Vaya por delante que no estoy nada acostumbrado a escribir en un periódico ni a exponerme ante la opinión pública pero desde la Asociación Arrabal me han animado a compartir mi historia para, de alguna manera, ayudar a romper algunos de los estigmas que rodean a las personas reclusas.

Mi nombre es Rafael Sánchez, uno de los alumnos del programa InOut Reincorpora de la Obra Social la Caixa. A mis 52 años admito con pesar que he pasado medio vida en prisión, saliendo y regresando nuevamente tras cometer muchos errores debido a mi adicción a las drogas. No me siento orgulloso de ello y no puedo cambiar lo que fui, pero créanme que he aprendido la lección.

En 2013 y gracias a la ayuda de muchas personas me di cuenta de que podría llevar una vida distinta basada en otros valores; que todavía me quedaban fuerzas para cambiar mi destino.

Tenía capacidad para trabajar y aportar a la sociedad. La Unidad Terapéutica Educativa (UTE) me ayudó a ser una persona más fuerte y segura y dejar atrás las drogas. Gracias a ellos conocí el programa InOut que gestiona la Asociación Arrabal y descubrí a personas como Andrea Durán y Javier Granda que vieron en mí cualidades para trabajar como camarero, a pesar de no tener conocimientos del oficio.

Con Andrea aprendí a gestionar mis emociones en situaciones de conflicto y cómo poder abrirme paso en el terreno laboral. Javier me ayudó a manejar una bandeja sin derramarlo todo, cómo dirigirme a un cliente y a trabajar en equipo sintiéndome útil.

InOut me ha abierto muchas puertas, incluso las de mi propia familia. Me ha proporcionado tablas para recuperar la relación con mi hermana y mi cuñado, unos pilares fundamentales en mi vida que me han acogido en su casa y me hacen sentir uno más.

Ahora puedo disfrutar de mis nietas, algo que valoro mucho después de haberme perdido el ver cómo crecían mis hijas, las cuales siempre soñaron con ver a su padre fuera de la cárcel.

Yo que nunca en mi vida había trabajado fuera de los muros de la prisión y puedo decir ahora que me siento realizado como persona, gracias como digo a la implicación de muchas personas de instituciones penitenciarias, de Angélica y Pedro, y del apoyo de tantas y tantas personas de la Asociación Arrabal y la Caixa. Me encuentro feliz al haber encontrado empleo en un chiringuito de la costa después de mis prácticas como camarero y sobre todo de la valoración que han hecho allí de mi interés, constancia y actitud positiva.

Termino esta reflexión con un mensaje para quien esté pasando un mal momento: La motivación en la vida es clave para salir adelante y en nuestra mano está cambiar de actitud. Yo, que he podido reordenar mi vida pido desde aquí un esfuerzo de toda la sociedad para que otros reclusos puedan tener la misma oportunidad de cambiar de rumbo.