­La apertura del año académico de la Universidad de Málaga es ya una cita inamovible en septiembre y, por cierto, cada vez adquiere más relevancia social. Es como las carreras de Ascot, pero cambiando las pamelas por birretes. Ayer estaban los principales responsables políticos, civiles, religiosos y hasta militares en el salón de grados de la Escuela Superior de Ingeniería Industrial para ver estrenarse en estas lides a José Ángel Narváez, rector desde diciembre de 2015. Para ser su primera vez, hizo un discurso muy reivindicativo que el consejero de Economía, Antonio Ramírez de Arellano, soportó con estoica resignación. Antes, con precisión matemática, entraron los doctores, cada uno con el birrete y la estola de un color, de forma que iban sentándose paulatinamente y aquello, además de muy solemne, parecía un enorme tetris humano muy vistoso. A ello acompañaba la coral de la UMA.

Minutos antes, todo el que es alguien en Málaga hablaba en los pasillos de la escuela. Por allí charlaban la delegada de Educación, Patricia Alba, y el secretario provincial de los socialistas, Miguel Ángel Heredia. También quisieron ver la inauguración del curso el concejal Daniel Pérez y la parlamentaria, también del PSOE, Beatriz Rubiño. El número tres del partido en Andalucía, Francisco Conejo, saludaba a diestro y siniestro. Por otro lado, hacían pandilla la vicepresidenta de la Diputación, Ana Carmen Mata, y la diputada Carolina España. El obispo, Jesús Catalá, hablaba animadamente con otros asistentes, y Antonio Herrera, secretario general de CCOO, daba abrazos a unos y a otros, muy contento, según se veía, de haber asistido al acto. El alcalde, Francisco de la Torre, llegó ya empezado el acto por su apretada agenda, aunque el que sí estaba allí casi desde el inicio fue Elías Bendodo, presidente de la Diputación. Había numerosos directores de medios de comunicación y autoridades militares representando a los tres Ejércitos.

En la mesa presidencial se mostraba exultante el nuevo presidente del Consejo Social de la UMA, Juan de Dios Mellado. Narváez tuvo palabras para su antecesor, Antonio Morales, exfiscal jefe de Málaga; y el catedrático de Periodismo y articulista de La Opinión de Málaga, Juan Antonio García Galindo, tuvo un recuerdo para la inolvidable profesora de Periodismo, Inmaculada García Alarcón, recientemente fallecida. Lo hizo antes de pronunciar la primera lección magistral.

El acto, que comenzó con bastante retraso, tuvo un marcado aire medieval, casi como la atmósfera que retrataba Javier Marías en su novela Todas las almas, sobre todo cuando entran y salen los doctores de la sala, aunque muchos presentes comentaban los llamativos colores, que representan las respectivas áreas de conocimiento, y el exquisito orden con el que sus portadores se sentaron y se levantaron al finalizar el acto. Más de uno sufriría mucho calor. Pedro Moreno Brenes, profesor de Derecho, llamaba guapo con sorna a su decano y la coral universitaria interpretaba el Gaudeamos Igitur casi a las dos y media de la tarde para despedir el evento, que dará ahora protagonismo a las aulas. Se echó en falta a Adelaida de la Calle, pero la agenda es la agenda.