La Policía Nacional ha detenido en Málaga a tres miembros de un grupo itinerante especializado en robos con violencia o intimidación. Los arrestados, dos mujeres y un hombre de nacionalidad rumana y con edades comprendidas entre los 28 y 43 años de edad, se dedicaban a sustraer joyas a personas mayores. Hasta el momento la investigación ha permitido esclarecer tres robos con violencia ocurridos en las zonas oeste y norte de la capital malagueña y otro en Alicante.

La investigación se inició tras la comisión de dos robos con violencia cometidos en Málaga. En ambos casos, a las víctimas, de 80 y 87 años de edad, respectivamente, les robaron de un fuerte tirón las joyas que portaban. Continuando con las pesquisas los investigadores comprobaron que en la provincia de Alicante también había otra denuncia en la que una persona de 86 años denunciaba un episodio similar a los investigados en Málaga.

Las primeras gestiones permitieron identificar un vehículo utilizado por la red. Así, el trabajo policial condujo a la identificación de varios integrantes de un grupo de los que ya se tenía indicios de su participación en robos perpetrados en distintas zonas de España, entre ellas, las comunidades asturiana, valenciana y madrileña.

La red actuaba organizada en células operativas independientes, integradas por tres o cuatro personas de nacionalidad rumana. Para conseguir su objetivo utilizaban vehículos en los que se desplazaban por la geografía española, permaneciendo en el lugar elegido durante varios días.

Según las pesquisas, los investigados, aparentando ser una familia, se desplazaban a bordo de un vehículo. Elegida la víctima potencial, personas mayores o extranjeras que tuvieran a la vista alguna pieza de oro (cordones o pulseras- se dirigían a ella, y mediante cualquier argucia, normalmente sacaban un mapa de papel y les preguntaban sobre alguna dirección- conseguían que las víctimas se acercaran y metieran la cabeza por la ventanilla del coche, momento en que uno de los ocupantes le daba un fuerte tirón de las alhajas que portaba. (Algunas de estas personas mayores llegaban a caer al suelo). En otra ocasión, uno de los ocupantes sujetaba fuertemente a la víctima para evitar que huyera mientras que otro le sustraía violentamente la joya.

A continuación, y ya lejos de testigos, ocultaban el botín en distintos habitáculos del coche. Finalmente, la gran mayoría de efectos sustraídos eran vendidos tanto en tiendas de segunda mano conniventes con ellos o distribuidos en el mercado ilícito, obteniendo inmediatamente elevados beneficios.