­La profesora Rosa Quesada recibirá el próximo 14 de noviembre el Premio Farola 2016, otorgado por el Instituto Andaluz de la Mujer, por su incansable lucha en pro de la consecución de la igualdad entre ambos sexos. Quesada tiene una trayectoria brillante: es catedrática de Derecho del Trabajo de la Universidad de Málaga -ya jubilada- y, entre sus méritos, están el haber dirigido el Observatorio Jurídico Laboral de Violencia de Género de la UMA, ser autora de numerosos libros y artículos sobre la materia e investigadora sobre las políticas de empleo, igualdad e inclusión social. Pero, sobre todo, Quesada es una mujer afable que habla muy claro y a la que nunca le ha temblado el pulso para señalar al machismo aún instalado en el tejido social.

¿Qué supone la concesión del Premio Farola 2016?

Bueno, pues supone una alegría, un reconocimiento que agradezco. Han sido cuarenta años dedicándome a los temas de igualdad de género en todas las variantes, pero principalmente en la parte laboral. Es amplísimo, la discriminación en el empleo, en la parte salarial, el despido de mujeres embarazadas, toda una legislación comunitaria que nos obliga, toda la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, del Tribunal Constitucional, que ha hecho por el tema de la igualdad, y todos los temas que he ido tocando que abarcan los problemas que afectan a la mujer considerada por razón de su sexo o la discriminación por razón de género.

¿Qué le sugiere la palabra igualdad?

La igualdad no es tratar a todos por igual. La igualdad es no ser peor tratado nadie por diferentes factores. Por su condición social, sexo, nacimiento o raza. Lo que se prohíbe es el peor trato, el trato desigual. Y es también una meta a alcanzar. Y eso hace referencia a la igualdad de oportunidades, es decir, dotar de medios a todas las personas para que puedan alcanzar libremente las mismas metas u objetivos, pues eso puede significar tratar de forma diferente a unas personas por otras para que alcancen la igualdad real.

¿Hasta cuándo habrá que hacer políticas de discriminación positiva, o mejor llamadas de igualdad?

Yo no estoy de acuerdo primero con el término discriminación positiva. Discriminar es siempre es un trato peyorativo. No es discriminación positiva, te dan medios, acciones positivas, para llegar a la igualdad de oportunidades y, con ello, llegar a la igualdad positiva. Todas las medidas que se engloban dentro de la igualdad de oportunidades tienen que ser lógicamente temporales. Lo que se quiere no es conseguir un peor trato para el varón, no es eso. Tiene que ser mientras dura la cuestión. Aún hay desigualdades salariales, pues entonces habrá que mantener acciones que persiguen la igualdad salarial por un trabajo de igual valor. ¿Que todavía hay mujeres que no llegan a puestos de responsabilidad? ¿O no tantas los alcanzan? Están infrarepresentadas en puestos de poder económico o político, pues habrá que conseguir las vías para que las mujeres puedan incorporarse a ellos. Cuando haya una paridad lógica, indudablemente esas medidas tendrán que desaparecer, son medidas coyunturales.

Un informe del Consejo General del Poder Judicial afirmaba que pocas mujeres de la carrera aspiraban a puestos de responsabilidad...

Las mujeres que están en ese nivel no se van a parar en alcanzar puestos en el ámbito del CGPJ o en otros ámbitos. No es tanto eso como que sigue siendo la imagen del varón como la más representativa de la autoridad, del poder, de la responsabilidad, de la importancia. Ahora hay muchas juezas y fiscales.

En Málaga no hubo una presidenta de sección de la Audiencia hasta hace un año...

