Una pareja duerme plácidamente. Misma habitación, misma cama. Uno se despierta con la piel intacta pero el otro casi no ha pegado ojo... ¡está plagado de picaduras de mosquito! ¿Qué pasa? ¿Por qué los mosquitos siempre le pican al mismo? ¿Por qué se ceban en una misma persona, si tiene también «sangre fresca» justo al lado? ¿Cómo seleccionan estas criaturas a su víctimas? Aquello de la «sangre dulce» es un mito, aunque el grupo sanguíneo sí tiene que ver. Pero no es el único factor, ni mucho menos. La genética de la presa también supone un aspecto clave para que estos chupópteros elijan a una u otra persona así como algo tan simple como respirar o sudar. La suma de los factores multiplica las posibilidades.

Los mosquitos, entre otras cosas, huelen las sustancias que emite el cuerpo humano desde largas distancias. De hecho poseen unos receptores en los «palpos maxilares» capaces de detectar el dióxido de carbono que emana cuando respiramos y el olor corporal que emitimos. Solo las hembras pican. Lo hacen por la supervivencia de sus crías. No hay piedad. Necesitan ingerir sangre para poder madurar sus huevos así que cuando seleccionan a una víctima, la rastrearán y ya no la dejarán en paz. Aquí desgranamos, de la mano de la científica valenciana Pilar Mateo, las claves para comprender por qué los mosquitos pican a unas personas... y a otras no. El debate está servido.

La respiración: Atraídos por el dióxido de carbono. Los mosquitos eligen a sus víctimas por su respiración, es decir, por la cantidad de CO2 que emiten. Un ser humano emite 100 miligramos de este gas cada vez que exhala (unas 13 veces por minuto). El dióxido de carbono emitido al respirar es mayor en los adultos que en los niños, de ahí que los primeros amanezcan con más picaduras que los segundos si duermen en la misma habitación. Las embarazadas también emiten índices anormales de dióxido de carbono y son sus víctimas favoritas. La cantidad de dióxido de carbono también varía en función de la dieta y el ejercicio físico que se siga. Una respiración agitada indica a los mosquitos que el festín está cerca.

Ácido láctico: En el propio sudor y en lociones y perfumes. El ácido láctico que se emite a través del sudor también atrae a los mosquitos. Las personas más altas y las mujeres embarazadas emiten más cantidad de ácido láctico, lo que les convierte en blancos perfectos. La mayoría de lociones y cremas contienen ácido láctico. Además, la sudoración implica bañar el cuerpo con un coctel químico, cargado de sal y humedad, que resulta más que atractivo para los mosquitos. Cuando las personas tienen concentraciones altas de esteroides o colesterol en la superficie de la piel los chupópteros pululan a su alrededor. También se sienten atraídos por las personas que producen mucho ácido (por ejemplo, ácido úrico) al ser sustancias fuertes que estimulan sus olfatos.

La genética: El particular olor de cada uno. Que seamos o no un imán para las picaduras está condicionado, en gran medida, por las moléculas que contribuyen a nuestro olor corporal, según revela un estudio con gemelos realizado en la Escuela de Higiene y Medicinal Tropical de Londres. La piel de cada persona tiene un olor único. Además, más de un billón de microbios viven en la piel, pero todos tenemos microbios diferentes, por lo que cada olor es particular y único. Cuando los mosquitos pasan de largo es porque esa persona emite repelentes naturales.

Grupo sanguíneo: El grupo 0 es el favorito. Los mosquitos pican dos veces más a las personas con tipo sanguíneo O que a quienes tiene sangre del grupo A. Los sujetos con grupo sanguíneo B se encuentran pues a medio camino entre ambos en cuanto al número de picaduras se refiere. Así consta en un estudio dado a conocer en «Journal of Medical Entomology».

Ingerir alcohol: Principalmente, cerveza. Según un estudio publicado en «Journal of the American Control Asociation», beber una botella de cerveza hace que los mosquitos se sientan más atraídos por esa persona que si se mantuviera totalmente sobrio. Algo parecido ocurre con el queso según otra investigación japonesa, que asegura que quienes comen demasiado queso y toman mucha cerveza terminan la noche con más picaduras de mosquito que quienes no lo han hecho.

Higiene personal: «Atractivo» olor a pies. El fuerte olor a pies atrae al mosquito «Anopheles gambiae», el transmisor de la malaria, según los científicos de la Universidad Wageningen en Holanda. Además, diversos estudios coinciden al asegurar que cuanta más suciedad tenga el cuerpo, más atraerá a estos chupópteros.

Movimiento y calor. Otros elementos que atraen a los mosquitos son el movimiento y el calor. Cuando las personas hacen ejercicio, estos insectos detectan que se están moviendo y se dirigen hacia ellas. La respiración es más agitada, y por tanto se emana más CO2 lo que constituye la primera atracción para el mosquito.

La elección del vestuario. Al parecer, los mosquitos tienen especial predilección por los colores oscuros. El rojo y el negro son sus favoritos.

Así, una embarazada vestida de rojo, una persona con respiración agitada que haya consumido cerveza u otra alta con grupo sanguíneo O que rocíe su cuerpo con crema son víctimas «gourmet» para unos mosquitos que, eso sí, elegirán a su víctima para no soltarla. Aunque tengan otra posible presa justo al lado.