­Las manos se ponen húmedas, el pulso golpea y llega hasta la garganta. Las sienes empiezan a martillear. ¿Cómo era la palabra en inglés para decir igualdad? Lo que hace nada se veía como algo lejano, ya está a la vuelta de la esquina y muchos estudiantes se encuentran enclaustrados para prepararse el examen de sus vidas. Las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), mejor conocidas como Selectividad, tendrán lugar en Andalucía los próximos 14,15 y 16 de este mes. Será la última vez que se celebren con su actual formato, antes de sufrir unos cambios que, a día de hoy, todavía están en el aire.

Aunque todavía quedan casi dos semanas, la presión que ejerece la Selectividad ya se materializa en la nota de corte que se disfraza como vocero del juicio final. Aunque los alumnos que llegan hasta aquí han pasado periodos muy intensos de exámenes, la Selectividad es la llave definitiva para acceder a los estudios universitarios. Miedo, pánico y sudor frío. Los síntomas siempre son los mismos. Si no se controlan, pueden influir de manera negativa en el desarrollo de las pruebas. Docentes y psicólogos dan algunos consejos para capear estos tres días que deciden sobre el resto de la vida.

Lo primero que tienen que saber los estudiantes, es que el miedo a los exámenes responde a una reacción normal del cuerpo. El estrés que se genera en estos días, incluso, puede llegar a ser útil. Libera reservas de energía que ayudan puntualmente a elevar la concentración. Como en los animales, cuando presagian una situación de peligro y quieren huir, la adrenalina se expande en el cuerpo e influye en el cerebro. Sin embargo, un miedo excesivo puede tener el efecto contrario, paralizando al cuerpo, mientras que demasiada relajación tampoco es buena. «Hay tres tipos de estrés. El positivo, el agudo y el crónico, que es el que mata», explica la psicóloga Mª Ángeles Castillo. En estos días previos al examen, aumenta la demanda en su consulta. Miembro también del grupo de intervención de crisis y emergencia del Colegio Oficial de Psicólogos ha visto como la ansiedad, en casos extremos, ha llegado hasta el punto de que algunos estudiantes no se han podido presentar a los exámenes. «Hay que hacerles ver que no pueden dejar que el miedo acabe con todo lo que han trabajado hasta el momento», asegura Castillo, que lo más importante, es fomentar la confianza del alumno en su capacidad para pasar unas pruebas que todos los años aprueban más del 90 por ciento de los estudiantes que se presentan.

La preparación de los exámenes resulta fundamental para afrontarlos con garantía. Quien llega hasta aquí, ya ha aprobado todas las materias a lo largo del curso y ahora sólo queda repasar y refrescar el conocimiento. Enrique Sánchez, pedagogo y asesor de formación permanente del Centro del Profesorado de Málaga, señala que el truco está en quitarle hierro a la Selectividad rememorando otros exámenes del pasado. «Son pruebas que se preparan a lo largo del curso. Ahora hablamos de un trabajo que es más de repaso y de refrescar conocimiento. Quien haya trabajado a lo largo del curso puede estar confiado en aprobar», asegura.

Pero la selectividad no sólo genera estrés en los estudiantes. También, provoca miedo y presión en los propios profesores. Un suspenso no alerta. Varios, sin embargo, hacen que la mirada recaiga en el docente. «En los últimos años, contemplamos como empieza a crecer el rechazo entre el profesorado a quedarse con las clases de bachillerato, cuando siempre han sido los cursos más deseados. El sistema ya ha hecho la criba y están los que realmente quieren estar», explica Sánchez lo que para muchos sigue siendo un tema tabú: «No es algo de lo que muchos se atrevan a hablar porque todavía se cree, que al hacerlo, están admitiendo al mismo tiempo que han dejado de confiar en su método de trabajo. Si saco una clase con un alto ratio de suspensos, las miradas recaen en el profesor». Y es, justo en la recta final, cuando los alumnos más necesitan a los profesores. «Muchas veces somos nosotros los que tenemos que decirle a los alumnos que no estudien tanto», señala Sánchez uno de los posibles inconvenientes de enfocar todo el curso al examen final de la Selectivdad. «Es algo que influye directamente en la metodología. Muchas veces te preguntas si hacemos bien en enseñar sólo para aprobar un examen», afirma.

Las tendencias en otros países de nuestro entorno europeo y en Estados Unidos alejan al profesor cada vez más de su estatus como figura autoritaria y lo sitúan más bien como una especie de entrenador. Cuando la palabra coaching está en boca de todos, se trata de acompañar al estudiante en su camino y transmitirle la seguridad de que está preparado para afrontar la prueba con éxito. Y eso tiene que venir de la propia confianza que proyecta el profesor.

Aunque pueda sonar a tópico, hay varias técnicas que pueden ayudar a la hora de afrontar estos exámenes con más garantías. Desde el sueño adecuado, hasta métodos de respiración, Castillo recuerda que todo tiene que ir enfocado a llegar con la mayor tranquilidad posible. «Es importante preparar todo con antelación suficiente. Llegar con tiempo y no pegarse el atracón de última hora. Sobre todo, lo que les repito siempre a todos, es que el día antes del examen no estudien. Aunque lo hacen pocos, está comprobado que ayuda mucho a la hora de llegar al examen sin la sensación de haberlo olvidado todo», afirma la psicóloga.

Medicina, la más deseada

Todo apunta a que este año, de nuevo, sea medicina la carrera más solicitada. Con un 12,70 es, a la vez, la titulación con la nota de corte más alta de todas las que se pueden estudiar en Málaga. El curso pasado, se ofrecieron unas 170 plazas en esta graduación. A pesar de que se trate de la carrera más larga que oferta la UMA y de los continuos recortes que también afectan al sector sanitario, las perspectivas relativamente halagüeñas que ofrece el futuro para los médicos, si se compara con otras profesiones, explican la alta demanda. Después de la formación universitaria, la residencia les asegura, al menos, cuatro años de trabajo remunerado. En la primera adjudicación de plazas del curso pasado, el último alumno en obtener un puesto de los que han presentado su solicitud de preinscripción tenía una nota de 12,7 puntos sobre 14.

Los alumnos que se presentan a la Selectividad con el objetivo claro de entrar en una carrera determinada sufren una presión añadida. «Cuando más concreto tenga el objetivo, más aumenta el miedo al fracaso», manifiesta Castillo que esta presión la proyectan también los propios padres. «Una semana antes del examen, tenemos que tener la motivación muy clara. Vamos a ir a por todas. Las expectativas tienen que ser positivas», le comunica la psicóloga a los alumnos que la visitan estos días.