­­Un billete de 20 euros es un papel que suele estar arrugado, manoseado, incluso amalgamado con otros de diferentes tonalidades y valores. Para la mayoría de las personas no es más que el dinero con el que pagar parte de la cesta de la compra o un artículo de ropa. En esta época, hay quien juega con la suerte con uno de estos billetes de textura especial y de color azul. Total, sólo son 20 euros.

Pero esa cifra supone muchas cosas, no sólo para quien vive maltrecho en el desempleo o para quien pide para comer postrado en medio de la acera. Hay personas, mujeres, la mayoría, que ganan 20 euros por mantener relaciones sexuales con un extraño. Algunos le llaman dinero fácil, otros, dinero sucio. Lo cierto es que los 20 euros por los que cuesta tener sexo con una prostituta en el Polígono del Guadalhorce están llenos de historias que no dejarían dormir a muchos de los que pagan por ello. Muchos de estos billetes están manchados de amenazas, de extorsión y mafias, de largos viajes en busca de un futuro mejor que acaban en la esquina de un polígono en el que la única esperanza es que no te roben. O te maten.

Lo cuentan las mujeres que ejercen la prostitución en la calle. Tienen miedo de no volver a casa, tanto como hacerlo de manos vacías. Muchas sustentan a sus familias -numerosas tienen hijos- con el dinero de una larga jornada laboral que sólo acaba cuando tienen el dinero que ellas, y a veces, otros, exigen.

La cifra de prostitutas en la provincia de Málaga es incuantificable. No sólo hay mujeres que trabajan en la calle -en Málaga capital, lo hacen fundamentalmente en el Polígono del Guadalhorce, en la zona conocida como Las Cañas, y en la zona de la Alameda de Colón-, muchas más lo hacen en locales de alterne, bares, discotecas y pisos privados. Es difícil cifrar cuántas mujeres cobran por tener sexo con desconocidos porque existe mucho secretismo en torno a este negocio que, en muchos casos, lleva aparejados otros intereses como la droga.

«Follar son 20 euros, chuparla 10», cuentan las mujeres, que ponen precios «asequibles» porque la crisis ha rebajado las tarifas y para no hacerse competencia todas piden lo mismo. Entre cuatro paredes todo es diferente. Los precios varían en función del sitio, de los dueños y, sobre todo, del estatus de los clientes. Las cifras oscilan entre lo 70 euros y los miles de euros de las prostitutas de alto standing, que se concentran sobre todo en la Costa del Sol.

En Málaga son tres las entidades que se preocupan de la salud física y emocional de estas mujeres: Mujer Emancipada, Cruz Roja y Médicos del Mundo. Todas ellas lo hacen de manera gratuita y desinteresada y trabajan por procurarles el futuro que ellas quieran tener. Aunque la duda de la trata de mujeres siempre queda, estas organizaciones evitan preguntarles porque saben que, si lo hacen, se blindarán y quizás no acudan más. «La red suele estar en su país y aquí. La persona que le dice que tiene que venir le explica lo que tiene que hacer, pero muchas vienen engañadas», señalan desde Mujer Emancipada, donde reconocen que cuando llegan a España las colocan por sectores y, en el Polígono, por calles. Está dividido según la nacionalidad.

Pero también hay redes de tráfico de mujeres en locales. Suelen contar con una «mami», la persona de confianza del dueño del negocio que se ocupa de las chicas. «A nivel legal funcionan como hoteles, las mujeres pagan la habitación y la manutención y supuestamente el servicio es íntegro para ellas, si no hay proxenetismo y ahí se amparan los jueces», señalan desde Médicos del Mundo.

