Cuando la suerte decide aparecer en tu camino, la vida te cambia por completo. Felicidad Calvo Moreno, responsable del despacho El bambú de la suerte, que ayer repartió 20.000 euros del 59.444, número agraciado con uno de los cuartos premios, y 125.000 euros del segundo, el 04.536, hizo honor a su nombre repartiendo grandes dosis de alegría a su alrededor. Gracias a la máquina de su nuevo local -«Abrimos hace a penas dos meses, el 3 de octubre»-, la fortuna apareció en la calle Valle de Abdalajís, en el barrio de Cruz de Humilladero, con un total 145.000 euros bajo el brazo.

«He vivido una racha mala y ahora parece que he entrado aquí con el pie derecho», destacaba ayer Felicidad, que tras 15 años como empleada en una administración lotera se vio de repente en el paro. «Me despidieron y entonces decidí abrir este local. Mis padres me han tenido que ayudar con los préstamos del banco», aseguraba ayer tras haber descorchado varias botellas de cava entre lágrimas de emoción.

A primera hora de la mañana, el entusiasmo inundó su local al comprobar que había dado un cuarto premio, el 59.444. Rápidamente, los medios de comunicación se agolparon en su puerta. «Y cuando estaban todos aquí, de repente tocó un quinto en la barriada de La Luz y se marcharon todos». Lo que no podía imaginar es que en menos de diez minutos tendría a los periodistas de vuelta. «No me lo podía creer. También había dado el segundo premio. Lo único que podía hacer era llorar porque no me lo esperaba. En los quince años que he estado trabajando he dado muchos premios de lotería de los jueves y los sábado, y algunas quinielas, pero ninguno de Navidad».

A sus 48 años, Felicidad dice estar «empezándolo todo de nuevo» y sostiene que este golpe de suerte le viene de maravilla para publicitar su negocio. «Andaba preocupada porque no le había hecho publicidad al local . Y es que el dinero no me llegaba para más. ¡Y ahora resulta que la tengo gratis! Más suerte no puedo tener». La lotera confiesa que desde que llegó al barrio le han tratado muy bien y aunque ella no lleva ninguno de los números premiados cree que su negocio, un despacho mixto, se verá beneficiado. «No me importa no haberme llevado nada de los premios. No soy ambiciosa por dinero. Desde que empecé le estoy echando muchísimas horas. Cuando abrí, sólo tenía la máquina, el resto del local estaba vacío. Las licencias han fueron llegando poco a poco y así he ido llenando el local. Ahora creo que la venta ya está garantizada», afirma. Se siente muy contenta de haber llevado la alegría a «un barrio de gente humilde y trabajadora», porque considera que «todo el mundo necesita» el dinero. Tras ella, su madre, Pepa, asiente con la cabeza y da las gracias al ver reconducida la vida de su hija: «Al final siempre se hace justicia», afirma.

Pepa confiesa que decidió llamar a su hija Felicidad porque ese era el nombre de su suegra. La propia Felicidad lo explicaba: «Mi padre es de Salamanca y Felicidad es allí un nombre más común. Mi madre decidió ponerme el nombre de la madre de mi padre, a la que no la conoció». No se puede tener un nombre más bonito y oportuno en un día en el que la fortuna te convoca para hacer desdichados a los demás. Felicidad confiesa haber vivido una jornada inolvidable. Posiblemente, el mejor día de su nueva vida. Ahora espera poder redondear esta racha con el Niño, aunque para ella y los suyos la suerte ya se ha puesto de su lado.