­«Esto es el Stonehenge malagueño», comenta con una sonrisa Pablo Portillo, abogado, experto en carpintería de ribera y miembro de la Asociación cultural Amigos de la Barca de Jábega (ABJ). Y quizás no le falte razón.

El sol está a punto de ponerse por los cerros de la Sierra de Mijas, que a esa hora de la tarde noche del lunes 20 de junio parecen brumosas olas de piedra.

Los socios de la ABJ están a punto de celebrar la plenitud solar, el solsticio de verano, y se reúnen al pie de la Torre de las Palomas, contemporánea de Felipe II, en la playa de La Araña. A sus espaldas, separadas por la carretera, las cuevas de la Araña, así que no es descartable que hace 500.000 años, ejemplares de Homo heidelbergensis y más tarde de neandertales y Homo sapiens recibieran la nueva estación y el cénit del astro rey con algún ritual a la orilla del mar.

El de la ABJ, adaptado a los tiempos, combina la tradición de los remotos fenicios, simbolizada en la barca de jábega, con la lectura de microrrelatos y poesías, los ganadores de la primera edición de sus Premios Alborán en las dos modalidades, cuyos ganadores y finalistas han sido reunidos en el número 34 de la revista Cuadernos del Rebalaje, la publicación de la asociación, presentada mientras el sol iba apagando sus fulgores.

La Rompeola, la barca de jábega del C.D. Rebalaje, botada en 2010, realizó antes de la ceremonia de tierra un pequeño paseo, previa charla sobre el origen de la barca de Pablo Portillo. Llevaba a bordo, aparte de a los periodistas de La Opinión, a Javier Ramírez y Mercedes Jiménez, del Centro de Tecnología de la Imagen de la UMA, que recibieron el bautismo del mar. A los remos, siete jóvenes de 17 años del C.D. Rebalaje, campeones juveniles de la Liga Andaluza de Remo.

Desde el mar, la Torre de las Palomas luce imponente, pese a unas pintadas en la base. En comunicación con la desaparecida Torre de San Telmo, seguro que impidió más de un rapto de malagueños con destino a las cárceles de Argel, para hacer compañía a Miguel de Cervantes y otros cautivos.

Ya en tierra, todos se dirigen al pie de la torre. El presidente de la ABJ, Antonio Clavero, explica que, tras la lectura de los poemas y microrrelatos, las mujeres presentes encenderán bengalas, para emular, con métodos modernos, a los antiguos «que pensaban que el sol se iba y ya no volvía y lo ayudaban con algunas luces».

La lectura de cuentos y poesías devuelve al fresco del inminente verano a Odiseo, Blas de Lezo, a pescadores «gladiadores de la arena y de la espuma» y otros.

El sol se pone, la Rompeola asoma por el lado de la playa de la Fábrica y Aurora Ramírez, caracolera de la panda de verdiales del Arroyo Gálica, hace sonar la caracola desde la barca, mientras otro caracolero le responde en tierra.

Los jóvenes de la Rompeola, remos en alto, despiden al sol. Minutos antes, Miguel López Castro ha cantado a bordo unos jabegotes, recuperados cantes que en el pasado remataban las malagueñas.

La letra no puede ser más apropiada para el momento: «El sol nos prometa más luz,/la luna mira al espejo,/ la mar atrapa reflejos/ de justicia y de salud,/ que son dos amores viejos/. Se marcha el sol, asoma la luna llena. El Stonehenge malagueño en toda su plenitud.