Yo no creo que sea porque ellas no se promocionen para ese puesto. La magistratura suele ser muy conservadora, y a la hora de la verdad ponen a los compañeros con los cuales ellos han estado siempre. No creo que sea porque la mujer no se promocione para eso. Mire, el trabajo a tiempo parcial es un trabajo hecho por mujeres y jóvenes, los estamentos que pueden acudir con más facilidad a un tipo de trabajo con jornada reducida, hicimos una encuesta a nivel nacional preguntándole a las mujeres que tenían contrato a tiempo parcial, hicimos una muestra muy amplia, de diferentes sectores o niveles profesionales. Entre las preguntas que poníamos una era si trabajaban parcialmente para conciliar la vida laboral y familiar, si para atender con alguien con dependencia, formación o porque no encuentra un trabajo a tiempo completo. El índice de las que contestaron que no encontraban un trabajo a tiempo completo fue el más alto. Yo creo que las juezas les pasa lo mismo. Se amoldan en ese ámbito conservador a lo que hay ahí. Yo creo que cada vez más las mujeres se irán incorporando.

¿En qué consisten las medidas positivas?

Es importante visibilizar a las mujeres en el ámbito del poder. Ayer salieron sólo cuatro ministras o cinco y el doble de ministros.

Un paso atrás...

¿Por qué es necesario que se visibilicen? Eso empezó cuando el Supremo de Estados Unidos, ante el techo de cristal para las personas de color, con la segregación en la educación, nunca accedían. Había universidades sólo de personas blancas y para acceder a un puesto de responsabilidad te pedían como condición haber estudiado en esa universidad, era algo que impedía a partir de determinado nivel profesional que esas personas de color pudieran acceder ahí. El Supremo eso lo echó por tierra. Esto no puede ser. Hay que establecer cuotas para que puedan entrar en todos los niveles y se visibilice que hay personas de color que pueden ejercer con responsabilidad y perfectamente todo lo que puede hacer cualquier otra persona. Con las mujeres pasa lo mismo, si no se las ve en puestos de poder se sigue pensando que son personas más dependientes, más sumisas o están en un nivel más secundario.

Tampoco están representadas las mujeres en los puestos decisorios de las empresas...

Hay empresas muy significativas que impiden siempre un mayor ascenso de las mujeres dentro de sus consejos de dirección.

Parece que las parejas jóvenes están repitiendo patrones machistas...

Es un tema cultural y social muy arraigado, esa minusvaloración de la mujer ha estado presente siempre institucionalmente en las reglas civiles, en las penales, el adulterio era el de la mujer, no el del hombre, la patria potestad la ejercía el hombre, el domicilio lo fijaba siempre el hombre, incluso en las leyes laborales de la época laboral la paga la podía cobrar el marido y ella tenía que conseguir una autorización del marido. Esa situación de la mujer supeditada al varón y está tan institucionalizada, legalmente pero también por la religión, todas las religiones sitúan siempre una situación de dependencia, tan calada, se transmiten siempre esos patrones. La violencia de género es la expresión máxima del machismo y la forma de combatirla es con la educación. ¿Cómo ahora en estas generaciones se dan esos papeles, perfiles? Se sigue siendo violento, se controla el móvil. Eso es lo que hay que cambiar, con educación. En esta universidad hicimos una titulación propia para educar en violencia de género a los estudiantes y tuvo bastante éxito. Lo hicimos sobre todo de las normas laborales. No me explico por qué se sigue reproduciendo esto salvo que realmente vayamos avanzando. Todo es más visible.

Ha habido avances. Ya no sólo se persigue la violencia de género, sino también el micromachismo contenido, por ejemplo, en los piropos...

Es una especie de agresión. El que lo dice se coloca en esa posición de superioridad.

O los chistes...

Sí, la mujer cuando recibe esto el efecto es escapar o huir. Es una falta de respeto. Es muy difícil que a nadie se le ocurra a alguien decirle pobre o negro, pero eso sigue ahí perviviendo.

¿Estamos conciliando bien en España?

