Los días despejados, desde el fastuoso mirador del restaurante puede apreciarse en un extremo el Torcal de Antequera y en el otro Sierra Nevada, y por supuesto, los grandes cruceros entrando y saliendo del puerto de Málaga. Los Pinos del Coto, 9.000 metros cuadrados de parcela, 1.500 de ellos construidos, es el sueño compartido desde los años 80 por el alemán del Sarre Albert Weidig y su mujer, la cordobesa Carmen Trueba. Pero el de ellos es un sueño que se puede evaporar por la celebración de una subasta pública el próximo 28 de junio. El matrimonio, que supera los 70 años, debe en total cerca de 700.000 euros, la mayoría al banco por una fatídica ampliación del negocio poco antes de la crisis.

La pareja se conoció en 1969 en Estepona, donde Albert estaba al frente de una tienda de pantalones vaqueros, luego abrieron un exitoso restaurante en Torremolinos, La escalerita, y fue ahí donde recibieron la propuesta de un cliente belga de comprar un terreno en la Sierra de Churriana con vistas de ensueño. «Lo compramos en 1982 por cuatro millones de pesetas, sólo había una cuadra en ruinas», recuerda Albert Weidig. Cuatro años más tarde nacía el restaurante Los Pinos del Coto, que con el tiempo ha sido el lugar de celebración de cientos de bodas, bautizos, cumpleaños y comuniones.

«Es un sitio tan precioso que todo el mundo quiere casarse aquí», cuenta el alemán, que señala que «me llamaban todas las semanas para una boda de 300 o 400 personas», cuando el restaurante tenía menor cabida. Fue entonces, a finales de los 90, cuando decidieron ampliar el negocio «y entonces, a mi mujer ya con 65 años y a mí, el banco, a dos viejos, nos da 70 y pico millones de pesetas». Y se hizo realidad la ampliación pero sólo pudieron disfrutarla un año. «Pensábamos que íbamos a ser ricos pero llegó la crisis y no sólo paran las bodas, nuestra clientela, pequeños empresarios con tres o cuatro empleados, la mayoría de la construcción, desaparece».

Los Weidig se han visto con una deuda total -entre la hipoteca del banco, el IBI, la Seguridad Social y lo que deben a los empleados- de 700.000 euros y la amenaza de tres embargos. De hecho, el 28 de junio el Estado subastará su propiedad, en la que está incluida su casa, una vivienda en forma de torre repleta de recuerdos y libros, integrada en el restaurante.

«Te da pena que después de 30 años, con todo lo que has invertido aquí, te quiten todo y te echen a la calle, porque es que no tenemos nada», admite Carmen.

Albert lamenta haberse fiado de lo que creía «el milagro económico español, como el de Alemania 30 años antes». La familia lleva dos años frenéticos tratando de vender la propiedad, que también cuenta con piscina y jardín: Empezaron pidiendo 2.500.000 euros, pero ahora se contentan con pagar la deuda que les atosiga «y tener una cosita para vivir». En estos años de angustia han tenido que despedir a siete empleadas y sólo mantienen uno. «Este mes ha habido muchas comuniones y lo que hacemos es contratar de forma temporal», cuenta el alemán.

El matrimonio recuerda los tiempos en los que el equipo de rodaje de El camino de los ingleses, con su director Antonio Banderas, disfrutaba de Los Pinos del Coto. Eran otros tiempos, ahora están a la espera de un comprador de última hora que les salve de la ruina y les permita al menos una vejez digna. «Jamás hemos tenido vacaciones, hemos trabajado muy duro», cuenta Carmen Trueba.