volvió a repetir ayer que ella no pretendía matar a su exnovio, que el arma se disparó pero recuerda poco más. Es más, cuando se fue de la mansión de Estepona no sabía ni siquiera que había fallecido. Cogió el vehículo en el que aguardaba la nueva pareja del millonario, una joven modelo rusa, y escapó con él hasta Marbella para acabar perdiéndose en Eslovaquia, donde se entregó. Para ello, llamó a su novio en ese momento y este a su vez estuvo en todo momento en contacto con la policía eslovaca. La idea de que hubiera un forcejeo o una pelea previa a los disparos perdió fuerza ayer con la declaración de los forenses, aunque tampoco la descartaron del todo. Difícil papeleta para el jurado.

La modelo rusa que acompañó la noche de autos a Andrew David Bush a su mansión explicó que antes había estado tres veces en la casa, que cuando llegaron hablaron unos cinco o seis minutos y que ella entró primero y vio la ropa interior de la encausada en el tendedero de la entrada. «Vi algo raro dentro». La ropa y los platos estaban sucios. La rusa subió al segundo piso y vio en pijama a la acusada, gritó y bajó corriendo, tras lo que Bush entró en la casa.

Acto seguido, «escucho gritos», dijo, una discusión en la que no quedaba nada claro. El fallecido salió diez minutos después de la casa, calma a su pareja y le pide que llama a la policía para volver a entrar en la casa. «Después escucho gritos y tres veces un ruido raro, como si hubiera caído una televisión al suelo», precisó, en referencia posiblemente a los tres disparos. Al instante, la supuesta agresora salió vestida «muy tranquilo» y le explicó que iba a coger el Hummer para ir al aeropuerto y que el fallecido estaba en el baño y quería hablar con ella, todo ello con gran corrección. Hoy continúa la vista.