Haría falta una película para recoger parte de los sinsabores y también alegrías de la malagueña Gemma Rodríguez, churrianera de 37 años, porque su historia, para empezar, entronca con la de su abuela materna, una mujer maltratada que tras divorciarse de su marido conoció al hombre de su vida, un hombre negro de Senegal con el que no podía pasear por la Málaga de los 50: «La gente les tiraba piedras y para que no hablaran, mi abuela puso una pensión».

También Gemma, estudiante de Turismo y Arte Dramático, cantante de flamenco y copla y antigua azafata de Hispanair, se enamoró de un hombre negro de Nigeria, que terminó maltratándole de forma despiadada, lo que le supuso varias operaciones.

Gemma Rodríguez se repuso del maltrato y también de un lustro con cáncer de mama y hace dos años, esta antigua cooperante en África de Payasos sin fronteras puso en marcha la ONG Nada es imposible, con sede en la barriada de Pinosol.

«A raíz de sufrir maltratos y del cáncer me dije: nada es imposible, si he superado esto, cualquier cosa puedo superar», explica con una amplia sonrisa.

La ONG tiene como uno de sus objetivos repartir alimentos y en la actualidad lo hace a 410 familias, sobre todo de la zona de Lagunillas, la Cruz Verde y La Palma-Palmilla. «Tengo que dar muchísimas gracias, por ejemplo a la Cruz Roja, a Pepe Perucho y a Baltasar del Moral, porque desde que dije que iba a empezar ellos han estado a mi lado», cuenta.

El reparto de Cruz Roja, informa la presidenta de Nada es imposible, tiene lugar todos jueves y viernes del año de 5 a 7 de la tarde y está en contactos para poder entrar en el reparto de Bancosol después del verano.

Además, la quincena de voluntarios de la ONG recolecta alimentos de los supermercados, así como en Mercamálaga y otro tipo de establecimientos.

«Aparte del reparto, si hay problemas con menores los acompañamos, contamos con una psicóloga y una abogada», cuenta. Pero también la ONG busca que las familias que reciben alimentos se «impliquen», por eso Nada es imposible también ofrece clases de apoyo escolar y de teatro, gracias al trabajo desinteresado de profesores.

Y como Gemma no puede parar, hace tiempo que imparte charlas en colectivos de todo tipo sobre el maltrato y hace seis meses ha puesto en marcha la asociación Nunca sol@s, de asistencia a personas maltratadas de cualquier sexo, incluida la violencia en matrimonios de igual sexo.

Pero hay más, porque la amarga experiencia de Gemma con el maltrato, pero también su relación con África, por el ejemplo de su abuela, conforman su autobiográfica África en la piel, de la que ha vendido nada menos que 16.500 ejemplares, dinero con el que ha podido construir dos pozos en una población cerca de Dakkar, la capital de Senegal.

Una película. La vida de esta malagueña es de película, por eso África en la piel se va a convertir próximamente en un mediometraje con guión de la propia Gemma.

Pero la próxima cita de la presidenta de Nada es imposible y de los malagueños solidarios será el próximo jueves, 4 de agosto, con una cena solidaria en la pizzería Mamma Mía del Paseo de Reding.

«Me dicen que qué me pasa siempre, que por qué estoy sonriendo y la gente no sabe que esto es una máscara que llevo, porque si miras dentro de mí...», confiesa. Madre de dos niños y felizmente casada en segundas nupcias, si miramos el interior de Gemma Rodríguez apreciaremos un corazón de un enorme tamaño.