­Avanza la Feria, se aclaran las previsiones. Ya con un rumbo que cada día que pasa parece ser más definitivo y que, por suerte para los intereses económicos de Málaga, conecta plenamente con el mejor de los escenarios planteado en la víspera por los hoteleros y por el resto de empresarios. Si la pasada edición de las fiestas, la de 2015, fue la del récord, este curso no le irá, en ningún caso, a la zaga. Y menos después de contar oficialmente los resultados del primer fin de semana, que concluyó con un nivel de ocupación oficial cercano al lleno, de un histórico 97 por ciento.

Según informó ayer a este periódico Francisco Moro, vicepresidente de Aehcos y responsable del sector en la ciudad, los alojamientos llegarán a la última etapa de la Feria con un pronóstico más que favorable. Y, eso, a pesar de que las reservas para esas fechas flaqueaban hace tan sólo quince días, cuando se apreciaba un contraste bastante acentuado entre el ritmo de ventas del puente inicial y el resto de jornadas. Una diferencia que, de acuerdo con Moro, no inquietaba de ningún modo al sector, que acumula ya a sus espaldas decenas de ediciones y sabe, por experiencia, que muchos turistas, especialmente en las provincias limítrofes, acostumbran a tomar la decisión y organizar su viaje prácticamente sobre la marcha.

Esta vez, sin embargo, los clientes tendrán que estar más avispados. Sobre todo, porque, aunque la planta de Málaga es amplia, corren el riesgo de quedarse sin plaza. De hecho, para el último fin de semana, el que más ha tardado en venderse, ya están reservadas el 90 por ciento de las habitaciones. Un dato que, sin duda, despeja las pocas incógnitas que quedaban en la industria, donde todos confían en que el balance final se sitúe a medio camino entre la mejora y la repetición de los resultados -indiscutiblemente positivos- del pasado ejercicio.

De momento, los días que parecían de partida más aciagos han roto su desidia y empiezan a parecerse cada vez más a los que sirvieron de bienvenida a la nueva edición de la Feria. Moro calcula que el 90 por ciento de ocupación ascenderá finalmente al 95, lo que sumado al excelente nivel que están exhibiendo las jornadas laborables arroja una media que podría alcanzar al final de las fiestas el 92 por cien. «Será una cifra similar a la del pasado año. Y eso es un éxito. Entre otras cosas, porque es ya francamente difícil superar esa cuota. Tendrían que estar vendidas todas las plazas», señala.

El pronóstico para los bares y restaurantes tampoco afloja para los últimos días de Feria. En este caso, como puntualizan en Mahos-Amares, la suerte es indisociable de la buena marcha del turismo, que está suponiendo una ayuda indispensable a la hora de elevar el consumo, acaso todavía, en estos tiempos de recuperación, la gran asignatura pendiente. El referente de 2015 funciona también aquí como un horizonte deseable. Y más si se tiene en cuenta que en la pasada edición de la Feria el Ayuntamiento de Málaga contabilizó un impacto económico, entre ingresos directos e indirectos, cercano a los 50 millones de euros. Superar ese umbral es el reto con el que parte la hostelería en estas fiestas. Y, además, sin renunciar al optimismo, previendo, incluso, un salto que los más optimistas sitúan en torno al diez por ciento. Especialmente, por la confianza de los clientes, que se ha restablecido después de los años de excesiva prudencia que siguieron, y con razón, al estallido de la crisis. El negocio está garantizado.