Manuel Muñoz Martín ha logrado algo único en la historiografía de Málaga: compendiar la vida y milagros de unas 7.000 familias del siglo XIX, agrupadas en dos tomos, espléndidamente editados con el título La Málaga de ayer, sus vecinos y sus hechos en el recuerdo, con el subtítulo Compendio historiográfico general de la sociedad malagueña del siglo XIX. Además, cuenta con unas 1.200 fotografías.

Patrocinada por Albia y publicado por Ediciones del Genal, la obra, con un total de 1.400 páginas, fue presentada el pasado jueves en el Colegio de Veterinarios, del que Manuel Muñoz es uno de sus miembros más veteranos, pues este doctor en Veterinaria, biólogo e investigador nació en Málaga hace 93 años, aunque aparente tres lustros menos y exhiba una ilusión por trabajar que ya le ha embarcado en una nueva investigación.

«Cuando empecé con esto el ordenador no existía, tomaba notas en cuadernos y por las noches las pasaba a máquina», comenta. El doble volumen, la más ambiciosa de sus obras, amplía y profundiza en investigaciones anteriores, fruto de casi 50 años de trabajo.

Lo más destacado de la obra es su enfoque, pues aunque, como es lógico incluye las principales familias del siglo de Isabel II, «he dedicado el libro sobre todo a los que nadie conoce, a los que yo llamo los innominados: a los López, Fernández, García, a los Sánchez, que también contribuyeron a formar esta sociedad que tenemos, porque es un conglomerado de personas».

Documentos notariales

Otra particularidad de su trabajo es que se guía, «no por lo que tú me cuentes, sino por los documentos notariales, todo está sujeto a ellos». Con este enfoque, subraya, ha logrado que sean las familias las que hablen, «porque cuando llegaban al notario a hacer testamento, una partición de bienes o lo que fuera, hablaban con el notario y yo he transcrito lo que ellos decían al notario».

Por este punto de vista, los archivos que más ha frecuentado han sido el Municipal y sobre todo el Histórico Provincial, que conoce desde que estaba en su antigua sede, en la calle Alcazabilla.

Llama la atención que este hombre de ciencias, desde hace 20 años miembro de la Academia Malagueña de Ciencias, se haya decantado por el mundo de los legajos y la Historia, pero él lo aclara: «Recibí una asignación para hacer la tesis doctoral y le propuse al director hacer un estudio de los censos de ganado en los Montes de Málaga en el siglo XIX, porque hay una cosa que tengo metida en la cabeza desde el principio: el siglo XIX».

Y cuando su director de tesis dudó de que pudiera encontrar fuentes para este trabajo, el joven veterinario le contestó: «En lo imposible está lo bueno y entonces fue cuando me metí en los Montes, y empecé a manejar familias, fincas, etc...».

El amor por los Montes de Málaga le viene por su padre, el militar malagueño José Muñoz, y en el trabajo de su tesis tuvo la ayuda de académicos de Ciencias como Miguel Álvarez Calvente, que le abrió el archivo de Icona.

La tesis le dio pie a seguir frecuentando los archivos de forma regular ya desde los 46 años, con lo que ha ido recogiendo una documentación «inmensa» hasta la actualidad. Así ha podido publicar libros como su monumental De Viñedo a Pinar. El Parque Natural de los Montes de Málaga, el libro más completo sobre la historia de los Montes, El crecimiento urbano malagueño en el siglo XIX, que explica el germen de buena parte de los barrios de la capital o un par de obras anteriores sobre las familias malagueñas del XIX.

Además de la constancia, Manuel Muñoz ha logrado compaginar su amor por la investigación con el trabajo y su familia, porque es padre de tres hijos: «Lógicamente, lo he hecho robando muchas horas al sueño, menos mal que he tenido una mujer comprensiva y soñando siempre con el sábado y el domingo cuando, a las seis de la mañana, cogía mi cartera, mi bocadillo y me iba a los Montes de Málaga con la máquina de fotografías».

Gracias a esta labor, el archivo fotográfico de Manuel Muñoz es de un enorme valor, porque entre otras muchas cosas recoge casas y lagares de los Montes «que ya no existen», algunos de los cuales se muestran en su última obra, pues son muchas las familias de Málaga vinculadas con el vino y las pasas.

Por eso, compara la investigación con una droga: «Es una droga estupenda, que uno disfruta».Los otros protagonistas

Con respecto a este doble volumen, Manuel Muñoz, que se describe como un investigador amigo de pasar desapercibido, ha tenido además la paciencia de realizar un enorme índice onomástico así como de predios rústicos, imprescindibles para un libro como este, con siete mil familias mencionadas, distribuidas en casi 180 apartados.

Y como asegura, además de los Larios, Heredia, Loring y el resto de conocidas familias del XIX, las protagonistas son ante todo las que, quizás por la escasa singularidad de sus apellidos -entre otros factores- pasaron más desapercibidas.

Entre esas familias no tan conocidas se encuentran los López, cuyo miembro más antiguo es Pedro López Valenzuela, que a comienzos del siglo XVIII era propietario de dos lagares en los Montes de Málaga (El Flamenco y Los Lagos).

No se debe confundir con los López de Uralde, procedentes del pueblo de Zurbano, Álava, que se asentaron en Málaga, posiblemente, a finales del siglo XVIII o en el arranque del XIX. El primero del que hay constancia en nuestra ciudad es Santos López de Uralde pero sin fecha, aunque su nieta más pequeña contrajo matrimonio en 1839.

También aparecen los Ternero, de la mano de Juan Ternero Pérez, que compró las parcelas del Lagar de Los Gutiérrez, en Jotrón, parte de cuya finca, en 1834, ya era conocida como Los Terneros.

El paseo por los documentos notariales demuestra que ningún tiempo pasado fue mejor, pues también encontramos episodios escabrosos como un juicio por desfalco, a instancias de Teresa de Molina, viuda de Juan Galwey, en 1833, que entre otras cosas acabó con la prisión y los «bienes en secuestro» de cierto Antonio Mariano.

A este respecto, el historiador malagueño recalca que «en el libro llamo al pan, pan y al vino, vino y si tengo que decirle a alguien que no era muy bueno ni muy católico, lo digo», aunque, apunta, sin hacer leña del árbol caído.

A sus 93 años, Manuel Muñoz demuestra tener una cabeza envidiable y muchas ganas de seguir con su vocación. Ya lleva unas 60 páginas de su próximo proyecto, que sería su noveno libro. El investigador duda de verlo terminado pero su padre, don José Muñoz, llegó a los 100 años y la ilusión por vivir y crear -y don Manuel es la prueba- es uno de los puntales para una vida larga y plena. Lo conseguirá.