Esteban Alcántara (Málaga, 1953) combatió la vida gris de Puertollano de los años 50 -donde fue destinado su padre, antiguo extremo izquierdo del C.D. Málaga para que jugara en el Calvo Sotelo- gracias a la lectura de tebeos y a sus dotes de dibujante. «Cuando tenía tres años salió Capitán Trueno, mi tía fue guardando los números y cuando llegué a los cinco, aprendí a leer con esos tebeos», cuenta. La imaginación a raudales del pequeño Esteban la volcó en los dibujos que aderezaba con los lápices de colores Alpino. «Así me defendía de ese mundo oscuro, se lo digo también a mis amigos de Puertollano».

Los tebeos y las ganas de dibujar nunca le abandonaron, y aunque la vida le convirtió en militar e historiador, pudo conjugar todas estas vocaciones con su faceta de dibujante de cómics históricos. El Archivo Municipal ofrece desde el pasado día 1 y hasta el 21 de febrero una perspectiva de toda su carrera, cuando se cumplen 21 años de una de sus obras más conocidas, Málaga frente a la Guerra de la Independencia (1808-1812), editada originalmente por Algazara en 1996, y de la que hablamos en esta misma sección el pasado mes de julio.

Precisamente su antigua profesora de Historia, la académica de San Telmo Marion Reder ha coordinado la exposición, comisariada por Pedro Luis Pérez Frías. La muestra complementa una sala dedicada a la obra del artista malagueño con una segunda en la que se muestran otros ejemplos de enseñar Historia a través de los dibujos. «La idea es destacar cómo ha influido el cómic para que los niños aprendan Historia», señala Marion Reder.

Lo sabe de primera mano Esteban Alcántara, cuyos pasos han seguido antiguos niños que se quedaron deslumbrados por sus obras.

Y todo comenzó, cuenta, a los 30 años, con un pequeño tebeo, El héroe de Igueriben, publicado en la prensa de Málaga, que en 1991 se transformó en el libro La ruta de Annual.

Como es habitual en este historiador metódico, antes de dibujar pateó la zona de la tragedia, por eso en sus tebeos toda la orografía que aparece de telón de fondo y hasta los detalles más pequeños son fruto del rigor histórico. Un ejemplo: una viñeta en la que aparece el campamento de Annual, con las tiendas de campaña desplegadas, «la tengo sacada de la única foto que existe del campamento de Annual, así estaban las tiendas», precisa.

Para Esteban Alcántara, la veracidad es primordial en el cómic histórico. «Siempre estudio el terreno, los uniformes, las armas, la topografía... el dibujante de cómic histórico debe hacer ese esfuerzo», subraya.

Torrijos y el abuelo de Cánovas

La investigación le ha permitido, por ejemplo, recoger escenas poco conocidas por la Historia oficial, como la conversación que el futuro general José María Torrijos tuvo con el famoso Pedro Velarde, en plena Guerra de Independencia, durante la defensa del Parque de Artillería de Monteleón. Como explica, el joven Torrijos, entonces de 17 años, luce el uniforme celeste del Regimiento Ultonia, de origen irlandés. Velarde le encargó parlamentar con un general francés amigo para rendirse, algo que la Historia no ha aireado mucho.

Otra de las viñetas de este mismo libro, el de la Guerra de la Independencia, recoge el momento en el que el abuelo de Cánovas, Antonio del Castillo, fue alanceado y muerto por dos lanceros polacos que entraron por la calle Mármoles para tomar la ciudad con los soldados napoleónicos. «En un principio el abuelo parece que lo matan en El Perchel, pero no, lo alancearon cerca de la ermita de los patronos, donde hoy se encuentra el Colegio de San José de la Montaña». Por eso, explica, en la viñeta aparece el fatídico momento de la muerte, la ermita, la vecina alcubilla y al fondo, el Monte Coronado.

Las investigaciones de este afable dibujante, uno de los fundadores de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831 le han llevado a dibujar la conquista de la Málaga musulmana; Gibraltar 1704. El último día; los primeros tiempos de la Orden de Malta; la historia de la Cofradía del Huerto y la de los patronos San Ciriaco y Santa Paula y además tiene dos cómics inconclusos; el primero sobre Indíbil y Mandonio y el segundo sobre un asunto que en nuestros días ha vuelto al cine: los últimos de Filipinas.

Confiesa que sus grandes maestros son Ambrós, el padre del Capitán Trueno y Harold Foster, el creador de El Príncipe Valiente, un amante del detalle, como él.

Esteban Alcántara está a punto de finalizar un cómic sobre la vida de Torrijos, «desde que es un niño hasta su muerte» y confía en verlo publicado algún día. Mientras tanto, toda su obra puede admirarse en el Archivo Municipal hasta el 21 de febrero.