Frustración e indignación son dos adjetivos que describen a la perfección el estado de Isabel Lupiáñez desde este martes. A sus 55 años, y tras más de 30 dedicados a la educación, esta profesora malagueña decidió presentarse a las oposiciones de Secundaria del pasado junio sabiendo que, debido a su edad, probablemente sería la última oportunidad. «Llevo toda mi vida en una permanente y buscada formación: carrera, cursos, doctorado, publicaciones... Esta mañana, con los merecidos nervios, he abierto la página del opositor para ver mi nota, 4,6953 y por momentos fue como si tambalease mi norte», así explicaba Isabel su decepción porque, a su juicio, la prueba «estaba para aprobar».

«Preguntaron por Nietzsche, he publicado varios artículos sobre él e, incluso, lo había repasado minutos antes de entrar», cuenta.

Ante el resultado inesperado y el sentimiento de rabia propio del momento, Isabel redactó un escrito «a modo de reflexión, y no de reclamación» y lo remitió a su tribunal (el número 9 en Torremolinos), a la Consejera de Educación de la Junta, Adelaida de la Calle y a la delegada Territorial de Educación Patricia Alba. «Me perdí con las cifras. Un examen de filosofía que se calificaba con décimas, centésimas, milésimas y diezmilésimas. ¿Qué criterio de evaluación recogía las diezmilésimas?» continuaba en su comunicado. Y es que tras tres meses «totalmente volcada» en la preparación del examen, Isabel no entiende como ha obtenido esa calificación. «Vería lógico un 4,5 o un 4,6, pero no una cifra con cuatro decimales. Es insultante, parece una tomadura de pelo, están jugando con nosotros y nos están cerrando puertas», añadía mientras contaba su historia a La Opinión de Málaga, al salir del IES Victoria Kent de Marbella donde está impartiendo clases este año.

«Seguro que no soy la única en esta situación», decía pues al parecer sólo unas 30 personas lograron superar la prueba de filosofía, «apenas con un 5» de las más de cien personas que optaban a las aproximadamente nueve plazas previstas para la provincia de dicha especialidad.

«Estoy indignada porque es un sistema irracional, el esfuerzo no se premia y no entiendo como en una asignatura como filosofía se pueden calificar los conocimientos hasta con cuatro dígitos», repetía. La profesora, asegura «saber muy bien de lo que habla» porque según comenta ha trabajado durante años en la delegación como administrativa. «El proceso de selección del personal docente es irracional.

Tendemos con frecuencia a echar la culpa al sistema, como si este fuese un ente poderoso, olvidando que el sistema somos nosotros, personas de carne y hueso que actuamos a veces sin el más mínimos sentido común», reflexionaba.

Es muy probable que en unos días «el enfado» vaya a menos, o eso opina, pero reconoce que no es fácil admitirlo. «Esta noche he vuelto a la realidad, realidad que los que nos dedicamos a enseñar filosofía, manoseamos con tanta frecuencia y me he dicho que no, que no me faltan 0,3047 décimas para seguir adelante como docente. Yo he vuelto a recuperar mi norte, espero que alguien perdido/a entre tantos decimales, recupere el suyo», sentenciaba su escrito, al que tampoco espera recibir ningún tipo de respuesta, ni reacción.