Cuando Podemos arrancó en Málaga, en aquellas asambleas espontáneas que empezaron a celebrarse en las numerosas aulas vacías que brinda generosamente la UMA, se abrieron nuevas dimensiones en la política local. Hay que remontarse ya en el tiempo para recordar los primeros rostros que vieron en la formación morada una especie de tabla rasa para reescribir el futuro y plantaron la semilla de una estructura municipal que acabaría colocando a cuatro concejales en el Ayuntamiento de Málaga. Hace sólo dos años desde que se empezó a construir ideológicamente un proyecto que, hasta entonces, lo había prestado todo a estampar la cara de Pablo Iglesias en las papeletas electorales. No había cargos de confianza ni empleos que repartir. La ilusión de unos y el hastío de otros ejercieron de combustión para un proyecto al que, encuesta tras encuesta, se le empezó a vislumbar un hueco en la telaraña institucional. Y con las expectativas empezaron los codazos y surgieron los bandos. Sólo los más aguerridos se acuerdan ya de Francisco Mostazo, aquel exjefe de prensa de María Gámez que trató de hacerse con la secretaría general en Málaga gracias al apoyo oficial de Madrid y autorevestido por un aura de joven intelectual. Entonces, triunfó, sin embargo, el discurso de la calle y un desconocido José Vargas emergió desde los círculos, apelando a la necesidad de romper amarras con todo y con todos, y salió elegido para encabezar a Podemos en Málaga. El divorcio tardó poco en llegar. El partido se había «derechizado» y esa fue la razón esgrimida en su dimisión. Vargas ahora se ha refugiado en Galicia y es sólo un nombre más de los muchos damnificados que se han quedado por el camino. Después de casi un año de interinidad, a partir de mañana y hasta el próximo miércoles, los inscritos en Podemos eligen a su secretario general para que pilote a la nave morada que lleva mucho tiempo sin rumbo en Málaga.

Analogía Aunque con adversarios diferentes y bajo otras circunstancias, estas elecciones repiten algunos patrones con aquel embiste que acabó con Vargas ganando con un estrecho margen el pasado mes de enero de 2015. Hay bandos irreconciliables, empecinamientos personales y, por qué no decirlo, diagnósticos que afirman que esto de Podemos puede ser la mejor herramienta para llegar a final de mes. Sobre todo, se ha evidenciado en las últimas semanas la mezcla explosiva que supone cualquier lucha por el poder, por mucho que los actores implicados nieguen el interés por los cargos y perjuran que su paso por las instituciones es algo casi forzoso, una travesía obligada e indispensable para amaestrar su voluntad de mejorar la vida de los ciudadanos que les rodea. Con este trasfondo, se han armado tres candidaturas y la cosa está entre los siguientes nombres: Alberto Montero, Juan José Espinosa y Margarita Reyes. Afirman un sinfín de militantes que Margarita Reyes podría sustituirse perfectamente por Ysabel Torralbo, ya que se trataría de la candidatura encubierta de Málaga Ahora. El Podemos de Málaga es el que quiso abarcar la regeneración política en la capital en las elecciones municipales de 2015, sólo que se ha encontrado con que muchos del partido ya no quieren ser de Podemos.

Mal rollo Así comenzó algo puramente natural en los partidos, que es el enfrentamiento descarnado entre antiguos compañeros de viaje cuando los caminos se cruzan y la lucha ya no es entre «los de arriba y los de abjo» sino «por lo nuestro». De esta manera se entiende mejor que Espinosa haya anunciado una querella contra Torralbo y todos los que sigan acusándole de haber metido la mano en la caja común de Málaga Ahora. Las facturas que éste ha aportado de manera asilvestrada por Espinosa revelan la compra de compresas, material de oficina y demás productos que tanto entusiaman, pero que poco tienen que ver con la actividad política de un grupo municipal como pueden ser unas cuantas botellas de whisky. Detrás de lo que el exconcejal de Málaga Ahora se apresuór en acuñar como la «operación del fango», estaría Oliver Roales. Profesor asociado en la UMA es también el abogado de cabecera Málaga Ahora. Según Espinosa, «ya se ha embolsado unos 13.000 euros» por asesorar a los de Torralbo en asuntos de índole jurídica. Afirman varios militantes que en su día fue el principal perjudicado por la inclusión de Espinosa en las listas, ya que fue lo que le dejó sin ocupar un puesto con opciones para entrar en el Ayuntamiento de Málaga.

Muchas manos Málaga Ahora está dejando en mal lugar a la aclamada capacidad de gestión de la que tanto presume Podemos en los denominados ayuntamientos. El descontrol en las cuentas, aseguran en los pasillos, llega en el momento en que se decide que los cuatro concejales dispongan de una tarjeta de crédito para acceder a los fondos. Primero se sacaba el dinero y después se comparaba el extracto bancario con las facturas aportadas por los concejales. Un método poco fiable que contrasta con la tónica habitual de adelantar los gastos del propio bolsillo para reclamarlos después. Espinosa se escuda en que el interventor del Ayuntamiento no ha puesto reparos aún. «Si hubiera una irregularidad en lo que a mí me respecta, ya se hubiera intervenido». Algo que no resulta ser del todo cierto porque, aunque el interventor tiene la potestad de fiscalizar las facturas que aportan los grupos municipales, la realidad es que en Málaga, según aseguran fuentes del Ayuntamiento, «el interventor no ha controlado nunca las facturas de los partidos».

Memoria corta Está la llamada vieja guardía del PSOE en Málaga más activa que nunca. Igual quedan para comer, que se reúnen con los militantes para calentar el ambiente y exigir la celebración inmediata de un congreso federal. Después de la caída de Pedro Sánchez queda claro, una vez más, que la única verdad depende más del momento que de la propia realidad en sí. En el partido aseguran que el ejercicio de cinismo está siendo mayúsuclo y recuerdan a los Carlos Sanjuán, Enrique Linde y Salvador Pendón anteriores a su conversión en los brazos prolongados de la militancia. «En los años 90 crearon muchas pequeñas agrupaciones para tener más delegados. Siempre defendieron un aparato fuerte y que la dirección decida. Además, siempre estuvieron en contra del voto de la militancia», subrayan.

Ave, Pablo Iglesias

A veces, cuando se trata de sobrevivirse a sí mismo, lo mejor que puede hacer uno es agarrarse a los ídolos. Ahí está el espíritu de Juanito cada vez que hay reflotar la nave blanca cuando gripa por Europa. Se trata, por lo general, de personajes con convicciones o pisadas firmes. Justo lo que necesita un socialista de corazón para no caer en el desánimo en estos tiempos de dura pedagogía de la abstención. Eso explica, quizá, la nueva moda que se ha extendido entre varios dirigentes del PSOE de Málaga: fotografiarse junto a un retrato de Pablo Iglesias. «El original, no el coletas», apuntillan.