Tras varios años de dura e intensa crisis económica, las pymes y autónomos de Málaga afrontan un futuro esperanzador pero no por ello exento de retos y dificultades. Las consecuencias de la recesión económica aún son palpables en nuestro día a día, y los meses y años venideros requerirán de todo nuestro esfuerzo y compromiso para seguir creciendo, siendo competitivos en un entorno global.

En estos últimos tiempos, la provincia de Málaga ha sabido aprovechar razonablemente sus fortalezas para reinventarse y comenzar la recuperación, lenta pero constante, convirtiéndose en una provincia capaz de ilusionar a empresarios, inversores, emprendedores, visitantes y por supuesto, a los propios ciudadanos malagueños.

Son numerosos los puntales en los que se viene asentando esta recuperación, comenzando con nuestros sectores de actividad más tradicionales, entre los que destacan las excelentes cifras recabadas por el turismo cada año o la capacidad innovadora y exportadora de nuestra industria agroalimentaria, pasando por la aún prudente reactivación de la construcción. Entre ellos, no podemos olvidar la proyección de pujante sector tecnológico, de la logística y del transporte, de la ágil distribución comercial, o de las industrias culturales y creativas, amparadas en una apuesta público-privada por convertir a Málaga no sólo en exponente económico andaluz, que ya lo es, sino también en capital cultural.

Por otra parte, Málaga sigue siendo líder en creación de empresas en Andalucía por vigésimo primer año consecutivo. Además de la importancia de este dato en términos cuantitativos y en cuanto a la generación de riqueza y empleo que implica, este factor pone de manifiesto la entusiasta capacidad emprendedora, el atrevimiento y el espíritu de superación de los empresarios malagueños, que no decae.

Pero nuestro tejido empresarial no sólo debe incrementarse, sino que las propias empresas existentes han de aumentar su dimensión para ser más fuertes y competitivas. Es éste un reto que venimos afrontando con ilusión desde las organizaciones empresariales, apoyando a pymes y autónomos para dotarlos de estructuras más amplias y sólidas.

Para todo ello, es ineludible contar con un marco normativo favorable al desarrollo empresarial, un entorno institucional estable y también una mayor seguridad jurídica, que aliente a numerosos inversores. Porque sólo así se puede generar más riqueza, dando respuesta a la mayor preocupación de nuestros ciudadanos, que no es otra que el empleo.

Después de un año de interinidad, por fin ha quedado constituido un nuevo Gobierno en España. Un Ejecutivo que nace en minoría, pero que tendrá que usar el diálogo como principal herramienta.

En tal sentido, es importante que se tengan en consideración el desarrollo de una serie de principios que para los empresarios son irrenunciables: la libertad de empresa, la igualdad de todos los españoles, la unidad de mercado, la garantía de la libre competencia y la solidaridad entre regiones.

Tras un dilatado período de paralización, urge volver a la senda de la gestión política, afrontando los grandes retos que tiene nuestra sociedad, siendo sin duda el principal de todos ellos, la generación de empleo y bienestar social. Esta sería verdaderamente, la mejor agenda reformista.

Por tanto, es importante recuperar el tiempo perdido y ponerse a trabajar de forma inmediata desde la responsabilidad, el diálogo y la negociación, para dar inicio a una legislatura en la que debe primar el interés general y que todos los partidos políticos adopten posiciones negociadas que permitan alcanzar grandes Pactos de Estado.

En definitiva, un nuevo tiempo, difícil pero apasionante, que requiere afrontar con valentía, de manera inmediata y decidida los retos que este País necesita. Y nuestra provincia por supuesto, no puede sustraerse a ese contexto. Para ello, sabemos que la empresa sigue siendo la verdadera solución.

*Presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) y de Andalucía (CEA)