­Los robos en casas habitadas y locales comerciales de Málaga han aumentado un 4,3% entre 2014 y 2015, de tal forma que los juzgados de Instrucción abrieron 318 diligencias previas por este asunto el pasado ejercicio frente a las 308 de hace dos años, según los datos contenidos en la memoria anual de la Fiscalía General del Estado.

Fuentes policiales explicaron: «El índice de robos aumenta todos los años durante el verano en la provincia al tener muchas localidades costeras y aumentar la población vacacional, a lo que hay que sumar el incremento de la delincuencia internacional, que viene a hacer el agosto, nunca mejor dicho, y luego se va».

En lo que coinciden los expertos y la policía es en que el verano es el periodo preferido para estas bandas, sobre todo en zonas costeras, dado que la población se duplica por la masiva afluencia de turistas y hay muchas casas ocupadas que ahora ofrecen un botín irrenunciable para muchas de estas organizaciones itinerantes que, dicho sea de paso, no suelen ser violentas, ya que tratan de no entrar en los domicilios cuando hay gente dentro aunque no esquivan ese hecho si se lo encuentran, y carecen de una gran infraestructura. Hay cierta organización básica, pero no muy desarrollada.

Así lo ve Federico Sánchez, presidente de la Asociación Malagueña de Empresas de Seguridad (AMES), quien señala que sí se ha notado «un aumento en el número de robos en casas habitadas porque hay más gente en la Costa del Sol y más actividad». «El tanto por ciento va por zonas, aunque no es muy alarmante y no estamos hablando de grandes bandas organizadas, sino de delincuentes comunes», recalca.

«Son delincuentes que se desplazan, no son de la zona, y tienen un mínimo de organización, otros años estos números eran más alarmantes porque sí eran redes más organizadas y entraban cuando la gente está en la casa», afirma.

La fórmula para penetrar en las casas, fundamentalmente chalés que han sido abandonados por sus dueños al estar de vacaciones, es el del descuido cuando los domicilios están desocupados, dice Sánchez. «Buscan objetos de valor y tamaño reducido, fundamentalmente dinero y joyas, todo para colocarlo en el mercado negro y transformarlo fuera del país», aclara.

Dentro de su escasa infraestructura, lo normal es que no usen informantes tales como personal del servicio doméstico, sino que su información la sacan de una mera observación previa del chalé de que se trate. «Su arma es la rapidez, por lo menos cuando hablamos de bandas itinerantes, pero los botines no suelen ser cantidades muy cuantiosas», añade, para explicar luego que no suelen hacer butrones o destrozos similares.

Juan José Luis Kaseb, miembro de la directiva nacional de la Unión de Cerrajeros de España, apunta que la población se duplica durante el verano y reconoce que en 2015 sí se noto «un aumento de robos y robos con agresión a puertas y ventanas, incluso con gente dentro de la casa». «Nuestras puertas y ventanas carecen de sistemas de alta dificultad de ingreso. Hoy en día se puede entrar por cualquier lado, pero si la calidad de los sistemas en los lugares de acceso es alta tardan mucho más en acceder a la vivienda», reflexiona este cerrajero, que además es perito judicial.

Incluso, aboga por poner a la puerta una segunda cerradura y afirma que hoy internet «es una ayuda para los ladrones». «En cualquier web pueden hallarse anuncios del tipo ´vendo herramienta especial para abrir cerraduras´ o hay vídeos de Youtube en los que se muestra cómo hacerlo, eso es una desprotección para el ciudadano común», agrega, al tiempo que recalca que aunque los chalés son el principal objetivos de estas redes criminales itinerantes, también hay muchos pisos afectados cada verano.

Los consejos son los de siempre: si alguien se va de vacaciones, no debe decirlo a mucha gente y pedir a alguien que vaya a la casa, de vez en cuando, para que parezca habitada. Asimismo, sería bueno que se habilitaran sistemas de vigilancia y no dejarlos desconectados en periodos de ausencia.