­Hace 50 años, buscando un lugar en el que hospedarse en una ciudad que todavía se movía felizmente enclausurada entre el blanco y negro, si uno quería adentrarse en un espacio abierto al mundo, con proximidad al mar y al inconfundible aroma que desprende el Mediterráneo, la única elección posible era el Málaga Palacio. Justo este jueves, pasaron 50 años desde que abrió sus puertas uno de los hoteles más reconocidos a nivel nacional, y que se ha convertido a lo largo de medio siglo en un testigo privilegiado de los cambios y de la evolución que ha experimentado una ciudad que, hoy día, poco tiene que ver ya con aquella que recepcionó a su primer representante de gran lujo un 1 de septiembre de 1966.

Festejó el Málaga Palacio una cifra tan redonda -a ver cuántas empresas duran en España unos 50 años con la que está cayendo- como lleva siendo marca de la casa: a su manera, con un estilo propio, huyendo del típico comer y beber hasta reventar más común en una boda en la Axarquía, pero evitando, también, el acabar en un evento demasiado tiquismiquis así como en pose de sorbete de Jaime de Marichalar. Los 500 invitados que estaban en lista, podían haber sido muchos más si no hubiera sido por las exigencias del aforo, disfrutaron de una fiesta aniversario muy en sintonía con lo que ha sido una manera tan propia como sofisticada de entender la noche.

La recepción a las puertas del hotel a última hora de la tarde, ya dio buena fe de que se trataba de un día especial. Hay que buscar muy en el tiempo para ver qué empresa ha tenido la capacidad de congregar a tantos diferentes representantes de la sociedad del momento, procedentes de todos los ámbitos que hay por enumerar. Artistas, políticos, empresarios, toreros, en definitiva, un amplio espectro que disfrutó de una fiesta que se desarrolló en dos niveles. Primero, en el hall del hotel y, posteriormente, culminando con una actuación del mismísimo Pepe, El Marismeño en la terraza del hotel. Pero no fue el único artista que se dio cita esta noche. Entre los invitados que no quisieron rechazar la invitación que les había hecho el actual director de la casa, Jorge González, figuraron, entre otros, María del Monte, Nuria Fergó, o la actriz Neus Sanz. En el caso de Diana Navarro, incluso, interrumpió su actual trabajo de grabación para desplazarse hasta Málaga.

Amplia representación política. El desembarco de representantes públicos que desfiló por la recepción, que aguardaba antaño los famosos candelabros que colgaban de su techo, también fue amplia y nutrida. Encabezados por el consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Fernández, se dejaron caer, entre otros, también, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, la portavoz del equipo de gobierno popular en la Diputación, Francisca Caracuel, así como el portavoz del PSOE, Francisco Conejo. Tampoco faltaron el portavoz municipal de Ciudadanos, Juan Cassá; el concejal Julio Andrade y el edil socialista Dani Pérez. Otros asistentes fueron el delegado del Gobierno de la Junta, José Luis Ruiz Espejo; el subdelegado del Gobierno, Miguel Briones; la diputada Carolina España; Arturo Bernal, gerente de Turismo Costa del Sol; Luis Callejón, presidente de Aehcos, y Javier González de Lara, presidente de la CEA.

«Estamos muy agradecidos por el esfuerzo que han hecho todos en venir», aseguró Jorge González, consciente, también, del esfuerzo de su plantilla para compaginar la fiesta con el habitual funcionamiento del hotel. Al finalizar el acto, a cada invitado se le entregó un libro conmemorativo que detalla los hitos del hotel a lo largo de los últimos 50 años. Con la actuación de la compañía de danza de David Segura todavía en la retina, sólo faltó el detalle de la Noria para culminar una estampa en redondo.