La maestra de un colegio en Málaga, tras constatar que una de sus alumnas llega de nuevo sin los deberes hechos, decide mandarle una carta a su madre: «Susana no ha terminado sus tareas de casa, por eso le pido que le ayude a hacer sus deberes de matemáticas». La maestra, que se dirigió a la madre mediante el método protocolario convenido, recibió una respuesta que pone de manifiesto el debate vigente en este inicio de curso: «Como he estado ayudando a hacer las tareas de matemáticas a mi hija, no me ha dado tiempo a lavar la ropa. Le voy a mandar unas piezas para que las lave en la escuela». Una anécdota entre muchas, pero que sirve para ilustrar una discusión que no es nueva, sino que lleva décadas provocando discusiones entre escuelas, docentes y asociaciones de padres. ¿Tienen sentido los deberes? ¿Ayudan a mejorar el rendimiento o, incluso, pueden ser perjudiciales? ¿Deben ser abolidos o entran dentro de la aclamada cultura del esfuerzo? Por si algo le faltaba al panorama educativo del país, ya de por sí enmarañado por las múltiples dudas que genera la implantación de la LOMCE con sus miedos y sus reválidas, el curso 2016/2017 ha arrancado con una llamada al boicot por parte de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa). Bajo el lema de Un noviembre sin deberes, esta asociación ha llamado a los padres de la escuela pública a la huelga contra los deberes. Una acción que ha creado una división de opiniones sobre su conveniencia entre los propios padres, también en la provincia, y que se articula a través de las otras asociaciones de padres, que son Fdapa (integra a varias asociaciones de padres de alumnos de centros públicos) y la Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia). Ambas, aunque por razones distintas, han decidido no secundar la huelga.

Fue casi al inicio del curso, cuando el presidente de Ceapa, José Luis Pazos, presentó la acción de protesta planteada para hacer de noviembre un mes sin deberes los fines de semana, como paso previo a la eliminación total. «Uno de cada cinco padres sitúa el tiempo de deberes por encima de las dos horas», aseguró Pazos que recalcó que es un tiempo excesivo y que, sumado a las tareas de los niños los fines de semana, supera holgadamente las 10 horas. Coincidiendo en el núcleo de la cuestión, Pilar Triguero, su homóloga en Fdapa Málaga, advierte del peligro de poner a los niños en una tesitura arriesgada. «En ningún caso los padres debemos desautorizar a los docentes delante de nuestros hijos. Si no estamos de acuerdo en algo, debemos dirigirnos directamente al centro», subraya. Triguero cree que el diálogo es fundamental para encausar un debate tan antiguo como la propia enseñanza.

Origen y debate

¿Pero cuál es realmente el origen de los deberes? «En un principio, se introdujeron para que el alumno repasara lo adquirido en clase. La teoría del aprendizaje clásico confía en la repetición de conceptos para consolidar el conocimiento. Además, se creía que los deberes ayudaban al niño a adquirir la capacidad de centrarse en una temática concreta durante un determinado espacio de tiempo», explica el jefe de estudios del IES Al Baytar, Ángel Luis Montilla. Pero, en no pocas ocasiones, se han convertido en una lucha diaria. El niño no logra finalizar las tareas, no tiene tiempo suficiente o, directamente, no tiene motivación para resolver lo que considera casi como un castigo. «Un niño tiene una media de diez u once profesores, todos con capacidad para mandar deberes», señala Montilla, que resalta la facilidad para sobrecargar si no existe una coordinación entre el profesorado.

A pesar de que la tendencia entre maestros es disminuir las tareas fuera del horario lectivo, en Concapa se aferran a los deberes. En palabras de su presidente, Pedro Caballero, resulta «increíble que se aliente a las familias a que sus hijos no cumplan con sus obligaciones educativas, entre las que se encuentran los deberes». Según defienden, el trabajo en casa es «necesario para afianzar lo aprendido en el centro educativo».

Una visión minoritaria que también contradice Félix Martín, secretario general de Enseñanza en Málaga de CC.OO. «Los deberes generan un rechazo hacia el propio sistema educativo», sentencia.