En el ámbito laboral está el permiso de paternidad. Hay uno de maternidad, que hay unas semanas obligatorias, luego hay otro periodo largo en el que la mujer puede ceder parte o todo al progenitor. Y luego está el permiso de paternidad. Nace con la Ley 3/2007, y la idea es que vaya aumentando el tiempo hasta llegar a equilibrarlo con la maternidad. El fin que se persigue con ambos permisos, que se pueden tomar de forma coordinada o sucesiva, es que el menor esté durante el mayor tiempo cuidado por sus padres. La idea era que ese periodo se fuera alargando, pero es una prestación de la Seguridad Social. Año tras año se ha retrasado la ampliación del permiso de paternidad porque los presupuestos del Estado lo ha ido postergando, supone mayor gasto. ¿Se podía hacer más? Pues claro. Se podría ampliar, hacer el permiso más flexible, que los padres pudieran acompañar a los hijos cuando hubiera algún problema escolar, jugar más con el tiempo, que no significa que se reduzca la jornada, sino que esta sea más flexible. Cada vez se hace más. Socialmente es importante que el padre trabajador y el empresario reconozcan la importancia que tiene para la sociedad el cuidado de los menores. No son unas vacaciones para el padre, no es un tiempo que el empresario se fastidie porque tiene que contratar un sustituto, es un bien social, que hay que respetar.

Pero persiste el machismo salarial...

Con la crisis tras la reforma esto ha aumentado. Hace unos días, en un informe de UGT se volvía a reconocer que existe un 20% de brecha salarial. ¿Cómo sigue existiendo? Desde el 78 con la Constitución, el artículo 28 del Estatuto de los Trabajadores, que dice salario igual por trabajo de igual valor, no por el mismo trabajo... se mantiene por la vía de los complementos salariales. Además, en los convenios colectivos, aunque ya no se feminizan tareas, había salarios inferiores, por ejemplo, para las maestras en relación a los maestros. Eso se denunció y se siguen manteniendo esos trabajos pero se masculiniza el nombre en la tabla salarial. Se sigue produciendo. Hay sectores como el campo, el agrario, los aceites, determinadas fábricas de alimentación, de productos de belleza, determinados sectores industriales donde esa discriminación se sigue produciendo. Por ejemplo, la faenera en el campo andaluz cobra menos que el peón agrario, y lo que hacen es lo mismo, recoger aceituna. La otra vía es la de los complementos salariales. Se priman complementos que suelen hacerlos más el varón, la disponibilidad, la flexibilidad horaria, la fuerza, el llevar pesos, y no se priman otros complementos de trabajos que hacen más las mujeres, la destreza, la habilidad.

La crisis se cebó, especialmente, con las mujeres...

Se cebó con todos los trabajadores. No hay una causa que justifique que un despido por causas empresariales disminuya la indemnización a la que tiene derecho un trabajador. En general, la reforma ha sido nefasta para los intereses de los trabajadores y ha disminuido grandemente el poder sindical. Además, a la mujer le ha repercutido más. Si se ven los niveles de pobreza, ha aumentado entre las mujeres solas, separadas o mayores; y también ha disminuido su empleo, y cada vez entre las mujeres aumenta el empleo precario y a tiempo parcial.

De entre todas, la mujer rural es la que está en peor situación...

La mujer rural hace un trabajo poco reconocido. Si lo hace en explotaciones de las que ellos son los propietarios, el trabajo que ella hace está poco valorado y reconocido. Estará todo día, cuidará animales, vendimiará, pero el titular es el hombre. Hace unos años se hizo una ley para la titularidad compartida en las explotaciones agrarias, entonces eso suponía que las mujeres aparecerían como titulares en las explotaciones agrarias y tenían derecho también a cotizar en la Seguridad Social. Se les daba visibilidad. No iban a cobrar un salario, porque era una explotación familiar, pero al aparecer como cotitulares podían pedir préstamos, podían decidir. Lo que pasó fue que, después de unos años, el nivel de aceptación de la titularidad compartida fue bajísimo. Intentamos saber por qué había sido eso, pues porque no querían pagar a la Seguridad Social, por ahorrárselo, en otros casos en los que no decían nada supusimos que no querían pedirle la firma al marido.