­En el año 1755, el del famoso terremoto de Lisboa, en el barrio malagueño del Perchel se concluyó una hermoso edificio. En concreto en el actual número 17 de la calle Calvo, hoy vecino del centro comercial Málaga Plaza y que, por entonces, probablemente lindaría con el huerto de Antón, uno de los que rodeaban el entorno del convento de Santo Domingo.

A falta de piedra tallada, el propietario quiso que la fachada contara con pinturas murales de colores negro, rojo y ocre y es posible que hiciera el encargo al mismo artista que realizó la fachada de lo que hoy es el Museo del Vidrio. «Son muy parecidas, el mismo tipo de motivos y sólo se llevan cinco o seis años de diferencia», comentaba ayer el historiador Víctor Manuel Heredia, que visitó la vivienda con La Opinión.

El responsable de que una casa de aspecto ruinoso se convierta en un proyecto municipal de ocho viviendas en alquiler para mayores en riesgo de exclusión social es el arquitecto malagueño Ignacio Dorao, mientras que de la recuperación de las pinturas murales se encarga la empresa granadina Tarma Rehabilitación, la misma que restauró la fuente de los leones de la Alhambra.

«He sido respetuoso con todo lo que he podido y más de lo que me han pedido, incluso», resume Ignacio Dorao, que explica que en la fachada se podrá ver la pintura mural original y la parte redibujada -porque estaba desaparecida- con tonos distintos, algo que aplaude el historiador Víctor Manuel Heredia, que compara esta actuación con la rehabilitación de la vecina Casa del Obispo, que perdió el torreón y las partes redibujadas de las pinturas murales no están diferenciadas del resto.

El arquitecto malagueño ha recuperado además la extensión original del patio central, reducido de tamaño hace unos 150 años. Además, ha sacado a la luz el ladrillo a sardinel de los hermosos arcos del patio. El muro de 260 años lo mantendrá y en la gigantesca pared medianera del patio (200 m2) ya tiene el permiso para reproducir, en un proyecto aparte y con el visto bueno de los vecinos, la parte del Perchel del famoso plano de Carrión de Mula de Málaga de 1791.

Las maderas de pino de Flandes relucen en los techos, también recuperados, y las tejas, dispuestas en varias capas con una capa de mortero por encima, se han renovado por completo con la misma técnica, hasta ofrecer un curiosísima cubierta achinada, que recuerda la de los templos chinos.

El historiador señala que «como hipótesis inicial» la casa pudiera haber servido en el XVIII de vivienda y tonelería. En el censo de 1771 aparecen en la calle Calvo dos maestros toneleros y la vecina Casa del Obispo de calle Cerrojo la construyó la familia de toneleros Priego.

Lo que sí está comprobado es que el edificio no fue derribado sino readaptado para dejar paso, a finales del XIX o comienzos del XX, a la calle Almansa, que cortó un extremo. En la vivienda pueden verse varios arcos abruptamente interrumpidos por la llegada de la nueva vía.

Baldosas hidráulicas del XIX recuperadas, canalones de cerámica, cables trenzados, puertas de cuarterones... en calle Calvo, 17 la fusión entre el siglo XVIII y el XXI no es un choque de civilizaciones. Y en las pinturas murales, hasta la huella del compás dejada por el artista anónimo.