El inicio de la semana reflejó en las políticas de corto alcance, que es al fin y al cabo como se hace política en la provincia, un ánimo por dejar atrás de manera meridiana todo lo que tiene que ver con la polémica investidura de Mariano Rajoy. Hay quien piensa todavía que al político local le gusta Madrid. Son los mismos que piensan que cuando acude a la capital lo hace por placer y no motivado por alguna ambición personal. Aquí se ha visto a gente subirse a un AVE solo para hacerse la foto en algún acto del partido y luego volver. De retorno en preferente, con la mirada suspendida, se imaginan cómo será su carrera si consiguen escalar. Confesó esta semana un político malagueño de bastante peso orgánico preguntado por una manera determinada de actuar sobre el asunto en cuestión, «que todavía quiere tener un poco de futuro en el partido». Revelación esta que implica que las decisiones en realidad no son decisiones sino más bien contextos. Ahí queda eso, por si alguien tenía pensado buscar ayuda en alguno de sus representantes públicos estos días.

En cuanto a futuros a corto plazo, entrando ya en materia, a la ciudad le espera lidiar con un asunto espinoso que siempre promete rifirrafes de categoría. Antes de que finalice este mes, la Diputación tendrá que tomar una decisión sobre cuál va a ser el futuro de La Malagueta. Plaza de primera categoría, la idea que ha cuajado entre todas los grupos políticos con representación en la institución provincial, es que el coso sirva de algo más que para celebrar festejos taurinos que, por lo general, suspenden entre los aficionados o al considerar que más que toros lo que se lidian son sardinas.

Burladero El PP, con Victor González, diputado responsable para los asuntos taurinos al frente, ya se encargó de convocar un consejo de sabios el pasado mes de septiembre. Algo que no ha trascendido hasta ahora, pero que reunió al estamento taurino para una especie de brainstorming o pool de ideas. Arribaron a Málaga veterinarios, empresarios y críticos para hacer sugerencias de cómo se podría mejorar el futuro pliego. De vivir todavía, la invitación a Joaquín Vidal habría sido obligada. Las aportaciones de la única persona capaz de hacer que a uno le gustaran los toros sin que realmente le gustaran no le vendrían nada mal al PP. La entrada en juego de formaciones como Málaga Ahora, que hacen bandera de ser partidos antitaurinos, ha abierto la veda para debates cargados de demagogia y ardor. Rosa Galindo ya ha adelantado directamente que no participará en el diseño del futuro pliego al considerar que «no tiene sentido, y que sería una incongruencia tomar parte de algo que quieres eliminar». Parece ser entonces que el Partido Animalista, de donde proviene Galindo, es todo aquello que se fue quedando por el camino desde que a los ratones todavía se les mataba con veneno. «¿Qué mejor manera que destruir algo estando dentro?», se preguntara más de un anti.

«Toros tiene que haber sí o sí», no deja lugar a dudas un González que, de forma inesperada, se ha topado esta semana con el apoyo de Francisco Conejo. Éste ha tratado de tomar las riendas del asunto haciendo público lo que sería el modelo de explotación ideal para el PSOE. Los socialistas proponen dividir por primera vez la gestión en dos. Por un lado, todo lo que concierne a la celebración de festejos taurinos y, por otro, lo que tiene que ver con el resto de espectáculos de otra índole que pueden tener cabida en una plaza con aforo para más de 10.000 personas. El sitio en la que se encuentra, con sumas facilidades para aparcar, hace ver a Conejo que hay mucho potencial más allá de las corridas de toros. Todo sin perturbación para la fiesta porque, sorpresa para muchos, la propuesta socialista pide incluso aumentar el número de festejos de 8 que se celebraron en 2016 hasta entre 10 y 12. En el PP andan algo sorprendidos con esta defensa férrea, pues se esperaban a un PSOE menos en capote de paseo, una vez que Conejo se adjudicara el monopolio en la lucha contra las entradas gratuitas que se repartían a mansalva. Hasta ahora, eso lo sabe cualquiera en Málaga, ir por la cara a los toros era más fácil que atarse las zapatillas.

Pliego único Aunque en el PP hay órdenes de hacerse los dispuestos a dialogar por todo -González asegura que la división de gestión tiene sus pros y sus contras-, en los pasillos ya se asegura que habrá un solo pliego. «Redactar dos es un follón tremendo», dicen y señalan, además, que «el atractivo de una plaza que sólo se puede explotar para festejos taurinos es mucho menor» y mermaría el interés de los empresarios por hacerse con ella. En Ciudadanos, la voz cantante en este asunto es Teresa Pardo, que nunca ha escondido su afición y que pide avales al futuro empresario.

Gana Montero Al final, se ha impuesto el discurso pausado y razonado de Alberto Montero en Málaga. El profesor de Economía se ha hecho con la secretaría general de Podemos en la capital. De esta manera, cumple su objetivo inicial que no era otro que evitar que el control cayera en manos de Juan José Espinosa. Admitió entre bambalinas que en un principio no tuvo intención alguna de presentarse. En sus manos está ahora pilotar la formación morada hacia su próximo gran objetivo: entrar en el Ayuntamiento de Málaga en 2019. Espinosa culpa a Ysabel Torralbo de haber torpedeado su candidatura y de lanzar a Margarita Reyes para que le restara votos. Tampoco le ayudaron las acusaciones de haber metido la mano en la caja de Málaga Ahora. Aunque Espinosa se apresuró a negar los hechos, quizá una de las lecciones más viejas en política le pueda servir en un futuro: los desmentidos siempre tienen menos fuerza que la acusación.

REVERENCIA Y SUMISIONES

Mariano Rajoy, tan dado a sentarse y ver el tiempo pasar, fue el más rápido en mandar sus felicitaciones al recién electo Donald Trump. Un movimiento, en velocidad, inversamente proporcional al peso que mantiene el país a nivel internacional. Mientras que los demás líderes europeos aún estaban recuperándose del shock, el presidente ya había doblado el espinazo con un mensaje aséptico de los de introduzca usted el nombre en cuestión aquí. «Mi enhorabuena a Donald Trump por su victoria. Seguiremos trabajando para reforzar la relación que nos une a Estados Unidos, socio indispensable», rezaba. Si el buen paño en el arca se vende, como decían nuestras abuelas, a Rajoy no le falta razón al pensar que España es más bien un trapajo dentro del carrusel de superpotencias que ahora andan pendientes del nuevo presidente de pelo dorado. Más escepticismo mostró Elías Bendodo: «Por supuesto que respeto el resultado, pero no puedo evitar cierta preocupación». Bueno es saber que hay voces en el partido que miran con recelo a quien fuera el candidato del Ku Klux Klan.