La Navidad es una fiesta tan maravillosa y entrañable que hasta las puntuales incomodidades que genera deben pasarse por alto y asumirse como una tradición más. Una prueba de paciencia recurrente estos días son esos petardos lanzados por jóvenes (y no tan jóvenes) que tan a prueba ponen los tímpanos y el ritmo cardíaco de cualquiera, incluso aunque estemos cómodamente pertrechados en casa. Otra es el tremendo caos de aparcamiento que se produce en la mayoría de las barriadas de Málaga durante los días claves de las fiestas, lo que convierte en una verdadera odisea el poder estacionar a menos de que se cuente con la salvadora plaza de garaje.

El primer turno le corresponde a la Nochebuena y al día de Navidad, dos jornadas en los que la masiva afluencia de parientes a la casa de padres o abuelos para las tradicionales comilonas propician un desembarco de coches de similar magnitud que desborda las ya de por sí limitadas plazas callejeras. Las aceras de muchos barrios quedan esos días absolutamente atestadas de coches que han peleado entre sí por ocupar hasta el último centímetro cuadrado de aparcamiento disponible. Pero en caso de que no queden plazas libres tampoco hay demasiado problema. Son días en los que se ven coches en doble, triple y hasta cuádruple fila, suponemos que con la precaución de estar al loro por si alguien quiere salir. O quizá sabiendo perfectamente que el coche que dejas encerrado es el de tu cuñado, que está en la misma cena que tú y con el que no vas a tener problema por el riesgo de que alguien llame la grúa.

También es frecuente contemplar a muchos vehículos (incluidos todoterrenos) montados en las aceras o cuidadosamente aparcados en las puertas de los garajes, dejando eso sí el sitio justo para que los vecinos puedan salir del parking. Eso por no mencionar a los que optan directamente por ocupar con sus coches el carril de la vía que está pegado a las medianas, estrangulando la circulación del único que queda operativo. Barra libre. O la ley de la selva en versión navideña, como usted prefiera.

Afortunadamente para todos esos conductores, la Policía Local suele encarar esas jornadas con bastante relajación en ese aspecto y, a excepción de casos flagrantes de coches que impidan la circulación, no parece cebarse con los masivos infractores. Por otra parte, tampoco es que esta vista gorda sea algo exclusivo del día de Navidad. La Nochevieja y la Noche de Reyes están a la vuelta de la esquina y a buen seguro nos ofrecerán nuevas estampas de coches incorrectamente aparcados hasta en la sopa. Son días especiales donde la ciudad entera parece decretar de forma tácita, y en horario vespertino, una suspensión de las normas viarias en cuanto a estacionamiento. Realmente, ese acuerdo sobreentendido salva la papeleta a todos los que se desplazan, aunque sea un dolor para los vecinos y paseantes de las zonas que reciben a la marabunta de coches.