Casi 1.000 millones de euros en facturación. Es el récord que está a punto de batir la provincia en el cómputo de las exportaciones de su cada vez más destacado sector agroalimentario. Lo que hace décadas parecía sólo un sueño ya empieza a consolidarse. Málaga es cada vez más conocida fuera de España por el éxito de estos productos, más allá de ese peso específico que tradicionalmente aporta a la economía provincial el segmento turístico de sol y playa.

No es de extrañar que, con estos datos, la provincia aporte en este momento casi el 2,5% de la producción agroalimentaria española destinada al exterior. Durante los últimos años apenas superaba el 2%, como prueba de este fenómeno recién llegado. Málaga, por ejemplo, ha logrado aumentar la facturación anual en exportaciones de productos de origen vegetal de 237 a 293 millones de euros. Unos datos correspondientes a la diferencia registrada de enero a septiembre entre 2015 y 2016, siempre con números oficiales facilitados por la Junta, a través de la Agencia Andaluza de Promoción Exterior.

Las tablas de exportaciones recogen ese éxito ya consolidado de variedades hortofrutícolas como los subtropicales axárquicos, principalmente aguacates y mangos, pero también el creciente auge del vino con la etiqueta de Sabor a Málaga. No es menos singular que las exportaciones de pescado se hayan igualmente disparado. Subió la facturación en el plazo de un año de 6,9 a 11 millones de euros facturados.

«Pero los reyes siguen siendo los subtropicales», como remarca la propia Junta, en términos de crecimiento relativo e igualmente en valores absolutos. Estas frutas romperán este año la barrera de los 200 millones facturados en exportaciones, de manera que una auténtica «meca mundial» como es la comarca de la Axarquía ha reivindicado la necesidad de disponer de más recursos hídricos.

En la zona más oriental de la provincia se considera como prioritaria la búsqueda de nuevas fuentes de agua para aspirar a duplicar la superficie destinada a aguacates y mangos, con el «aliciente añadido» de que esa posibilidad generaría «no menos de 10.000 puestos de trabajo, como han apuntado los portavoces de las principales comercializadoras del sector.

Oficinas internacionales

Un ejemplo más que consolidado lo constituye la empresa familiar Reyes Gutiérrez, con sede en la capital axárquica, Vélez Málaga. Este año aspiran a cerrarlo con una facturación de unos 60 millones de euros y «unas perspectivas extraordinarias», después de invertir unos 7 millones de euros en unas nuevas instalaciones.

El grupo, además, acaba de abrir sus propias instalaciones en París, al objeto de mejorar su competitividad fuera de España en la comercialización de salsas y otros derivados del aguacate y el mango.

No menos destacado es el aumento de la productividad y de la propia competitividad de la industria del vino malagueño. Con los datos de la Junta sobre la mesa, no cabe ninguna duda: los caldos de la provincia están de moda más allá de los Pirineos. La facturación en cuanto a las exportaciones ha aumentado en el último año de 9,4 a 15,2 millones de euros.

Así no resulta nada extraño que la uva malagueña, como han remarcado colectivos de agricultores del peso específico de Asaja, cada vez dependa más de las bodegas, frente a la elaboración tradicional de la pasa (azotada por la falta de ayudas y los bajos precios). La propia Asaja remarcó que este año la vendimia se cerró con una producción de 5,5 millones de kilos de uva. En determinadas zonas, pese a la sequía, se superaron los registros de 2015.

El balance de este otro pilar histórico del agroalimentario malagueño volvió a ser «más que positivo, por la proliferación de bodegas en todas las comarcas». Por la ya mencionada apuesta por la calidad, que se ha convertido en el principal auxilio para la vid, los caldos malagueños han ganado en competitividad y así son reconocidos en multitud de certámenes nacionales e internacionales.

Como relatan los productores, la materia prima es inmejorable. No hay otro lugar del planeta que, por ejemplo, genere una uva moscatel con las características de la que se recolecta en Málaga.

En definitiva, si en materia turística se ha vivido un año histórico en la provincia, no menos importante será el balance para otro de sus grandes pilares económicos.