No sólo es uno de los destinos más demandados, sino que también empieza a formar parte, y por la vía más incontestable de todas, de la aristocracia del turismo urbano. Al menos en España, donde su condición de lugar de moda, impensable hace apenas veinte años, ya no se discute. Y mucho menos con los números sobre la mesa.

El portal Trivago, uno de los más utilizados a la hora de buscar y reservar alojamiento, no ofrece dudas en sus últimos informes. Málaga aparece entre las cuarenta ciudades que más interés despierta. Hasta ahí, por más que todavía arrastre cierto prestigio novedoso, nada que no se supiera. La sorpresa, aunque intuida, es que también figura en los primeros lugares en la otra categoría, la que calcula los precios medios por habitación doble.

El balance de 2016 sitúa la tarifa en los hoteles de la ciudad en 95,3 euros. Se trata de la octava cifra más alta del país. Una cantidad a la que en este caso se llega después de un periodo de ascenso continuado y que está muy por encima de la de hace apenas tres años.

Málaga se cuela entre la élite, aunque, eso sí, sin echar mano de grandes estridencias, a distancia considerable aún de los cinco destinos más caros, que van desde los 148,6 euros de Palma de Mallorca a los 104, 3 de Cádiz -los primeros lugares se completan, en orden descendente, con Barcelona, San Sebastián y Madrid-.

Que los establecimientos de la ciudad hayan escalado hasta esa posición refleja el impacto de la economía turística, que en los últimos años, y tomando el testigo de la construcción, se ha convertido en el principal valedor de la ciudad frente a su propio futuro. La gesta se ve con mucha más claridad si se advierte que el precio medio da para rebasar, y de largo, el de otros puntos de relumbrón en el sector como Las Palmas, Tenerife, Santiago de Compostela o Valencia.

A nivel europeo, que es, tanto en términos de clientes como también de competencia, donde realmente se juega los cuartos el destino, Málaga no puede considerarse, ni siquiera con su reciente impulso, como un destino especialmente exigente con los precios. En realidad pocas ciudades nacionales están en ese rango. Entre otros aspectos, porque España, pese a su peso en el sector, ocupa en este apartado posiciones intermedias. En concreto, el puesto trece entre los veitincuatro países con mayor demanda.

El hecho de que la ciudad no pueda dialogar frontalmente todavía con las ciudades más caras no excluye, sin embargo, que los datos asombren por su inesperada contundencia. Tanto ha pisado el acelerador la capital en su desarrollo turístico que ya ha dejado atrás en cuanto a tarifas a algunas de los destinos más señeros y de mayor historia en el gremio. Roma, Moscú, Marsella, Niza u Oporto cobran ya menos por noche de hotel de media. Así lo señala el informe de Trivago correspondiente al mes de enero, en el que Málaga figura con una tarifa asignada de 84 euros.

Contra la estacionalidad

Uno de los aspectos a mejorar, sin embargo, es la abultada diferencia que todavía persiste entre los precios de la temporada baja y los de verano. Aunque Málaga no es el punto de la provincia más afectado por el carácter cíclico y estacional de la demanda, especialmente si se coteja con algunos municipios de la Costa del Sol, la distancia entre el mes más pujante y el más económico es de 48 euros. Una brecha que es vista en el sector sin demasiado dramatismo, dado el estirón clásico del mes de agosto -en 2016 el promedio por noche fue de 126 euros- y la tendencia positiva del invierno, que va avanzando en cuanto a volumen global de turistas y precios. Málaga, en definitiva, no crece deformada. Aunque la lupa refleja un amplia heterogeneidad, con grandes diferencias entre los barrios y el centro.