«Para mí, mi hijo Miguel Ángel está muerto», subraya José Navas, malagueño de 76 años, que quiere expresamente que en el reportaje conste el nombre del hijo que el pasado 21 de noviembre, respaldado por una sentencia judicial, le desahució de un piso en la calle Salamanca, junto a su actual pareja, con la que tiene dos hijos de 4 y 11 años, aunque también vivían con ellos tres hijas de un anterior matrimonio de su pareja.

Aunque José costeó la vivienda al completo (terminó de pagarla en 2010) cometió el error de ponerla a nombre del hijo, policía local de Málaga. Las gestiones de los concejales Isabel Jiménez, de Málaga Ahora, y del popular Mario Cortés para tratar de que el agente municipal no echara a su padre a la calle fueron infructuosas -este diario trató de hablar con él pero su mujer indicó que la justicia les daba la razón y que no harían declaraciones-.

Para José Navas, un perito industrial hundido por la crisis que llegó a estar a cargo de las obras de la planta de reciclaje de basura de Los Ruices, el detonante pudo estar en el embargo de la cuenta de su hijo, ya que por los problemas económicos no pudo pagar «durante un año y pico», los gastos de comunidad de su vivienda. «Pero estamos hablando de 700 u 800 euros», lamenta.

Por si no fuera suficiente, finalizado el desahucio y a causa de la lluvia, José cuenta que dejó en el garaje la cocina desmontada, pero esta le desapareció cuando fue a por ella a los dos días. «Hablé con otro de mis hijos y me dijo que había sido Miguel Ángel. Se llevó los muebles, el horno, la vitrocerámica, el frigorífico... El garaje ya es propiedad de él y según la sentencia, los muebles que queden dentro de la propiedad se consideran que están en la calle. No puedo hacer nada», concluye.

El desahucio ha obligado a José a separarse de su mujer y sus hijos, que viven por la zona del arroyo de los Ángeles, alojados en casa de una familia amiga, «pero son diez en una casa con dos dormitorios, así que he tenido que irme a casa de un amigo por Ciudad Jardín».+

De momento, no hay visos de que José pueda reunirse con su familia ya que, aunque el Ayuntamiento le otorgó una ayuda de tres años de alquiler, «en cuanto dices que el Ayuntamiento va a pagar, nadie te quiere alquilar, y he hablado ya con más de diez inmobiliarias».

Además, para el caso de que consiga un piso en alquiler, tendrá que ajustar su presupuestos, dado que en los últimos años vivía en una casa que ya había pagado, aunque estuviera a nombre de su hijo Miguel Ángel. «Mi pareja no trabaja y yo, entre la pensión no contributiva y lo que me quedó de una paguilla cuando trabajé en Suiza recibo en total todos los meses 570 euros», señala.

Por todo ello, ha pedido una reunión con el alcalde para explicarle su apurada situación. Mientras tanto, trata de asimilar algo tan doloroso como que le desahucie su propio hijo, uno de los cinco que tuvo de su primer matrimonio. «He tenido padre y madre y jamás se me hubiera ocurrido en la vida hacerles eso, y a mis hermanos tampoco», subraya.

Para José Navas, «la única explicación que se me ocurre a lo que me ha pasado es que el piso vale 130.000 o 140.000 euros, porque tiene garaje y piscina; mal vendido serían 120.000 y por ese dinero hay muchas conciencias que se callan. Otra cosa, no sé».