Todo lo que gira en torno a la Educación es materia de controversia. Siempre hay nuevas formas de pensar, de buscar nuevos métodos para que los más pequeños puedan ser más eficaces en sus estudios y dar lo mejor de sí mismos. Uno de los temas que se han puesto sobre las mesa se debe a los datos dados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): España está muy por encima de la media del resto de países europeos en el tiempo que se destina a las tareas escolares en casa. ¿Y qué tiempo medio se invierte? Más de las cuatro horas semanales recomendadas. Finlandia o Corea, paradigmas del rendimiento escolar óptimo, rondan apenas las dos horas y media de deberes semanales. Así que surge una pregunta, ¿el número de horas de refuerzo repercute en los resultados de forma positiva?

La portavoz de FDAPA, Pilar Triguero, se ha referido a la visión que tienen desde allí: «FDAPA está en contra de los deberes escolares». Los motivos que les llevan a rechazar esta metodología se deben a que «la mayoría de familias, sobre todo de determinados niveles educativos, no tienen formación en esas materias como para supervisar y ayudar a los niños. Los deberes terminan siendo una fuente de ingresos para academias particulares y es motivo de discriminación». A medio camino se encuentra la visión de Enrique Sánchez. Él es pedagogo y ha sido maestro durante 10 años: «Habría que racionalizar los deberes, no se trata de eliminarlos, sino de aprovechar las circunstancias en casa y adaptarlos a ellas».

El sistema educativo debe cambiar. Las horas del colegio deberían ser suficientes para que los alumnos terminaran sus deberes y trabajos sin llevárselos a casa. Así, podrían dedicar ese tiempo a otras actividades como tocar un instrumento, leer o hacer algún deporte, «si no se convierten en niños estresados que bajan el nivel académico», comenta Triguero. Estas actividades deben realizarse de forma no profesional, como algo complementario y es conveniente que la familia apoye su desempeño. Es un paréntesis en la vida del niño para que pueda disfrutar de otros campos y le ayuden a formarse, siempre teniendo en mente el desarrollo de sus estudios. Debe haber tiempo para todo.

La portavoz de FDAPA llega a afirmar que «es una cosa demencial» lo llevado a cabo en los centros educativos españoles. «No es normal que los alumnos lleguen a casa con una cantidad de deberes y que continúen sus horas lectivas con los ejercicios del libro». Sobre el libro de texto también ha hablado Sánchez, tildándolo de «uno de los problemas más grandes que tenemos». El libro incita a seguir una metodología tradicional que se repite hasta el día del examen: explicación de los contenidos, ejercicios en clase, ejercicios en casa y corrección. «Esa rutina es súper aburrida, es muy previsible. Se puede utilizar el libro como herramienta para cuando lo necesitemos pero que no lleve el peso de la metodología».

Lo que sí es esencial para que el sistema educativo cambie es que se involucren los diferentes agentes que participan en la cadena educativa. Solo así los alumnos rendirán más: padres, profesores y el propio menor son los protagonistas. Triguero declara: «De lo que se trataría es de que seamos capaces de darle la misma oportunidad al mismo alumnado».

Cambio en la enseñanza. Con el paso de los años, la responsabilidad del alumno aumenta y debe dedicar más horas a su formación para pasar al siguiente curso. ¿Qué pasa si no ha hecho deberes en los cursos más bajos? Triguero responde a esa pregunta, «si tú has conseguido que tu alumnado sea responsable desde Infantil, que asimile conocimientos y que sea capaz de ilusionarse en buscar fuera del ámbito escolar, cuando llegue a Secundaria y a Bachillerato no hace falta que cambie su rutina. Ya has conseguido inculcarle el valor del trabajo y la responsabilidad». Así, el alumno progresará y se adaptará a las nuevas exigencias que le lleguen con los nuevos cursos a medida que vaya superando otros.

Para Enrique Sánchez la clave está en la motivación, en ilusionar a los alumnos, en la curiosidad en el aprendizaje. «Esa curiosidad es innata en el ser humano. Hay que presentárselo de forma atractiva para que la aprovechemos y no la matemos. Robinson lo decía, que en los sistemas educativos modernos se mata la creatividad y curiosidad». Hay que tratar el desarrollo escolar de una forma que potencia el interés en los estudios. Los deberes matan ese interés mediante la monotonía y el aburrimiento en los jóvenes.

Más que conocimientos. Esto es algo que los expertos llevan años denunciado y no termina de ponerse en marcha una solución. Ya con asignaturas como Educación para la Ciudadanía se trató de enseñar valores humanos a los más jóvenes. Sin embargo, ese tipo de asignaturas fueron desapareciendo a lo largo del tiempo. Desde FDAPA comentan que están de acuerdo con la idea, «siempre hemos sido la voz discordante cuando decíamos que había que afianzar los valores. Decían que los valores tenían que venir de casa. Recordamos a la escuela que no es ni más ni menos que un trabajo conjunto para que esos valores se refuercen. De nada sirve que una familia fomente unos valores cuando en una escuela no lo hacen, ni una escuela que fomente valores si la familia no lo hace». La familia y los centros educativos deben formar y reforzar no solo conocimientos teóricos, sino la formación de los niños para que sepan estar, comportarse y relacionarse unos con otros. En palabras de Sánchez, «los conocimientos teóricos tienen fácil acceso por Internet. Antes, el colegio era el poseedor y lo distribuía. Ahora debería enseñarse a acceder al conocimiento, a utilizarlo, a relacionarse con los demás» . También se ha referido al papel del docente que, «como un catedrático, no puede decir: lo mío es impartir conocimientos. Somos educadores y debemos colaborar con la familia».

Innovación. Que el sistema educativo español no es el mejor es algo que los datos dicen a gritos. Hace falta innovar y buscar un sistema que saque lo mejor de los alumnos. Pero los docentes también juegan ahí un papel muy destacado. Hoy en día, cada vez más, hay docentes que han decidido que otra educación es posible. Hay otra manera de trabajar con el alumnado en la que hacen que la motivación sea una asignatura trasversal. Consiguen que el alumnado quiera aprender. «Es una cosa que llevamos pidiendo a los docentes para que cambien su manera de trasmitir esos conocimientos. Hay que impulsar las ganas de aprender, no es cuestión de hacerles repetir como los papagayos una lección. Es cuestión de que sepan comprender, que sepan buscar, que usen nuevas herramientas con las TICS, que les hagan aprender de manera que esos conocimientos queden asimilados y no que los olviden después de un examen (...). La memoria no es ninguna competencia. Tiene que haber otra forma», concluye Pilar Triguero.

Enrique Sánchez y la paradoja de las matemáticas. Sánchez recuerda una anécdota relacionada con los deberes. En una ocasión unos alumnos le pidieron que mediara con la profesora de matemáticas. Por lo visto, esta les mandaba una ficha de problemas y cálculos cada día. En resumidas cuentas, «no tenían vida por la tarde». Les dijo que se reunieran y le dieran algún argumento de por qué debería él intervenir en su problema. Por lo que los alumnos así lo hicieron. Al día siguiente, tras reunirse le preguntaron a Sánchez: «¿Tú sabes sumar?», a lo que respondió afirmativamente. Luego le dieron la razón por la que pedían su colaboración: «Haciendo una hoja de 50 sumas diarias aprenderás a odiar las sumas». Así, la conclusión a la que llega este profesor y pedagogo es que «los que ya saben no aprenderán, los que no saben tampoco». Son muchos los efectos negativos que encuentra a los deberes, tal y como estan planteados en al actualidad: «Desmotivación y desigualdad»; y se apoya en los estudios que demuestran su nulo impacto positivo.