La Sección Novena de la Audiencia Provincia Provincial de Málaga condenó este miércoles a 24 años y medio de cárcel a un hombre que asesinó dándole más de 70 martillazos a la empleada de un salón de juegos de la avenida de Velázquez, y luego se llevó la recaudación de 5.700 euros, el pasado 30 de septiembre de 2015.

El juicio se celebró ayer en la Ciudad de la Justicia en medio de una gran expectación mediática, dado que este crimen conmocionó en su día a la opinión pública malagueña.

El acusado tiene 39 años y es de nacionalidad china, y en una declaración cargada de lágrimas reconoció haber asesinado a la trabajadora a martillazos y haberse llevado después la recaudación del día, robando lo que había en la caja registradora del salón recreativo, muy concurrido por parte de todo del barrio.

Así, al ver la claridad y la contundencia de su declaración, y que el encausado se conformaba con la pena solicitada por la Fiscalía Provincial de Málaga, el presidente del tribunal, Enrique Peralta, dictó una sentencia «in voce» en la misma Sala.

Por el delito de asesinato se le imponen veintiún años de prisión y por el robo con violencia, tres años, seis meses y un día y que indemnice con 180.000 euros y 10.500 euros a la hija y a la madre de la víctima, respectivamente, además del pago de 114.000 euros que queda por pagar de la hipoteca del domicilio familiar.

El crimen fue cometido el 30 de septiembre de 2015 cuando el acusado estaba en el salón de juegos Unibox, en la avenida de Velázquez, como en ocasiones anteriores, y estuvo jugando a las máquinas tragaperras alrededor de una hora, según la calificación fiscal.

Relato acusatorio

En un determinado momento, el acusado aprovechó que la víctima se encontraba sola en el interior del mostrador del local y que no había ningún otro cliente, se dirigió a ella por la espalda y le asestó setenta martillazos. Después, se apoderó del dinero que había en la caja registradora, 5.770 euros. En el relato acusatorio se explica que el procesado fue después a los baños del establecimiento para limpiarse la sangre y luego regresó donde estaba la víctima y volvió a golpearla para asegurar su muerte.

Antes de marcharse también golpeó las pantallas de las cámaras de seguridad, aunque el sistema de vigilancia había captado el crimen.

En una entrevista que mantuvieron los médicos forenses con el acusado tras cometer los hechos determinaron que el acusado no sufrió ningún tipo de brote y les explicó que había bebido mucho y que tenía problemas con su mujer, que vivía en China, y con la manutención de sus hijos.

El condenado, natural de Henan (China), fue detenido seis horas más tarde de cometer el crimen.