­El Ayuntamiento de Málaga dio ayer un paso más para el desmantelamiento definitivo del parque para perros ubicado en el entorno del antiguo cementerio de San Rafael. Después de una reunión con la Asociación contra el Silencio y el Olvido, por la Memoria Histórica, y en presencia del resto de grupos municipales, a los que el colectivo, con el consentimiento del Consistorio, quiere integrar en la toma de decisiones sobre el futuro del camposanto, el alcalde, Francisco de la Torre, accedió a la petición de clausurar el espacio, que ya ha sido cerrado en su totalidad y que recientemente fue objeto de una desagradable polémica al descubrirse que parte de su extensión, dedicada al alivio de los animales domésticos, había invadido por error la superficie anteriormente ocupada por una de las fosas comunes. En concreto, la del llamado Sector 8, de donde fueron recuperados los restos, entre 2006 y 2009, de más de un millar de fusilados.

Según informó a este periódico el presidente del colectivo memorialista, José Sánchez, durante el encuentro, desarrollado en un ambiente de pleno entendimiento, el regidor asumió la propuesta de los familiares de las víctimas, que no sólo piden la retirada del espacio canino situado junto a las tumbas, sino su desaparición total de los aledaños del cementerio: un lugar que la asociación concibe como un área consagrada a la memoria y en el que ya se eleva un panteón en honor a las más de 4.500 personas que fueron asesinadas por el régimen entre 1937 a 1954.

Una vez cerrado, el controvertido parque será reubicado a un emplazamiento alternativo, que será sopesado entre diferentes opciones por el Ayuntamiento en las próximas semanas. En el encuentro de ayer, que concitó a un nutrido grupo de concejales y técnicos municipales, además de a miembros del colectivo como el arqueólogo Andrés Fernández y el investigador Francisco Espinosa, también se abordaron otras cuestiones relacionadas con el recinto. A pesar de su trascendencia pública, el cierre del área para perros no es la única asignatura pendiente en San Rafael. La más inminente, la protección de las fosas, que serán delimitadas, probablemente mediante elementos sólidos, para evitar, como aparece recogido en el convenio, que cualquier tipo de intervención urbanística -en septiembre Sando comienza con su remodelación- pueda afectar, ya sea con canalizaciones o con el propio asfaltado, a la preservación integral de las antiguas sepulturas.

Otro de los compromisos asumidos por el Ayuntamiento consiste en el desbroce y la limpieza del espacio, así como la sustitución de la parte más deteriorada de sus accesos, burlados en más de una ocasión por los vecinos más insensibles y sus mascotas. El cementerio de San Rafael, considerado, por su número de víctimas, como el mayor patíbulo del franquismo, contará también con un centro de interpretación de la memoria. Una tarea que ocupa en la actualidad conjuntamente a los equipos de la asociación y de Urbanismo, que estudian asimismo la manera más idónea de conservar la tapia en la que se llevaron a cabo buena parte de los fusilamientos y cuyo perfil original está alterado por un añadido de altura encargado para proteger uno de los nichos interiores. Queda, en suma, trabajo en el camposanto, pero ya, por fin, sin sobresaltos y con el esfuerzo de unos y otros de nuevo puesto en la misma dirección: la que precisan las víctimas y la historia.