« La tierra se sigue moviendo en el fondo marino del mar de Alborán. Un año después del terremoto que despertó a Málaga, con una intensidad de 6.3 en la escala Richter, las placas tectónicas siguen produciendo temblores, aunque por ahora de menor intensidad y casi imperceptibles para el ciudadano. De hecho, el último de cierta importancia se produjo el pasado 11 de enero, alcanzando los 3.1 puntos de magnitud.

Jesus Galindo-Zaldívar, del departamento de Geodinámica de la Universidad de Granada y miembro del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, señala que «los movimientos sísmicos en la zona continúan, aunque con terremotos progresivamente de menor magnitud y que producen escasa intensidad». Por ello, no da por concluida la actividad sísmica en la Bahía de Alhucemas, originada el 25 de enero del año pasado y que en apenas dos meses provocó unas 2.000 réplicas, según los datos registrados por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

El hecho es que el terremoto de hace un año no fue un hecho aislado, como reconoce Galindo-Zaldívar, quien advierte que estamos cerca de una zona con mucha actividad sísmica y recordó que ya se produjeron episodios similares en los años 1993-94 y 2004, por citar las más recientes. Por eso no descarta que en el futuro « puede volver a producirse, por el continuo movimiento entre las placas Euroasiatica y Africana».

Con idea de ver las consecuencias del terremoto de 2016 y sus réplicas, además de intentar conocer algo más los movimientos de las placas para predecir posibles crisis sísmicas, el buque de investigación oceanográfica Hespérides estuvo el año pasado (del 23 al 27 de mayo) destacado en la zona con un equipo científico para analizar las consecuencias del terremoto del 25 de enero de 2016.

Esta campaña de investigación, que contó con expertos franceses y marroquíes, aplicó diversas técnicas geofísicas marinas para analizar las deformaciones producidas en el fondo y subfondo marino por los movimientos de tierra, así como analizar la existencia de una falla desconocida hasta el momento y que ha sido localizada gracias al terremoto de 2016.

Los datos obtenidos en esta investigación están en la fase final de elaboración, con idea de conocer los efectos de estos movimientos y el origen de estos deslizamientos, para tener una base sobre la que prever futuros movimientos.

Además, se ha concedido financiación para abordar un nuevo proyecto de investigación que comienza este año y se denomina DAMAGE. El proyecto está financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y en él se integran investigadores de diversos organismos e instituciones, que estudiarán cómo mejorar el conocimiento sobre la recurrencia de los terremotos en la región así como sus efectos en las costas.