Ayer se presentó en la Sala Oyarzábal de la Diputación la edición definitiva de Las calles de Málaga, el famoso libro del que fuera archivero municipal, académico de San Telmo e investigador malagueño, Francisco Bejarano Robles (1900-1990).

La obra, editada por la Diputación de Málaga, ha sido posible gracias al trabajo de su hijo, el también archivero municipal, académico de San Telmo e investigador, Rafael Bejarano Pérez, que para esta edición ha incluido siete calles que no se habían incluido en ediciones anteriores.

Presentó el libro el periodista de La Opinión, Alfonso Vázquez, que también ha prologado la obra y que estuvo acompañado por el diputado de Cultura, Víctor Manuel González y por la anterior archivera municipal, académica de San Telmo, de Ciencias y de la Historia y colaboradora de este diario, Mari Pepa Lara, quien ofreció un perfil biográfico del autor.

En la presentación, Alfonso Vázquez recordó que el libro «es la obra de toda una vida», ya que Francisco Bejarano publicó el primer artículo sobre las calles de Málaga en el semanario Vida Gráfica en 1930 y concluyó su trabajo, casi nonagenario, con las primeras páginas de la calle Larios, trabajo luego concluido por Rafael Bejarano.

En este sentido, Vázquez resaltó la «entrega y dedicación durante años» de su hijo, por «rescatar, dignificar y completar» la obra de su padre y subrayó que había sido «un lujo para el Ayuntamiento de Málaga» el haber podido contar con dos investigadores tan brillantes.

Las calles de Málaga es una obra que ha tenido «muchas vidas», resaltó el periodista, pues la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo se encargó de publicarla en 1941-42, más tarde se ofreció por entregas, en cuadernillos, durante casi 20 años, entre 1955 y 1973 y las siguientes ediciones de la obra se publicaron en 1984-85 y 2000.

Las siete calles. La novedad de esta nueva edición, de casi 700 páginas, estriba en la incorporación de siete nuevas calles que por distintas razones no se publicaron en ediciones anteriores, con la curiosidad de que algunas han desaparecido, pero Francisco Bejarano quiso dejar testimonio histórico de ellas.

Es el caso de la primera, la calle de Pescadores, absorbida por la calle Alarcón Luján y del Callejón de Mingote, que se encontraba en la cuña de edificios que desapareció por las obras de conexión del Parque con la Alameda. Este Callejón de Mingote, del que el libro publica una foto, tenía la particularidad de ser una calleja casi intacta del siglo XVII que daba acceso al primitivo corral de Comedias de Málaga.

También aparece la calle de Dos Hermanas, entre las calles Parras y Olletas, de la que cuenta una preciosa leyenda de finales del XVI que dio origen al nombre -que no guarda relación con la barriada de Dos Hermanas-.

Francisco Bejarano dedica muchas páginas a la desconocida zona del Garrapatal, en el entorno de Mundo Nuevo. Desconocida porque desapareció en el XVIII y que desde finales del XVI era uno de los lugares en los que los malagueños arrojaban la basura.

Las últimas calles son tres clásicas de la ciudad: Especería, Méndez Núñez y la calle Mármoles.

El libro más popular de Francisco Bejarano, con esa mezcla perfecta entre erudición y anécdotas llenas de vida, en la versión completa y definitiva de la Diputación, gracias a la entrega y dedicación de su hijo, Rafael Bejarano Pérez.