Nos dice adiós un año en el que esta sección ha prestado especial interés a las zonas verdes de Málaga, sobre todo a una que todavía no ha nacido, la de los antiguos terrenos de Repsol. Los parques deberían dejar de verse como esas cosas improductivas que no permiten construir en ellas ni dan dinero, una visión en absoluto inteligente para una Smart City, pero la política malaguita, pese a entrar en el año 2017, sigue teniendo muy presente el siglo pasado.

El bosque sin fin...

O un movimiento ciudadano frente al urbanismo a corto plazo. El año arrancó con la puesta en marcha de la plataforma ciudadana Bosque Urbano Málaga, que aboga por una zona verde boscosa de 177.000 m2 en los terrenos de Repsol, en una línea parecida al PGOU de 1983, que no planteaba ningún edificio en la parcela y sí un gran parque. Tres décadas más tarde, la zona verde ha encogido en aras de los intereses inmobiliarios. Por eso, es obvio que si los políticos malagueños se hubieran encargado del diseño del Central Park de Nueva York, habría tenido una extensión final menor, que habría sido aprovechada para edificios de oficinas y centros comerciales. Los neoyorquinos se libraron de tan expertos gestores y hoy disfrutan de un inmenso parque.

Lo mejor de este movimiento es que, acabe como acabe, el proyecto final para Repsol tendrá menos pisos de los inicialmente proyectados, gracias a la presión ciudadana, que no considera prioritario levantar más bloques en dos de los distritos con más densidad de población de España: hay que recordar que a las 1.300 viviendas previstas en Repsol habrá que sumar la urbanización del vecino polígono de San Rafael. Un regalo envenenado para la Carretera de Cádiz y la Cruz del Humilladero que quizás se desinfle algo gracias a esta ejemplar plataforma que, en contra de lo que hacen muchos cargos públicos, piensa a largo plazo. Cuanto más grande sea el parque y con menos ladrillo, más lo agradecerán las generaciones futuras.

Los Marx y el Paseo de los Canadienses

O cómo dejar que un paseo espléndido se desmorone. La crónica también abordó este año el estado bastante desmejorado del Paseo de los Canadienses, que aprovecha la antigua vía del tren a Vélez en el tramo entre El Candado y la playa del Peñón del Cuervo.

El desmoronamiento de las vallas de madera por efecto del mar y la labor constante de las correntías en el suelo hacen temer que, un año de estos, nos quedemos sin paseo. «Más madera, es la guerra», que pedirían los Hermanos Marx.

Mangas Verdes

O cómo no hacer un parque en 14 años. Es muy probable que 2016 sea el último de la paralís burocrática del Parque del Sendero del Cau, en Mangas Verdes. Hace 14 años que comenzaron las obras, de las que se iba a hacer cargo la Junta de Andalucía, que está batiendo marcas de ineficacia nunca antes alcanzadas por administración alguna. Pero 2016 ha sido también el año del desbloqueo, gracias al concejal de Ciudad Jardín, Carlos Conde, y todo apunta a que el año que viene estará el parque terminado con la colaboración del Ayuntamiento y la Fundación Acueducto de San Telmo. Ese es al menos el deseo de esta sección para 2017. Ya les vale.