Han pasado 52 días de aquella fatídica entrevista, han pasado 52 días desde que se han desbocado todas las especulaciones y han pasado 52 días desde que el actual alcalde, Francisco de la Torre, confirmara su salida del Ayuntamiento una vez finalizado el actual mandato. Seguramente no de la manera que había imaginado, sino como preso de las palabras de su propia esposa. Han pasado 52 días desde que Málaga se mueve y construye su realidad en paralelo. Desde que se conoce la marcha de De la Torre, la certificación de todos los acontecimientos o hechos que afectan a la capital requieren una doble certificación. Como si de pronto ya no contara con toda la legitimidad, el alcalde ve como ya no basta con su palabra y todo el mundo quiere contrastar ahora con Elías Bendodo. Un juego peligroso que puede perjudicar al propio presidente de la Diputación si no encuentra el equilibrio adecuado porque quedan más de dos años para las elecciones municipales de 2019, y no le conviene alejarse de la órbita de la institución provincial.

La oposición está sobradamente interesada en vociferar que está desatendiendo sus funciones como presidente. Misma estrategia que usa el PP andaluz con Susana Díaz y su batalla por liderar el PSOE nacional. Ese peligro, sin embargo, no impide que frene en su intención de acaparar cada vez más espacio a nivel municipal. Fuentes de su entorno ya confirmaron que para este 2017 se habían propuesto «aumentar su agenda municipal». Basta con contemplar los últimos días para dar buena fe de que se está cumpliendo con el objetivo. Después de una puesta en escena en toda regla en el Hotel Miramar, Bendodo ha pasado a la acción. Ayer mantuvo una reunión para atender las necesidades de la Catedral. Tras un encuentro con la asociación ciudadana que vela por el mantenimiento de la infraestructura, subrayó su compromiso por colaborar con el Obispado en las obras y actuaciones necesarias para su preservación. Acto seguido, se trasladó al Palacio de la Aduana para recibir al presidente del Senado, Pío García Escudero, quien aprovechó su estancia en la capital para visitar el Museo de Málaga. Por la tarde se dirigiría a Alhaurín de la Torre para inaugurar un curso sobre internet y transparencia en las instituciones.

Las no miradas que se brindaron Bendodo y De la Torre fueron de lo más comentado entre los periodistas que acudieron para dar cobertura al encuentro. De la Torre ejerció como anfitrión. Algo que no evitó, sin embargo, que Bendodo dialogara de forma animosa con el presidente del Senado.

Lo que le faltaba al alcalde que, como se iba a demostrar más tarde, ya andaba molesto a raíz de la voluntad expresada por Bendodo de apoyar la construcción del nuevo hospital en Málaga con dinero de la Diputación. «No sé qué alcance tiene, pero es competencia autonómica», sugirió y no le parecía muy lógico que la Diputación ayude a la Junta en algo que recae su parcela de responsabilidad.

Si Bendodo quiso cerrar el debate de la sucesión postergándolo hasta la primavera de 2018, cabe afirmar que ese debate se cerró en falso. Porque el día a día muestra que está más vivo que nunca.