El Real Club Mediterráneo de Málaga, que tiene más años que el Partido Socialista Obrero Español (el primero se fundó en 1873 y el segundo en 1879) es el decano de los clubes náuticos de España. Pese a los años transcurridos (en septiembre pasado cumplió 143 años) no ha envejecido con el paso del tiempo. En esos últimos meses, por no remontarme a periodos anteriores, ganó campeonatos de natación y remo en Málaga, Andalucía y España, y para coronar el palmarés, un veterano del club, Joaquín Canales, se proclamó campeón del mundo de natación en aguas abiertas en la categoría en la que milita, la de 73 años.

En sus comienzos, el club centró su actividad en dos disciplinas deportivas: remo y vela. Cada año fue aumentado el abanico con incorporaciones de otros deportes, como la natación, el tenis, tiro al plato, frontón, motonáutica, waterpolo€ hasta el momento actual en los que figuran también secciones de pesca, triatlón, pádel, voleyplaya, atletismo€ Está abierto a todas las actividades deportivas. Las ediciones de las diferentes competiciones se suceden hasta alcanzar en algunos casos las sesenta, como en las regatas, o la carrera pedestre Subida a Gibralfaro, el Máster de Frontón€

Los deportes no son óbice para el desarrollo de otras actividades de entretenimiento y lúdicas, como la iniciativa de la Junta que regía los destinos de la entidad en 1957 de promover la celebración de la Fiesta de la Sirena, con elección desde entonces de una socio con ese título; los campeonatos sociales de dominó, canasta y mus; dibujo infantil; fiesta de disfraces para niños; velada flamenca; ciclos cinematográficos; cursillos para enseñar a los niños a nadar; creación de una biblioteca con más de cuatro mil volúmenes; gimnasios; tres piscinas; un puerto deportivo €

Cata de vino

Entre todas estas manifestaciones hay una que puede sorprender porque que no tiene nada que ver ni con los deportes, ni con la cultura, ni con el ejercicio físico, ni con la diversión. Se trata de la cita anual para la cata de vino tinto.

El próximo día 2 de enero a las 2 de la tarde se reunirán los socios que desde 1992 se vienen dando cita para celebrar una cata de vino tinto. En este año que termina, la cata cumplió veinticinco años, siempre a la misma hora, día y mes. Desde que un reducido grupo de diez socios se reunieron para celebrar una cata en 1992, la cita se viene repitiendo sin necesidad de anuncio y recuerdo. Los socios que lo deseen tienen que cumplir muy pocos requisitos: presentarse a la hora indicada con una botella de vino tinto, aceptar las normas que rige en cualquier celebración similar€ y abonar el importe de la comida que acompaña a la degustación de los caldos presentados. La cata, como es preceptivo, es a ciegas; las botellas son cubiertas con papel aluminio y hasta que no se puntúan no se descubre el origen de cada una y el socio que la presentó.

En enero de este año que termina se cumplieron las bodas de plata este evento que ya figura en el calendario de actividades. El vino tinto, lo recuerdo, está recomendado por un sector de la Medicina; esta recomendación tiene unos límites o restricciones: un hombre puede tomar hasta dos copas de vino tinto al día; la mujer -ya surgió el machismo-, solo una. El día de la cata se superan los límites, pero no tanto como los legos en la materia puedan contemplar.

Es posible que en nuestra ciudad se organicen pruebas similares, pero ninguna, seguro, habrá alcanzado el cuarto de siglo. El club Mediterráneo es pionero no solo en los deportes náuticos sino en otras manifestaciones.

719 vinos

A lo largo de los veinticinco años, se han catado en total 719 vinos, y han participado, al menos en una ocasión, 147 socios. Tres de ellos, fundadores de la Cofradía, han participado en todas las ediciones; fueron cinco los que la crearon, pero dos de ellos fallecieron en el curso del tiempo.

En los primeros años el vino de Rioja acaparaba la inscripción; con el paso de los años se fueron presentando caldos de otras denominaciones de origen, como Ribera del Duero, La Mancha, Toro, Somontano, Navarra, Extremadura, Campo de Borja, Castilla-León€ e incluso vinos de procedencia extranjera, como California, Argentina, Marruecos, Chile y en la última edición un vino elaborado en Australia. Cada año, también, aumenta la presencia de vinos de la Denominación de Origen Málaga. Precisamente el vino ganador de 2016, fue Primera Impresión, de la variedad Tempranillo del Pago de la Cancona, Lagares de Molina, de las Bodegas José Molina Molina, de Colmenar (Málaga).

En tres ediciones fue elegido como mejor vino uno de las bodegas Viña Acedo, y en dos ocasiones, Marqués de Cáceres. Rioja y Ribera del Duero son los acaparadores. Y en tres ocasiones también un socio -don Adolfo Durante López- fue el ganador, y en dos, don Enrique Carmona Segovia.

Una coincidencia

Los que participamos en las catas -el autor de estas líneas es un asiduo a la cita anual-, salvo un par de ellos que son enólogos de profesión, no tenemos la formación necesaria como para ser expertos a la hora de juzgar un vino. Sin embargo a lo largo de estos veinticinco años hemos aprendido un poco y sabemos, dentro de las limitaciones inherentes a esa ignorancia, distinguir entre unos y otros. Un año se dio un caso que revela que algo hemos aprendido. Fue en la cata de 1998. Los dos vinos clasificados en el primero y el segundo puesto fueron de la misma bodega y año: Reservas de 1989 de Viña Ardanza. Uno sumó 83 puntos y el otro 81. Casi empatados. La puntuación máxima que se puede alcanzar, teniendo en cuenta las tres fases -visual, olfativa y gustativa- es de 120.

Como cada año, la organización tiene el detalle de comunicárselo a la bodega cuyo vino ha sido proclamado como el mejor; muchas veces agradecen la información€ y otras dan la callada por respuesta. El sanedrín no lo tiene en cuenta.

¿El sanedrín?

Las riendas de la cata están en manos de la Cofradía del Vino Tinto del Real Club Mediterráneo. Tiene su sede en el mismo club pero sin despacho o recinto alguno. Tampoco lo necesita. Al frente de la Cofradía está el Sanedrín, compuesto en la actualidad por seis miembros, tres de los supervivientes de la fundación y tres elegidos entre los más antiguos participantes.

Alguien, con razón, se puede extrañar por la elección de este vocablo, en lugar de comité, consejo, hermandad, directiva, junta€ Aunque la primera acepción de sanedrín, según la Real Academia Española, es «Consejo supremo de los judíos en el que trataban y decidían los asuntos de estado y religión», la tercera acepción, según la RAE es «Junta o reunión para tratar de algo que se quiere dejar oculto». Pero nuestro sanedrín, de acuerdo con los nuevos usos y costumbres donde predomina la transparencia, la ha redactado y simplificado así: «Junta o reunión para tratar de algo relacionado con el vino tinto». Transparencia total.