­La crónica negra de Málaga comenzó a escribirse pronto, el 3 de enero. Tras extinguir un incendio declarado en una vivienda de la calle Alemania, los bomberos encontraron el cadáver de la inquilina en el cuarto de baño en extrañas circunstancias. El cuerpo estaba de rodillas junto a la bañera, aunque con la cabeza y los brazos sumergidos en el agua. Lo que a primera vista parecía un suicidio fue descartado por la autopsia, que reveló el crimen. No tenía agua en los pulmones y había muerto estrangulada. Apenas un mes después, un cliente de la fallecida fue detenido por la Policía Nacional acusado de un presunto delito de asesinato por el que la Fiscalía pide una condena de 37 años de prisión que incluyen el robo y el posterior incendio. La investigación concluyó que simuló el suicidio de la mujer tras estrangularla intencionadamente mientras tenían relaciones aprovechando que le practicaba la asfixia erótica. El objetivo era robarle todo el dinero que había en la vivienda y saldar parte de una deuda de entre 7.000 y 9.000 euros que mantenía con varias personas. Finalmente quemó la vivienda.

A finales de enero también fue detenido el presunto autor de la muerte de Lucía Garrido, asesinada en Alhaurín de la Torre en 2008 y cuya accidentada investigación sigue arrojando muchos interrogantes. El caso, archivado inicialmente tras una chapucera instrucción de la Guardia Civil y reabierto tras detectarse las escandalosas irregularidades en la misma, estalló este año bajo la tutela de un juzgado de Violencia sobre la Mujer. Primero con la detención de un hombre cuyo ADN supuestamente fue detectado con nuevas técnicas en una llave que fue encontrada en la escena del crimen ocho años antes. Días después, en febrero, un ex guardia civil que en la época del crimen estaba destinado en Coín, fue detenido por su presunta implicación en el caso, mientras que en marzo dos personas más, una de ellas también exagente, fueron arrestadas.Casi al mismo tiempo, el que fuera pareja de la víctima, imputado durante años por su supuesta relación con el crimen y todavía investigado por la muerte a tiros de dos colombianos en la misma casa en la que murió Lucía, fue absuelto de este último caso, aunque su exoneración todavía está pendiente del recurso de la familia de Garrido.

Todavía en febrero, un policía nacional jubilado falleció en la calle Boscán de Torremolinos tras recibir varias puñaladas cuando salía de casa a primera hora. Su agresor, al que conocía, lo estaba esperando en la puerta de la calle. Tras mantener ambos una fuerte discusión, lo apuñaló en repetidas ocasiones. Ese mismo mes, un ciudadano danés de unos 70 años fue detenido en Fuengirola por el fallecimiento de su mujer, que fue hallada con signos de violencia al final de una escalera, aunque a día de hoy se investiga si se trata de un caso de violencia de género o no. Lo mismo ocurre con la muerte en julio de una mujer en Frigiliana a manos de su marido, que confesó los hechos en una nota antes de suicidarse. En marzo, otro caso que no acabó en tragedia de milagro pero que tuvo un alcance nacional se produjo en El Palo, donde un futbolista del Alhaurín de la Torre B fue apuñalado my cerca del corazón tras un encuentro del Grupo II de la Tercera Andaluza. Dos jugadores del equipo local fueron detenidos por una agresión que todavía está pendiente de juicio.

En mayo, una mujer murió en Marbella arrollada por un conductor que se dio a la fuga. La noticia tomó más fuerza cuando, tras ser detenido, se supo que conducía ebrio y que era Westley G. Capper, el hijo de un multimillonario británico que está procesado por la desaparición en Marbella de Agnese Klavina, la joven letona a la que la policía da por muerta desde poco después de que se subiera al coche de Capper el 6 de septiembre de 2014. Capper y su amigo Craig Porter están acusados por un presunto delito de detención ilegal agravada. También arrollada por un conductor ebrio -triplicaba la tasa- murió una mujer el pasado mes de octubre en Benalmádena.

Varios asesinatos sacudieron la provincia en verano. Uno de ellos fue el crimen de Pinares de San Antón, en la capital, donde el cadáver de un hombre fue hallado en julio semicalcinado, amordazado y maniatado junto a multitud de indicios, entre ellos un vehículo despeñado. La Policía Nacional no tardó en localizar a los presuntos autores en los municipios granadinos de Padul y Motril. Dos hombres y dos mujeres fueron detenidas por un caso cuyo móvil se relacionó con un robo. En septiembre, un hombre encontró en una vivienda de El Palo los cadáveres de su madre y dos hermanos. Los investigadores concluyeron que uno de los hermanos, de mal carácter y con problemas económicos, mató a sus familiares tras una fuerte pelea y luego se suicidó. También en septiembre, por su parte, la Guardia Civil resolvió otro viejo caso y detuvo en Madrid al hombre que presuntamente asesinó en Mijas dos años antes a Gary Hutch, un delincuente vinculado a la mafia irlandesa asentada en la Costa del Sol. El crimen de Hutch desencadenó en Dublín una guerra sin precedentes entre los dos principales clanes de la capital irlandesa que suma más de una decena de muertos. Ya en otoño, un hombre fue detenido en Torremolinos por la muerte de su hermana, cuyo cuerpo fue hallado horas antes con signos de violencia. En noviembre, en apenas nueve días, la muerte de dos bebés en Málaga y Marbella conmocionaron a todo el país. En el primer caso, los padres ingresaron en prisión por un presunto delito de asesinato y otro de malos tratos. En el caso de Marbella, seis personas fueron arrestadas.