Lo cierto es que la intención inicial de la antigua archivera y bibliotecaria de Unicaja, Emilia Pascual, que estuvo a cargo del Archivo Díaz de Escovar en la capital, era escribir un libro sobre tres riogordeños ilustres, dos de ellos religiosos de los siglos XVIII y XIX, pero al ir a entrevistar al tercer personaje, Antonio Pascual Campos, que el próximo día de Navidad cumplirá 95 años, todos sus planes cambiaron. «Me dijo tanto que anulé lo de los tres personajes y me centré solo en él», confiesa.

El resultado de este trabajo es la biografía Antonio Pascual Campos. Retazos de la historia viva de Riogordo, un libro que se presentó hace unos días en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga y que patrocinan el Ayuntamiento de Riogordo y la Asociación El Paso de Riogordo.

Antonio Pascual, tío de Emilia, ocupó la alcaldía de Riogordo de 1960 a 1979, casi dos décadas de gestión en las que cambió para siempre la cara de un pueblo atrasado al lograr los principales equipamientos e infraestructuras, como puede comprobarse en el libro, repleto de fotos, aportadas por el propio protagonista pero también por vecinos.

«El libro está estructurado en una primera parte con su biografía, una segunda en la que hablo del contexto histórico y las diferentes corporaciones de Riogordo y por último, su trabajo como alcalde», resume la autora, que también es riogordeña.

Vinculado por sus padres al mundo del aceite, Antonio Pascual Campos nació en la vecina población de Mondrón en 1921, pero con 8 años se marchó con la familia a Riogordo, de donde era su madre, Antonia Campos.

Su padre, Emilio Pascual, fue el primero en poner luz eléctrica en su molino de aceite, en la calle Iglesia. «Siempre trabajó con su padre tanto en la parte administrativa como en la molturación de las aceitunas y cuando el padre montó otra fábrica aceitera en Iznájar, la dirigió Antonio», cuenta Emilia Pascual.

Además, durante toda su vida fue un hombre muy ligado a los trabajos del campo, por las tierras con olivos y cereales que tenía su madre. Con este bagaje, el riogordeño, que ya había sido concejal, fue nombrado alcalde de su pueblo en 1960, cargo que ostentaría hasta 1979, con la llegada de las primeras elecciones democráticas.

En esos casi veinte años como alcalde, Antonio Pascual no cobró una peseta. «Vivía del campo y de hecho muchas visitas iban a buscarle al campo, donde trabajaba o a su casa a la hora que fuera. Su trabajo como alcalde fue totalmente vocacional», recuerda la autora de la biografía, para quien Antonio Pascual es el principal responsable «de una transformación abismal de Riogordo».

Lo primero que hizo fue traer el agua potable al pueblo. «Antes no había, venía cogida de un río, a través de una cañería que no estaba ni entubada bajo tierra en muchas zonas, con lo cual con ese agua llegaban muchas infecciones. Él la trajo de una zona llamada El Borbollón, y la puso canalizada con una red de abastecimiento», cuenta la archivera.

También acabó con unas calles que eran de otro siglo, puro pedregal de pizarra muchas de ellas: «Él cuenta que las mujeres perdían siempre un tacón por los boquetes del mal empedrado, pero nunca lo perdían porque lo cogían y se lo llevaban al zapatero», ríe la autora.

También se ocupó de las muchas escuelas dispersas por el pueblo y que ocupaban las antiguas cámaras de algunas casas en las que antes se guardaba el granero. «A lo mejor terminaba el contrato, el dueño no quería renovarlo y la escuela se tenía que ir a la cámara de otra vivienda», recuerda Emilia, que señala que, gracias al alcalde, «se echó el cerrojo a las escuelas alquiladas, hizo 13 escuelas en el pueblo y una en un diseminado pero todas ya municipales».

Durante el mandato de Antonio Campos también llegaron equipamientos tan novedosos como la piscina municipal, inaugurada por el gobernador Víctor Arroyo en 1971. «Fue la primera de la Axarquía de esas dimensiones, no solo para Riogordo sino también para todos los pueblos colindantes», cuenta la biógrafa, que cree que la piscina debería llevar algún día el nombre de Antonio Pascual Campos. «Ahora mismo no tiene nombre», comenta.

De su gestión salió también el nuevo cementerio, «porque el que había estaba casi incorporado al casco urbano, era muy pequeño y estaba en muy malas condiciones».

El nuevo Paso de Riogordo

Y una de las señas de identidad más famosas del pueblo, El Paso, volvió a celebrarse gracias a su empeño, porque aunque la primera celebración data de 1951, tres años más tarde no volvió a representarse «por obra del obispo», apunta Emilia Pascual, que cuenta que el alcalde logró retomarlo en 1968 «y de hecho, fue presidente de la Asociación del Paso hasta 1979».

Pero la proyección pública de Antonio Campos no se limitó a la alcaldía ni a presidir la Asociación de El Paso. Como destaca Emilia Pascual, con anterioridad, en 1957, ya fue nombrado presidente de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de Riogordo, un puesto en el que contó con la gran ayuda del secretario, Juan Cañadas.

En este terreno, Antonio Pascual consiguió que Riogordo tuviera su propio silo, con lo que los riogordeños no tuvieron que desplazarse más a otros pueblos vecinos para guardar el trigo. «Él puso de su mano el solar para el granero», precisa Emilia.

Y nunca se desligó del mundo del aceite. Es más, promovió en 1968 la cooperativa olivarera San Isidro, «y ahí se ha tirado de presidente toda la vida». Las dos cooperativas existentes en el pueblo, entre las que hubo siempre buena armonía, terminaron fusionándose en 2004.

«Un hombre líder»

De su biografiado, Emilia Pascual destaca que «para mí, ha sido un hombre líder, y sobre todo muy trabajador y muy honrado».

Con la publicación del libro ­-con una portada de fondo verde para destacar la vinculación de Antonio Pascual con el aceite- la biógrafa cuenta que el exacalde, además de darle un abrazo grande, le comentó que le había «alargado la vida». «Y eso para mí es muy gratificante», confiesa.

Antonio Pascual. Retazos de historia viva de Riogordo, con un precio al público de 12 euros, es el número 7 de la colección Río de Oro, en la que se publican obras de riogordeños o relacionadas con la historia del municipio.

Los beneficios de la obra los ha querido destinar la autora a la Asociación Síndrome de Down Málaga y a un proyecto de ayuda social y humanitaria en Kouba, comuna de Koubri, en Ouagadougou, la capital de Burkina Faso, en África, que lo dirige una religiosa salesiana de Riogordo.