­El análisis diario de titulares sugiere un enmarañado panorama político, donde la crisis de los refugiados y la irrupción de lo que algunos califican de forma despectiva como populismos amenazan con poner patas arriba, más de lo que lo está ya, la composición de fuerzas a nivel mundial. Enunciar asuntos de este empaque en un periódico local viene a cuenta de la reunión del Comité del Mediterráneo de la Internacional Socialista, que se celebra estos días en Málaga. Socialistas llegados de varios países debaten confinados en el Palacio de Congresos sobre los retos que depara el futuro a múltiples niveles. Con el morbo añadido, eso sí, de contar hoy con la presencia de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, escudriñada a cada paso por su intención, ficticia o no, de allanarse el camino orgánico de cara a la vacante secretaría general del PSOE.

Arrancó el comité de ayer, precisamente, con la intervención de una de las personas más cercanas a la propia Díaz. El portavoz de la actual gestora, Mario Jiménez, abrió la jornada con un discurso fuertemente marcado por su intención de establecer una relación de causa efecto entre las políticas de austeridad y el resurgir de los populismos en varios países de Europa. «Si el Estado y las instituciones no empatizan con los ciudadanos y se sigue apostando por la austeridad, el populismo será imparable», aseguró Jiménez. Hizo alusión a la situación en Grecia, donde las últimas medidas del Ejecutivo de Tsipras para apoyar a los pensionistas en situación de pobreza han chocado con la oposición del núcleo de países del norte capitaneados por Alemania. Frente a la insistencia en la austeridad, lamentó que el Gobierno de Rajoy optara por alinearse en el bando de los países que han hecho del cumplimiento del déficit su tabla rasa. Aseguró, en este sentido, que las soluciones a los problemas en Europa tienen que venir de la mano de políticas que no dejen a nadie atrás. «Hay que alzar la voz porque ese no es el camino», advirtió. Frente a un auditorio con representantes socialistas de varios países, entre ellos Siria, Jiménez no sumó una sola mención al estado actual del PSOE y tampoco hubo concesiones para aquellos que esperaban una mención directa o, como mínimo, de sobrepasada a Susana Díaz. Quiso centrar su intervención de lleno en subrayar las diferencias que separan al socialismo de los partidos conservadores, quizá, consciente de que la polémica abstención en el Congreso le exige a los socialistas arrearle al PP más que nunca.

Refugiados

Así lo hizo Jiménez también en lo referido a la actual política de refugiados del Gobierno. Atacó duramente al Ejecutivo de Rajoy en relación a lo que consideró como un incumplimiento grave de los compromisos adquiridos en esta materia. «De los 18.000 refugiados que corresponden a España, sólo se ha acogido a 400, el dos por ciento», lamentó. Jiménez, que llegó a afirmar sentirse «avergonzado». Aseguró que esta manera de proceder «no refleja el verdadero carácter solidario del pueblo español» y resaltó que el «continente europeo no se podrá construir nunca de espaldas al Mediterráneo». Para estos problemas, Jiménez enfatizó las conquistas del socialismo frente a las demás ideologías y sentenció que sus postulados juegan mucho a favor de una salida de esta crisis global. Con un guiño, en este sentido, al resurgir de los nacionalismos, también en Cataluña, Jiménez resaltó la vocación internacionalista del socialismo y criticó a los que persiguen un reparto disímil en función de las nacionalidades.

En referencia directa a los acontecimientos en Siria, aseguró que el PSOE sigue comprometido con la búsqueda de soluciones dialogadas en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas. «La guerra tiene que parar para que vuelva la paz y la gente vuelva a su casa. La paz y la reconstrucción debe ser el objetivo fundamental por encima de todo», sentenció. Para el responsable del área internacional de la gestora, Ricardo Cortés, «la crisis de los refugiados sigue siendo el mayor desafío al que nos enfrentamos».