Llevamos bastante tiempo ya leyendo y hablando sobre la sostenibilidad y el desarrollo como dos términos, en principio, positivos y constructivos, que nos van a ayudar a «evolucionar», que van a hacer de este mundo un sitio mejor para vivir, para convivir, y que, igual esto es tan solo una impresión mía, casi nos pertenecen exclusivamente al Tercer Sector, a ese que se dedica exclusivamente a hacer de este mundo un mundo mejor y más justo.

Me refiero, más concretamente, a la sensación de que las asociaciones, las ONGD más progresistas, tenemos que basar nuestro trabajo en estos términos. Si presentamos proyectos endulzados con estas palabras son mejor valorados, damos a los escasos fondos públicos una razón de ser, un motivo para enorgullecer a las/os contribuyentes, para que piensen que desde las administraciones públicas están dedicando parte de su dinero a hacer de este mundo un lugar mejor. Y, ¿no es eso cierto? Podríamos decir que sí, pero, ¿es suficiente? Podríamos decir que no.

El desarrollo sostenible se consigue interseccionando estos tres pilares: el económico, el social y el medio ambiental. Tiene que haber un equilibrio en el crecimiento de los tres para no poner en peligro la vida del planeta ni la calidad de vida de las personas. Y me pregunto yo, esto, que tanto peso acarrea, ¿no se conseguiría mejor desde una buena gobernanza, local y global, y no tan solo desde el trabajo de un minúsculo tercer sector? La palabra sostenibilidad conlleva eficiencia, y esto es precisamente lo que no estamos siendo, eficientes.

Hace ya unos meses que la Plataforma 2015 y más presentó el índice de coherencia de políticas para el desarrollo (ICPD), «una innovadora herramienta para medir el progreso de los países de forma alternativa a las medidas basadas en el crecimiento económico» tan limitadas como lo puede ser el PIB. Como describen desde la Plataforma 2015 y más se trata de «medir para explicar y transformar la desigualdad local y global. El ICPD se ha construido con el ánimo de proporcionar una alternativa a las mediciones del progreso de los países que no tienen en cuenta, de forma integrada, criterios de sostenibilidad ambiental, de equidad y justicia y de responsabilidad global». ¿Suena bien verdad? Pues a ver si conseguimos que, el día que se forme un gobierno en este país, nos escuchen para que tengan en cuenta este nuevo índice medidor, y las políticas se basen realmente en el desarrollo sostenible, todas. Seamos eficientes desde nuestras gobernanzas locales y globales y no solo desde algunas pequeñas esferas, para aparentar.

Mientras tanto desde Prodiversa-Progreso y Diversidad, desde una minúscula parte de un minúsculo tercer sector, seguiremos con nuestro empeño en sensibilizar para que la ciudadanía esté informada, sea crítica, participativa y esté movilizada para seguir logrando pequeños cambios que nos lleven a convertir las ficciones en realidades.

*Arenas Moreno es técnico de Voluntariado y EpD de Prodiversa