­El objetivo era robar, eligieron a un conocido, un objetivo fácil que llevaron hasta la vivienda de uno de los implicados en el municipio granadino de Padul. Allí lo maniataron, lo golpearon sin piedad y después decidieron deshacerse de él. Lo introdujeron todavía con vida en un vehículo y recorrieron al menos 120 kilómetros, un viaje de más de hora y media antes de estrangularlo y quemar el cuerpo. El azar les llevó hasta la falda trasera del monte San Antón, en la zona Este de la capital malagueña, donde los autores del crimen, dos hombres y dos mujeres muy jóvenes, tuvieron la misma compasión con la víctima que precauciones a la hora de dejar pistas en la zona en la que se produjo la barbarie.

La mañana del pasado 19 de julio, un hombre que inspeccionaba su finca no tardó en descubrir el cuerpo. Antes vio un árbol del camino partido por la mitad y la rodadura del coche que le había pasado por encima. De uno de los hoyos que él mismo había cavado en la ladera para plantar olivos salía humo. El cadáver estaba bocarriba, con los brazos en la espalda y amordazado. Llamó a la Policía Local, cuyos agentes, a la espera de que llegara el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, rociaron un extintor sobre el cuerpo y localizaron algunas pruebas que evidenciaban que los autores del crimen ni eran profesionales, ni conocían la zona.

Encontraron un vehículo blanco con todo lo que eso conlleva y más. Estaba en el fondo de un terraplén sin demasiados daños. Las marcas que también dejaron los neumáticos en la parte inferior del talud indicaban que intentaron devolverlo a la pista, pero la precipitada huida que iniciaron tras prender el cadáver tuvieron que completarla a pie. Con los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica sobre el terreno se confirmó la chapuza. Había pruebas de sobra para pensar que el cuerpo, que no estaba carbonizado y ha permitido trabajar a los forenses con holgura, podía pertenecer a F. G. R., un pensionista de unos 50 años residente en Granada que amaba el flamenco. Se hacía llamar El niño de la romareda. A la espera de los resultados definitivos del ADN, los investigadores tenían menos dudas respecto a los sospechosos, tres de los cuales, incluida la menor, fueron detenidos en apenas dos días en Padul y Granada capital. El último arresto, otra mujer cuya identificación ha dado más trabajo a los agentes, culminó hace unos días en Motril. Los tres adultos ya han ingresado en prisión y la menor internada en un centro de menores por su presunta responsabilidad en los delitos de homicidio, robo con violencia y detención ilegal que asumieron con bastante frialdad.