Las entidades asociativas les hacen analíticas, les apoyan judicialmente si lo precisan y les procuran preservativos, lubricantes, geles e, incluso, comida. Saben que las noches son largas y que, de no ser por su ayuda, tendrían problemas de salud o con la Policía. Desde 2010 ser trabajadora del sexo en la calle suma un nuevo riesgo: el de las multas. La aprobación de la Ordenanza de Convivencia supuso un antes y un después en la vida de estas mujeres, que vieron cómo, de la noche a la mañana, les empezaron a multar por ofrecer sexo en la vía pública. En concreto, la ordenanza recoge una sanción de 250 euros por ofrecer y 750 por solicitar servicios sexuales y por tener sexo en la calle. En el primer caso, en lo que llevamos de año según datos del área de Seguridad Ciudadana, se pusieron 314 denuncias. En el extremo opuesto, los hombres que solicitaron los servicios, 31. Ambas cifras van en descenso a consecuencia de la intensificación de la presencia policial en la calle.

Aunque en Las Cañas hay mujeres de todas las nacionalidades, lo cierto es que tanto Cruz Roja, como Médicos del Mundo y Mujer Emancipada han percibido un aumento más que considerable de los últimos meses de la llegada de mujeres procedentes de Nigeria. «Bordean la mayoría de edad, son jovencísimas», cuentan las entidades, que intuyen que muchas de ellas no han llegado por su propia iniciativa hasta aquí.

La vorágine de emociones que padecen a consecuencia de practicar sexo a cambio de dinero les hace mella. «Estén obligadas o no, es duro lo que hacen», afirman las fuentes. De hecho, el psicólogo de Mujer Emancipada, Juan José Calderón, admite que cuando descubren que han viajado durante años para salir de su país para acabar ejerciendo la prostitución, el shock es mayúsculo. «Esta etapa les dura unos meses y a partir de ahí se habitúan al impacto y pasados los años acusan ansiedad, depresión o el consumo de sustancias o medicación para vivir con ello», señala el experto, que reconoce que muchas tienen que pagar un precio muy alto por haber venido a España por parte de las mafias que trabajan con ellas.

Pese que muchos hombres son conocedores de esta situación, España es el primer país de la Unión Europea en consumo de prostitución. Un 39% de ciudadanos ha demandado estos servicios alguna vez, según recoge la guía sobre la trata de personas con fines de explotación sexual elaborada por la Asociación de Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituída (APRAMP) y editada por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.

Dentro de España, la Costa del Sol es uno de los lugares donde más prostitución hay, según las fuentes. Los clubes de la costa tienen un gran nivel de actividad, tanto de llegada de mujeres para trabajar en estos locales, como de clientes. Uno de los motivos, aducen, es la situación geográfica de Málaga, muy cerca del Norte de África y muy bien conectada por las infraestructuras de transporte. La falta de normativa en numerosos municipios también lo favorece.

Aunque los estudios hablan de varones de entre 35 y 55 años, la realidad es que el perfil del cliente que consume prostitución es difícil de precisar. «Los hay de todas las edades y clases. Tanto solteros como casados», reconocen desde Mujer Emancipada.

¿Falta de escrúpulos o de empatía? La coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Rosa del Mar Rodríguez, lo tiene claro. «Nos creemos que son Pretty Woman, es una forma de no querer ver la realidad, de pensar que es dinero fácil o que lo han elegido libremente, pero lo que hay detrás es brutal», asegura, al tiempo que lamenta que estas mujeres viven en condiciones inhumanas, extorsionadas y, en muchos casos, maltratadas. «Viven con miedo por quienes las captan, por quienes las explotan y por quienes las usan. Si no hubiese demanda no habría prostitución», arguye Rodríguez, que asegura que Andalucía está trabajando por incluir la prostitución y la trata como un tipo más de violencia de género.

Las tres entidades que trabajan con las mujeres en situación de prostitución las atienden siempre in situ. En el caso de Mujer Emancipada, cuentan con una caseta prefabricada en el polígono del Guadalhorce donde las asesoran y apoyan. Hasta hace unos años disponían de una casa de acogida que tuvieron que cerrar por la crisis. En el caso de Médicos del Mundo, cuentan con una Unidad Móvil que repite cada 15 días las visitas a las mujeres, sobre todo de locales. Lo hacen en varios municipios de la provincia. En algo parecido trabaja Cruz Roja, que apoya a un centenar de mujeres los sábados en Las Cañas y la Alameda Colón. Sólo el día de las inundaciones atendieron a 75 mujeres.