Sus Majestades los Reyes de Oriente ya marchan hacia sus respectivos palacios. Atrás queda la larga jornada del jueves, en la que repartieron 4 millones de caramelos y cuando dejaron miles de regalos a los niños de Málaga que se habían afanado -sobre todo en la última semana- en portarse bien.

La Cabalgata discurrió por las calles de Málaga en un alarde de magia e ilusión. Repartieron caramelos, globos y algún que otro juguete y, aunque todo eran vítores y alegrías, más de uno se llevó un mal rato con un caramelazo lanzado con más fuerza de la debida.

Pero la de ayer es la jornada indiscutible de la ilusión, y así lo demostró el público y los participantes de la cabalgata, que se metieron en su papel ofreciendo lo mejor de sí con bailes, saludos y algún que otro espectáculo. Sonaron villancicos, reggaeton y música oriental para aclimatar el ambiente para ver a sus Majestades, que iban acompañadas de sus soldados, incluidos los Imperiales de Star Wars. Antes del inicio, una pequeña leyó una carta expresando grandes deseos para la ciudad y al término del recorrido, ya por la noche, hicieron una ofrenda en la Catedral.

«¡Melchor, Gaspar, Baltasar, estoy aquí!», gritaba un pequeño rubio que esperaba con emoción la llegada de los Reyes tras semanas de preparación. Las largas filas de personas no impedían que los ojos de los niños -sobre los maltrechos hombros de sus progenitores- brillaran en una noche sin duda especial en la que acostarse pronto con la promesa de que el día 6 será de nuevo una jornada especial, el inicio de un año con nuevos juguetes, retos y esperanzas.

Atrás quedan los cortejos en que Los Teletubbies y Bob Esponja eran protagonistas dando paso a los miembros de la Patrulla Canina, cuyos integrantes hicieron las delicias de los más pequeños que les saludaban como si fueran personajes también de Bahía Aventura. Las trece carrozas, que avanzaron lentas y acompasadas, iban rodeadas de grandes medidas de seguridad, que evitaban que cualquier persona que no fuera de la organización se aproximara a menos de un metro de ellas, medidas quizás extremas pero sí lógicas.

Hubo grupos de baile de mujeres vestidas de árboles Navidad, bailarinas vaporosas, una pareja que parecía sacada del Circo del Sol y un león alado que sorprendió al público, amén de unos camellos y elefantes de goma eva articulados que interactuaban con un público con ansias de protagonismo.

Las carrozas alegóricas -pocas, pero necesarias- estaban intercaladas con las de Alicia en el País de las Maravillas o estrellas. La del Nacimiento del Niño Jesús, con un portal andante, suscitó mucha emoción en el público infantil, que se quería alzar para ver al Niño Jesús, postrado en el pesebre.

Y es que este 2017 se esperaba con más ilusión si cabe ante la lluvia del año pasado, que deslució el recorrido y dejó a mucho público sin disfrutar de las carrozas y sin recoger caramelos, dulces que ayer se echaban a dos manos, sobre todo sus Majestades y, en particular, el rey Gaspar.

Por la noche, los más pequeños pusieron sus zapatos ante el Nacimiento y el árbol de Navidad y rellenaron de anís, leche o colacao -a gusto del consumidor- las copas de los Reyes. También hubo quien puso un cubo con agua para los camellos aunque ayer un pequeño de 6 años estaba confuso y pensaba dejarlo para los renos, cosas del márketing. Por delante queda un nuevo año de ilusiones en los que estos pequeños vean cumplidos sus deseos, sin olvidar la tan necesaria Paz y salud para los demás.