­Tras dos años de intentos fallidos, Lorena Matas y Ricardo González decidieron ponerse en manos de profesionales para cumplir su gran sueño: ser padres. Conscientes de que en la sanidad pública tendrían que esperar al menos dos años, en un primer momento acudieron a una clínica privada para probar suerte. «Todos los que nos enfrentamos a este problema y tenemos la posibilidad económica de intertarlo como mínimo una vez, lo hacemos, hay que agarrase a esa esperanza», reconoce Lorena.

Pero, en la mayoría de los casos, una segunda oportunidad no es una opción. El elevado coste de estos tratamientos es el principal escollo. «En la privada, la fecundación in vitro oscila entre los 3.500 y los 7.000 euros», explica. Una cantidad a la que habría que sumar el coste de los medicamentos que normalmente asciende hasta los 1.200 euros, lo que, en el mejor de los casos, supondría un desembolso de casi 5.000 euros.

No es fácil aceptar el problema, la infertilidad sigue siendo un tema tabú y las personas que lo sufren experimentan a menudo una serie de sentimientos que perjudican su estado emocional. «Las frases mas recurrentes son las que más duelen, sentir vergüenza y soledad es muy habitual. También que tu círculo de amigos y familiares no te entienden. No saben como ayudarte y se quedan al margen», explica la malagueña.

Lejos de rendirse, a finales de 2014 la pareja acudió al Materno confiando en encontrar una solución definitiva. Se estaban acercando a la edad límite para inscribirse en lista de espera, 38 años para la in vitro, pues ambos han cumplido los 37 y el centro no permite que la realización del tratamiento se lleve a cabo en mujeres con más de 40 años. Tendrían que esperar meses pero su optimismo aumentó cuando les informaron de que «estaban en un hospital de referencia y con una espera menor que en el resto de Andalucía». Fue entonces, cuando a través de internet conocieron la historia de Marian Cisterna, fundadora de «Hello!», el primer grupo de apoyo destinado a ofrecer charlas motivacionales para personas que estaban afrontando diferentes etapas de la infertilidad. Ella misma había experimentado la necesidad de los pacientes de compartir sus experiencias y de encontrar a otras personas en su misma situación. Para Lorena, el hallazgo marcó un antes y un después. «La asociación me ayudó a sentirme más relajada y comprendida, un refuerzo muy positivo y necesario», asegura.

Desde ese momento, entraron a formar parte del proyecto y se implicaron tanto que el pasado 4 de junio, aprovechando la celebración del Día Mundial de la Infertilidad, presentaron en sociedad, junto a la psicoterapeuta Silvia Gil, la asociación en Málaga, ciudad que albergará la sede andaluza. El equipo, que ya ha recibido numerosas peticiones desde que se dió a conocer, está organizando ya los primeros Coffee Talk y charlas-talleres, donde especialistas (en nutrición, yogaterapia, psicología individual o en pareja...) colaboran de manera altruista para ayudar a los pacientes a afrontar de manera positiva la búsqueda de un hijo que tarda en llegar. Además, existe un foro privado online donde los usuarios se conectan generando una corriente de apoyo y compañía para personas que viven el proceso en solitario.

«Encontramos un alivio que queremos que experimenten todos los que acudan a nosotros», dice. Gratuita y sin ánimo de lucro, la asociación cuenta ya con más de mil personas de diferentes comunidades y con numerosas «Hadas Madrinas» (aquellas que habiendo conseguido un embarazo o habiendo desistido de la idea, continúan perteneciendo al grupo para prestar su experiencia).