Cerca de 80 países cubre la red misionera protestante fundada por el británico Charles Studd y su mujer, la norirlandesa Priscilla Livingstone, una pareja de misioneros que trabajó durante una década en China y llegó a separarse durante 12, mientras él recorría el Congo Belga y ella trabajaba en países de habla inglesa. A Priscilla Livingstone le sorprendió la muerte en 1929, cuando visitaba Málaga. Está enterrada en el Cementerio Inglés.

La misionera anglicana es una de las muchas personalidades que acogen el Cementerio Inglés y el de San Miguel. La situación de Málaga como puerto de mar con un clima más que apacible ha hecho que los camposantos históricos de la ciudad sean el reflejo de su cosmopolitismo.

En el mismo Cementerio Inglés sobrevivía hace unos años, tirada en el suelo, la lápida del señor John Goodnow, antiguo cónsul general de Estados Unidos en Shanghái de 1897 a 1905, por lo que vivió la famosa revuelta de los Bóxers de 1900. El señor Goodnow falleció al poco de llegar a Málaga, ciudad que visitó para tratar de mejorar su precaria salud.

El cementerio protestante más antiguo de España también acoge los restos de personajes de nuestra historia como el poeta de la Generación del 27, Jorge Guillén junto a su mujer, Irene Mochi-Sismondi; así como el hispanista Gerald Brenan y su mujer, la escritora Gamel Woosley.

Otra ilustre de este espacio es la actriz alemana de cine mudo Renate Brausewetter, que nació en Málaga y que como muchos otros artistas dejó el cine con la llegada del sonoro. Y no faltan los marineros muertos en el naufragio del buque escuela prusiano Gneisenau, hundido junto al puerto de Málaga en diciembre de 1900. En una tumba aparte descansa el imprudente capitán del buque, Karl Kretschmann.

La primera persona enterrada en el Cementerio Inglés fue Georges Stephen, patrón del bergantín Cicero, ahogado en la bahía -un dato poco conocido aportado por el libro El cementerio de los ingleses, del periodista y escritor Rafael Torres-. La segunda sí que es conocida de muchos: el joven norirlandés Robert Boyd, fusilado con el general José María Torrijos y sus hombres en las playas del Bulto en diciembre de 1831. La lápida de Boyd está colocada en la pared porque se desconoce el lugar exacto del enterramiento (se duda entre dos tumbas del núcleo más antiguo del camposanto).

Cementerio de San Miguel

La figura de Torrijos sirve para entroncar con el otro cementerio histórico, el de San Miguel, porque desde hace dos años una cruz señala el lugar en el que fueron enterrados hasta 1842 en una fosa común los compañeros del general -Torrijos y Juan López Pinto fueron enterrados en sendos nichos-. En 1842 todos descansan en la cripta bajo el obelisco de la plaza de la Merced.

Sí permanecen en San Miguel los restos del padre Vicaría, el fraile carmelita que atendió a los liberales durante su detención y posterior fusilamiento y que, cuenta la historia, perdió la razón al ver morir entre ellos a un joven grumete.

En el Cementerio Histórico de San Miguel están enterrados los principales personajes de la Málaga del XIX y buena parte del XX. Como novedad artística, en 2014 el alcalde, Francisco de la Torre, dio a conocer que la tumba del famoso industrial Manuel Agustín Heredia, en el panteón familiar, fue un encargo de sus hijos al artista italiano Lorenzo Bartolini, escultor oficial de Napoleón.

Por otra parte, en San Miguel reposan los restos de grandes poetas y pintores ligados a Málaga (Salvador Rueda, Muñoz Degrain, Moreno Carbonero, Martínez de la Vega, Denis Belgrano, Ferrándiz, Nogales...).

También se encuentran enterradas en San Miguel la escritora norteamericana Jane Bowles, fallecida en 1974 en una clínica de Málaga y Teresa Aspiazu, la primera mujer en ocupar un cargo de concejal en nuestra ciudad y defensora de los derechos de la mujer. En 2013 el Ayuntamiento depositó en un nicho sus restos a la entrada del camposanto. El nicho se le había concedido a perpetuidad en 1959.