­Hace dos días que Pablo Ráez, el joven marbellí con leucemia, anunciaba por sus redes sociales que por fin salía del Hospital Regional Carlos Haya donde ha permanecido ingresado 63 días. Ayer sobre las 16.00 de la tarde, Ráez salía feliz, contento, con ganas de respirar al aire libre y notar los rayos de sol sobre su cuerpo. «Me tiemblan las piernas de tantos nervios, es inexplicable -comentaba a los medios de comunicación- sentir el suelo otra vez; sentir el viento. Poder estar aquí fuera ya es motivo para estar contento».

Ráez, con unos cuantos kilos de menos, vestía con gorra, llevaba mascarilla y aún tenía la vista borrosa debido a la fiebre que ha padecido durante semanas. «Estoy machacado, me ha costado bajar las escaleras. Solo tengo ganas de llegar a mi casa, tumbarme en el sofá y ver una película», confesaba.

El marbellí aseguró que quiere recuperarse para que «cuando vuelva a entrar al hospital esté fuerte», explicaba. El joven tendrá que regresar a Carlos de Haya en unos pocos días para iniciar una fase de recuperación que, aunque la realizará en su domicilio, requiere de revisiones periódicas y visitas al hospital para recibir quimioterapia hasta que encuentre a un donante compatible. «Mi único presente es que vuelva a sentirme bien».

Ráez ha dado todo un ejemplo de superación tras la recaída de una enfermedad que le fue diagnosticada con 18 años, y tras haberse sometido ya a un trasplante, en aquella ocasión de su padre.

Un compromiso con todos. La historia de Pablo Ráez ha sido increíble. Desde que escribiera su carta «Siempre fuerte. Siempre», en Facebook e Instagram, a mediados de agosto, su historia se extendió por las redes sociales, con mensajes de esperanza y también de concienciación. En apenas dos meses tiene más de 300.000 seguidores en Instagram y más de 200.000 ´me gusta´ en cada texto que publica en Facebook, cifras nada despreciables pero que él quiere convertir en donantes.

A la salida del hospital, confesó que espera seguir ayudando y que la campaña que ha comenzado en las redes bajo el hashtag #retounmillón no va a terminar. «No voy a subir fotos de mi perro, obviamente voy a seguir esta difusión por mis redes sociales», contó el marbellí entre risas. «Es un compromiso que ahora tengo con ellos», dijo. El joven se siente muy satisfecho de ser una referencia para los demás y de que gracias a él las donaciones de médula hayan aumentado más del 1.000%. «Creo que todo esto ha sido porque las personas no tenían a alguien como yo para que les mostrase esta realidad. En el momento en el que ves algo que te llama la atención, te acercas, y así ha sido todo».

El calor que ha recibido durante estos 63 días Pablo Ráez gracias a las fotos que subía a Instagram es algo por lo que estará agradecido eternamente: «No todo el mundo tiene la suerte de conseguir este respaldo. Todo suma».

Aprovechando la presencia de medios de comunicación en la puerta del Hospital Carlos Haya, Ráez lanzó su mensaje con fuerza: «No dones solo por mí, sino por todos». Además, añadió que «me ilusiona seguir con este mensaje que ha calado tanto. No me voy a lavar las manos con algo tan grande. Con un pequeño bote de sangre podemos ayudar a salvar una vida».

Con tan solo 18 años, a Pablo le diagnosticaron una leucemia que superó hace un año. Sin embargo, hace unos meses recayó. Su historia comenzó un jueves, en marzo de 2015, una fecha que quedaría grabada en la memoria de Ráez. Son muchos los tratamientos de quimioterapia que lleva este joven a sus espaldas. Además, se realizó un transplante de médula cuyo donante fue su padre. Ahora, con la recaída y la vuelta a la lucha, busca un donante compatible y espera de corazón que sea pronto.

Mientras, la vida continúa. Él tiene claro que va a seguir luchando, no solo por su vida, sino por las donaciones de médula, y pase lo que pase «siempre fuerte». Un ejemplo de superación.