Con su nueva casa quería brillar. Transmitirle a los demás que puso un especial cuidado a la hora de mantener la limpieza en las líneas. La arquitectura, a veces, se asemeja a la gastronomía. Un asunto de ámbito local. Para los platos tradicionales se tira de productos del mar y de lo que ofrece la huerta. Para la construcción se utilizan maderas, telas y piedras del territorio. El sofá de diseño se alinea de manera perfecta con la curvatura de la lámpara más atrevida que había en el catálogo. La intención de la composición final es clara: aquí comienza el futuro. Lo descrito es una escena habitual a la que se enfrentan los arquitectos a diario. Llevar a la realidad lo que les pide el cliente y lograr el equilibrio perfecto entre un diseño innovador y el confort. «En algún momento, asumimos que el desarrollo de la tecnología y la evolución del diseño crearían espacios más confortables y saludables», resume el joven arquitecto malagueño la idea que hay detrás de un proyecto ambicioso que quiere avanzar en lo establecido, y que está expuesto ahora mismo en sala de arte Amadis, en Madrid. El arquitecto malagueño en cuestión es Álvaro Carrillo y el proyecto que encabeza de forma conjunta con otra joven arquitecta, Paula Currás, está acuñado como Calypso. A primera vista, una especie de invernadero para andar por casa con forma de pipa de agua, pero que esconde en su interior mucho más de lo que aparenta a primera vista.

«Durante las últimas décadas, nuestras viviendas se han armado tecnológicamente con sistemas domésticos, ordenadores y electrodomésticos. Todos ellos colocados en escenarios construidos que han traído a nuestros interiores materiales como lacas, barnices, adhesivos o fibras sintéticas. A ello, hay sumarle la decoración que nosotros como usuarios incorporamos a nuestra cotidianidad. Alfombras, cojines, peluches...», explica Carrillo. Es el origen de un problema que ha convertido las casas y los pisos en pequeños estancos de polución sin habernos dado cuenta. «Hemos visto como han cortado las calles en Madrid por el mal estado del aire, pero no caemos en que el aire en el interior de nuestros hogares puede ser aún más nocivo que toda la polución del exterior», reseña el joven arquitecto. Aquí es donde entra en juego Calypso. Unos dispositivos de distinto tamaño, dotados de sensores inteligentes y de pequeños hélices que se disponen a mejorar la calidad del aire. «Nosotros estamos interesados en el aire como material de construcción», resume Carrillo cuál es la aproximación novedosa que hay detrás de este proyecto con impronta malagueña.

Tecnojardinería y sensores

Las plantas han ido ganando protagonismo paulatinamente en los espacios interiores. Pero en Calypso no basta con la colocación de simples plantas ornamentales. La palabra clave con cierto tinte futurista, es la de «tecnojardinería».

En esta combinación de tecnología y jardinería tradicional, los dispositivos de Calypso combinan las clásicas lámparas de sal, campanas de vidrio que conservan cristales de sal y sensores que interactúan directamente con el usuario. Cuando, por ejemplo, el nivel toxicidad se eleva porque alguien está fumando Calypso se pone a funcionar. El aire es conducido mediante un ventilador hacia la campana de vidrio que conserva los mencionados cristales de sal. Éstos filtran las microparticulas nocivas del aire. Después, el aire es conducido de nuevo al exterior. Calypso utiliza diferentes especies vegetales que hacen frente a las sustancias tóxicas. Según explica Carrillo, algunas de las especies más efectivas son las hiedras, helechos, drácenas o el ficus.

Otra de las principales novedades que ofrece Calypso si se compara con dispositivos similares que ofrecen las grandes marcas en el mercado, está en la interacción con el usuario. «Todos los dispositivos Calypso hacen visibles esos agentes microscópicos e invisibles del aire de nuestro entorno, mediante una sensor arduino. Éste comunica los datos a una pantalla LED, informando así al usuario de la cantidad de aire que ha sido filtrado. «Además, se conecta a internet para enviar esos datos a un servidor y se visualiza la localización de cada prototipo. Se crea así una comunidad digital de espacios que miden su funcionamiento, asumiendo la mejora en calidad del aire de su entorno y una nueva app de relación entre usuarios», detalla el arquitecto malagueño.

Después de contar con una ayuda del Estado para desarrollar el proyecto, Calypso está buscando ahora inversores con el fin de rentabilizar el proyecto.