El parque canino de Olletas, junto al Cementerio de San Miguel, está en obras desde comienzos de semana, tras las quejas de los vecinos de los bloques colindantes por los ladridos de los perros.

En concreto, las obras consisten en el retranqueo de unos seis metros de la zona más próxima a los bloques, la que corresponde a los perros más grandes. De este modo, explicó el concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, «se recupera un pequeño paseo con bancos que estaba dentro del parque canino, lo volveremos a dejar fuera, para que quede alineado con el Parque de San Miguel». Además, se aprovechará para dar riego al paseo y recuperar la hierba.

Con el retranqueo, comentó el concejal, «al estar más lejos de las viviendas habrá menos ruido». Raúl Jiménez también indicó que aunque el parque canino pierde este paseo, lo recupera al incorporar una entrada al camposanto, frente a la rotonda, «que no se usaba nunca». En todo caso, si fuera necesario, el concejal detalló que «se puede seguir entrando».

Otra de las novedades es la sustitución de la valla que rodeaba el parque por un muro de obra. A este respecto, una de las quejas de los vecinos es que, al ser una zona de mucho paso, los perros se abalanzaban contra la valla al ver a los peatones para ladrarles, lo que multiplicaba las molestias. «Con este muro los perros ya no ven lo que hay fuera y además apantalla el ruido», indicó.

Raúl Jiménez recordó que el Ayuntamiento ha tratado de buscar otras soluciones como trasladar las instalaciones al Parque del Agua, junto a la sede de Emasa, pero se descartó porque es una zona en cuesta y para instalar el parque había que quitar una zona deportiva. También se estudió el Parque de San Miguel, pero en la única parcela disponible había, muy próximas, varias viviendas y un colegio.

«Esta es una solución intermedia, no contentará a todos del todo pero creo que vamos a disminuir el ruido, que es lo importante», subrayó el concejal de Medio Ambiente, que calculó que las obras estarán listas en unos 15 días. «Antes de fin de año», precisó.

Vecinos y usuarios.

Para Félix Ortega, uno de los vecinos afectados por los ruidos, la solución lo único que hace «es gastar más dinero en un proyecto que desde el principio, y reconocido por el alcalde, no está bien ubicado». Este vecino recalcó que «ningún otro parque canino tiene que hacer mejoras y en este, que tiene protestas de todos los vecinos y se duplicó el presupuesto, es donde se vuelve a echar más dinero».

Félix Ortega subrayó que los ladridos de los perros, en este entorno rodeado de bloques, «producen eco», por eso siguió pidiendo que el parque se traslade.

En abril de 2015, La Opinión recogió las quejas vecinales, entre ellas, que los ladridos les despertaban «de lunes a domingo» y que tenían que dormir a los niños pequeños en la cocina, alejados de habitaciones que dieran a este espacio.

En opinión de Araceli Caracuel, usuaria del parque canino, «la mijita de ladridos que había a ciertas horas punta, sobre todo por la tarde, cuando hay más usuarios, se va a quitar porque como dicen los expertos, al no ver el exterior, los perros no van a ladrar», aseguró.