­La proliferación del mosquito tigre podría tener los días contados o, al menos, así lo esperan los cientos de malagueños que sufren sus incómodas picaduras. Para ello, el próximo día 20 dos biólogos del Servicio de Control de la Diputación de Huelva, expertos en este tipo de plagas, visitarán la ciudad para trazar un plan de actuación conjunto con el resto de organismos implicados.

La visita se centrará en buscar el origen del problema, estudiar las especies de mosquito que conviven, encontrar los posibles focos en activo y analizar las consecuencias para los vecinos, según informó a este periódico ayer el biólogo Santiago Ruiz. «Cuando conozcamos el problema real podremos actuar de acuerdo con el resto de administraciones porque en este momento desconocemos en que medida y en que zonas está afectando el mosquito tigre en la ciudad», puntualizó.

Visitarán la desembocadura del Guadalhorce, uno de los núcleos que ha registrado un incremento de llamadas alertando de la presencia de este mosquito y ha generado la petición de esta visita por parte de la dirección del paraje. No es la única zona afectada. Localidades como Alhaurín, Torremolinos, Benalmádena, Campanillas o los barrios del oeste de la capital como Guadalmar o Sacaba son algunos de los puntos en los que se ha incrementado la presencia de este mosquito.

Es pequeño, resistente y ya conforma una de las tantas especies invasoras que han llegado a la ciudad para quedarse. El director del departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, José Enrique García Raso, aseguró que más allá de las molestias que generan las picaduras vistosas de este insecto, se trata de una más que se une a las que ya conviven en nuestra geografía.

La mala fama de este mosquito de origen asiático perteneciente a la familia de los Aedes es la capacidad de portar enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla. En su llegada a Europa incluso portó la fiebre chikungunya. «No debió suponer un problema grave pero alguno sí que dio», expresó García Raso. Sin embargo, apeló a la tranquilidad. «Esas enfermedades no están aquí por lo que no hay problema», e incluso se remontó a la época en la que hubo paludismo o malaria en España -enfermedades ya erradicadas-, y la especie que entonces transportaba dichos virus continúa entre nosotros.

Los primeros mosquitos tigres en sobrevolar tierra española llegaron hace más de una década, en torno al 2004. Entraron por Cataluña y lo más probable es que procedieran de Italia o el sur de Francia, según indicó el director del departamento de Biología de la UMA. Desde entonces su conquista ha sido imparable y su presencia se ha extendido de manera progresiva por todo el territorio.

«Es una especie que ha entrado y se va a quedar. Es muy difícil erradicarlo y se adapta muy bien a los ambientes y se adapta a nuestra fauna», sentenció.

Los espacios con aguas estancadas son auténticos criaderos de este mosquito pintado con franjas claras y oscuras. La desembocadura de un río, piscinas, acequias, maceteros e incluso neumáticos se convierten en lugares aptos para su desarrollo, según el experto, una especie que ha sabido hacerse al entorno, gracias al clima cálido que impera en la ciudad.

«Que sepamos no interacciona negativamente con otras especies y será otro mosquito más que nos va a picar a nosotros y a los animales», indicó. Para aquellos que son blanco perfecto para estos insectos, paciencia. El mosquito tigre, al igual que el resto de especies, tiene una corta vida que se concentra cuando el termómetro comienza a subir y en la época de verano.